La nueva tierra (Métodos,ejercicios,oraciones). Omraam Mikhaël Aïvanhov
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Название: La nueva tierra (Métodos,ejercicios,oraciones)

Автор: Omraam Mikhaël Aïvanhov

Издательство: Bookwire

Жанр: Философия

Серия:

isbn: 9788412145540

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СКАЧАТЬ espiréis, decid: “Yo expulso de mi...” diciendo el nombre de los defectos contrarios a las 4 virtudes que habíais elegido.

      2. Al inspirar, pensad: “Te doy gracias Señor, por permitirme recibir con este aire puro, la vida divina que Tú has puesto en él...”

      Cuando retengáis el aliento: “Que esta vida divina penetre en todo mi cuerpo y le dé salud y vida...”

      Y al espirar: “Yo manifestaré esta vida que he recibido en todas mis acciones para la gloria de Dios...”

      3. Al inspirar: “Dios mío, que Tu nombre sea santificado...”

      Al contener la respiración: “Dios mío, que Tu reino y Tu justicia se hagan realidad en mí...”

      Al espirar: “Dios mío, que Tu voluntad se cumpla a través de mí...”

      4. Al inspirar: repetid dos veces el nombre de cuatro virtudes.

      Al espirar: pensad que los ángeles de los cuatro elementos os despojan de vuestras impurezas: el Ángel del fuego en el cerebro, el Ángel del aire en los pulmones y corazón, el Ángel del agua en el estómago, el vientre y el sexo, y el Ángel de la tierra en todo el cuerpo.

      Los ejercicios de gimnasia

      La descripción de los ejercicios de gimnasia y las explicaciones correspondientes han sido trasladados al final del volumen.

      Las comidas

      (Sobre la manera de comer, ver el capítulo III sobre la nutrición.)

      Al principio y al final de cada comida, los discípulos de la Fraternidad Blanca Universal recitan tres veces la fórmula búlgara: “Bojiata liubov razréchava vsitchkité problémi - El amor de Dios resuelve todos los problemas...”

      Consejos para el transcurso de la jornada

      Vivir bien las 24 horas presentes

      Todo vuestro destino está inscrito en la vida que vosotros lleváis hoy, en la dirección que dais a vuestros pensamientos y sentimientos, en las actividades en las que gastáis vuestras energías. Porque, según estéis atentos y vigilantes o no, allanáis las dificultades o, por el contrario, las aumentáis con todo tipo de cosas inútiles o incluso nocivas que impiden vuestro perfecto desarrollo.

      Ahí está el sentido de las palabras de Jesús cuando decía que no pensáramos en el mañana, porque si cada día que pasa vigiláis que vuestro comportamiento sea óptimo, el mañana será completamente libre y vosotros tendréis libertad para emprender cuanto deseéis sin dejar por ello de permanecer vigilantes, para evitar que nada se quede coleando, a medio hacer. De esta manera cada nuevo día os encontrará bien dispuestos, preparados para respirar, para estudiar, para regocijaros, para cantar, y toda la vida tomará un color extraordinario de felicidad y de bendición. Así es como hay que comprenderlo. Teniendo cuidado de liquidarlo todo hoy es como pensáis indirectamente en el mañana.

      Por lo tanto no penséis en el mañana, pensad en el momento presente. Si todo está arreglado para hoy, lo estará automáticamente para mañana. Y como todo queda inscrito, una vez que hayáis vivido una jornada espléndida, una jornada de vida eterna, ésta queda registrada y no muere nunca, queda viva y lucha para que todos los demás días se le parezcan. Probad al menos de vivir bien un solo día, y éste arrastrará a los demás: les invitará para hablarles y convencerles de ser como él, equilibrados, ordenados, armoniosos.

      Como todavía no habéis estudiado el lado mágico de esta cuestión, decís: “¿Qué se puede hacer en un solo día? Aún estoy desorganizado, pero mañana irá mejor...” Sí, irá mejor pero a condición de que hagáis enseguida todos los esfuerzos para restablecer el orden. Si no es así, ocurre como en los juegos de feria: con una pelota tiramos una caja o un bolo, el cual, en su caída, arrastra al resto.

      Vigilarse sin descanso

      Preguntamos a alguien: “¿En qué piensas? – No lo sé...” No se ha observado nunca, por lo que no le importa qué corrientes circulan a través de él; puede tratarse de cualquier tipo de suciedad, de cualquier imagen espantosa, ¡y él está inconsciente! ¿Cómo, pues, en semejantes condiciones, podrá trabajar sobre bases sólidas?

      Está dicho en los Evangelios: “Estad atentos, porque el Diablo, como un león rugiente, está presto para devoraros...” Está claro que no veréis ni al león, ni al Diablo en el plano físico, porque es en el plano interior donde estáis amenazados. Es ahí donde hay deseos, proyectos, pasiones y codicias que quieren anularos. Y si vosotros no estáis iluminados y atentos, atraeréis las desgracias.

      No es suficiente evitar el caer, herirse o romper algo; hay que evitar el transgredir las leyes del mundo invisible. En el plano psíquico hay una serie de mecanismos que ponemos en marcha sin saberlo, entidades a las que molestamos y leyes que transgredimos, y después sufrimos las consecuencias, somos castigados.

      Lo más importante para el discípulo es, por lo tanto, comprender que debe vigilarse, estar atento, despierto, para conocer en cada instante lo que pasa en él: las corrientes, los deseos, los pensamientos que le atraviesan, las influencias, los impulsos que siente. Trabajando así conscientemente, alimentando un ideal muy elevado, se une a Entidades e Inteligencias supremas que vienen un día a instalarse en él y le permiten asumir pesadas tareas y triunfar en numerosas dificultades.

      Saber orientar las energías

      En el gran libro de la naturaleza viviente podéis leer que es absolutamente importante para la evolución de cada ser que sepa cómo gasta sus energías, en qué campo o en qué actividad las emplea. Estas energías han sido contadas, pesadas y medidas, y él es el responsable. El cielo no le ha dado energías para que las desperdicie; todo lo que hace se anota, está inscrito. Así pues, en el libro de la naturaleza viviente podéis leer esto: “Bienaventurados los que consagran y utilizan todas sus energías físicas, mentales y afectivas para el bien de la humanidad, para el Reino de Dios y Su Justicia...”

      Si desperdiciáis vuestras energías en cóleras, en excesos de sensualidad, en actividades egoístas y criminales, ellas van a alimentar el Infierno. Porque son los humanos quienes, con su ignorancia, contribuyen a sostener y a alimentar el Infierno; están extraordinariamente instruidos en todas las ciencias, pero jamás han oído hablar de su responsabilidad en la utilización de sus energías.

      Una de las primeras tareas del discípulo es la de preguntarse si está empleando sus energías en un fin egoísta o en un fin divino. Todo el secreto está ahí. Si os hacéis claramente esta pregunta cada día, ¡cuántas cosas podréis mejorar en vosotros mismos! Está claro que no lo lograréis enseguida, pero así aprenderéis a ser conscientes; si no, seguiréis sometidos al karma, al destino. No olvidéis nunca esto.

      En todo lo que yo os digo, hay puntos sobre los que deberéis reflexionar cada día, y otros simplemente cuando las circunstancias lo permitan. Podéis, por lo tanto, olvidaros de muchas cosas, pero no de ésta. Cada día se os pide que seáis conscientes, que os deis cuenta a cada instante de cómo empleáis vuestras energías. Más aún cuando podéis hacerlo en cualquier parte; en la calle, en el metro, en la consulta del dentista, en vuestra cocina, podéis echar una mirada en vosotros mismos y preguntaros: “Veamos, si debo comenzar tal o cual actividad, ¿qué voy a gastar?, ¿es útil?” El trabajo al que consagráis vuestras energías es un punto esencial, nunca se insistirá suficientemente sobre esto.

      Saber economizar las energías