Presidente. Katy Evans
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Название: Presidente

Автор: Katy Evans

Издательство: Bookwire

Жанр: Языкознание

Серия: La Casa Blanca

isbn: 9788416223893

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СКАЧАТЬ gracias —respondí con timidez.

      Ella alzó las cejas y se echó a reír.

      —Vale. ¿Estás segura? Si cambias de opinión, déjala en el vestíbulo mañana.

      Mi madre salió de mi dormitorio y yo me quedé tumbada en la cama, mientras pensaba en la visita, en lo que el presidente había dicho de Matthew.

      Decidí escribir una carta a Matthew, solo porque seguía completamente asombrada y fascinada por la visita. ¿Y si al final resultaba que no había conocido solo a un presidente esa noche, sino a dos? Ese debía de ser el colmo de las reuniones.

      Cogí la primera hoja de los papeles y sobres que mi abuela me había regalado por mi cumpleaños y, con mi mejor letra, escribí: «Quisiera daros las gracias a ti y al presidente por venir. Si decides presentarte a presidente, tienes mi voto. Incluso estaría dispuesta a unirme a tu campaña».

      Lamí el sobre y lo cerré con firmeza, para luego depositar la carta en mi mesilla de noche. Después apreté el interruptor de la luz para apagarla y me metí bajo las sábanas.

      Permanecí tumbada en la penumbra. Él estaba por todas partes; en el techo, en las sombras, sobre el edredón. Me pregunté si alguna vez volvería a verlo y, de pronto, la idea de que él no me viera nunca de mayor me produjo una especie de dolor en el pecho.

      He estado tan perdida en mis pensamientos que no me había dado cuenta de que Alan escudriñaba mi perfil.

      —Un enamoramiento infantil, ¿no? —pregunta de nuevo.

      Me giro hacia él, sorprendida al darme cuenta de que ya nos hemos parado delante de mi edificio. Me río y salgo del taxi, luego miro al interior.

      —Desde luego. —Asiento con más firmeza esta vez—. Ahora estoy centrada en mi carrera.

      Cierro la puerta al salir y me despido de él con la mano.

      Comunicado

      Matt

      Nunca fui de esos niños con ganas de seguir los pasos de su padre, de ponerme sus zapatos. Demasiado limpios, demasiado clásicos, demasiado grandes.

      Sin embargo, lo más extraño es que son sus zapatos lo que recuerdo con mayor nitidez de él, cuando trazaban un círculo perfecto en torno a su escritorio durante una llamada telefónica tensa, mientras que yo, a sus pies, hacía un puzle.

      Mi padre se esforzaba por alcanzar la perfección en todo, incluida su apariencia. Desde su impecable traje hecho a medida, a su rostro afeitado a la perfección y a su pelo bien recortado.

      Mientras tanto, yo, joven y en las nubes, soñaba con la libertad. Con ser libre de la vida privilegiada que el éxito de mi padre nos había dado a mi madre y a mí.

      Mi padre decía miles de veces que yo sería presidente. Se lo decía a sus amigos, a los amigos de sus amigos y a menudo me lo decía a mí; yo me reía y le restaba importancia.

      Los siete años que viví en la Casa Blanca mientras crecía fueron siete años que pasé rezando por salir de la Casa Blanca.

      Sí, la política me interesaba.

      Pero sabía que mi padre apenas dormía; la mayoría de las decisiones que tomaba eran erróneas para un cierto porcentaje de la población, aunque fueran las adecuadas para la mayoría; mi madre perdió a su marido el día en que él entró en la Casa Blanca.

      Yo perdí a mi padre el día en que decidió que su legado consistiría en ser presidente.

      Intentó hacer malabarismos con todo, pero ningún ser humano podría dirigir el país y, encima, disponer de la energía para dedicar a su mujer e hijo adolescente.

      Así que me centré en mis estudios y obtuve fantásticos resultados en la escuela, pero hacer amigos era difícil. No podía invitar a alguien a la Casa Blanca sin más. Mi vida como me la imaginaba después de la Casa Blanca estaría centrada en el trabajo, quizás en Wall Street. Tendría la libertad de hacer todo lo que no había podido hacer bajo el escrutinio de una nación entera.

      Mi padre se presentó a las elecciones de nuevo y ganó.

      Entonces, en el tercer año de su nueva legislatura, un ciudadano descontento le metió dos balazos.

      Uno en el pecho y otro en el estómago.

      Han transcurrido miles de días desde entonces. He estado demasiados años viviendo en el pasado.

      Ahora, mientras me abrocho los gemelos y me aliso la corbata, vuelvo a recordar aquellos zapatos y me doy cuenta de que estoy a punto de ponérmelos.

      —¿Listo, señor?

      Asiento, y él abre la cortina.

      El mundo me observa. Todos han estado especulando, confiando, dudando.

      «Lo hará, no lo hará… Por favor, que lo haga; por favor, que no lo haga…».

      «Si se presenta, ganará…».

      «No tiene ninguna posibilidad…».

      Aguardo hasta que el ruido se apaga, me inclino ante el micrófono y hablo:

      —Damas y caballeros, tengo el placer de anunciar oficialmente mi candidatura a la presidencia de los Estados Unidos de América.

      La noticia

      Charlotte

      A la mañana siguiente de mi cumpleaños, reparo en que la luz de mi contestador parpadea. Le doy al botón de reproducir distraídamente mientras permanezco tumbada en la cama y me desperezo.

      «Charlotte, soy tu madre; llámame».

      «¡Charlotte, contesta al móvil!».

      Tras un tercer mensaje similar, me pongo en pie, enciendo la cafetera y le devuelvo la llamada a mi madre.

      —¿Has oído los rumores? —pregunta en lugar de saludar.

      —He estado durmiendo las últimas… siete horas. —Entrecierro los ojos—. ¿Qué rumores?

      —¡Sale en la televisión nacional! Y nos han invitado a la inauguración de su campaña, Charlie, tienes que venir. Ya es hora de que te mojes de verdad en política.

      Lo primero que se me pasa por la cabeza es lo mismo que llevo años pensando: que no quiero meterme en política. He visto y oído demasiado al ser la hija de un senador, ya he pasado por mucho.

      —Ya es hora de que contribuyas a cambiar las cosas, de que participes y abraces tus facultades… —prosigue mi madre y, mientras parlotea, yo enciendo la tele. La cara de Matt aparece ante mis ojos.

      Su atractiva cara, perfectamente simétrica, bronceada y con una ligera barba incipiente.

      Está en un estrado, un lugar СКАЧАТЬ