Название: Mercados y bienestar
Автор: Varios autores
Издательство: Bookwire
Жанр: Управление, подбор персонала
isbn: 9789587903430
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5. EL DINERO ES LA MEDIACIÓN FUNDAMENTAL PARA QUE LO PRIVADO SE CONVIERTA EN SOCIAL
En efecto, en los Elementos Marx había escrito:
Querer transformar el trabajo del individuo en general (o sea también su producto) inmediatamente en dinero, en valor de cambio realizado, significa determinarlo inmediatamente como trabajo general […]. El trabajo, sobre la base de los valores de cambio, supone precisamente que ni el trabajo del individuo ni su producto sean inmediatamente universales y que este último obtenga su forma universal solo a través de una mediación objetiva, a través de un dinero distinto a él. (Marx, 1971, vol. 1, p. 100).
Ahora se tiene claramente que el dinero representa la magnitud social donde se insertan los distintos trabajos privados componentes de la división social de los productores. Al insertarse en el espacio del dinero, el mercado es la red de pagos monetarios y no de la circulación de trabajos abstractos.
En resumen: la visión que Marx permite en este segundo enfoque es que, en un mundo descentralizado, los trabajos privados que producen objetos mercantiles no son de inmediato cuotas de trabajo social, porque su actividad es precisamente privada y descentralizada; esta actividad solo deviene social por medio del intercambio, al cambiarse por una mercancía especial que encarna el valor mercantil en general, la mercancía monetaria. Las actividades privadas están entonces mediadas por la presencia de un objeto social, válido y reconocido por todos, las unidades monetarias; es decir, frente a lo privado el aspecto social del bien es el dinero, idea contenida en la noción de precio ideal. Ahora bien, la complicación viene de que para poder entrar en el proceso de intercambio las mercancías privadas deben recibir un precio ideal, una expresión monetaria de lo privado antes que este se vuelva social y, al mismo tiempo, cuando la mercancía privada se convierte en dinero, en el intercambio, el trabajo privado se vuelve efectivamente social. En estos términos, el intercambio socializa lo que en una primera instancia es privado, pero este privado debe recibir una expresión inicial en dinero, y en tal sentido la mercancía es en un principio una encarnación de dinero (no de trabajo social) y, en seguida, tras el intercambio efectivo, lo privado se ha socializado cuando se entrega a su productor unidades monetarias, por definición representantes sociales del valor. Así llegamos a la idea de que la mercancía es inicialmente una encarnación de dinero, pero es la transacción mercantil la que da el valor económico socialmente aceptado y no un presunto contenido previo inmanente, una cuota de trabajo abstracto.
III. PROBLEMAS ANALÍTICOS EN LOS DOS ENFOQUES DEL VALOR ABSOLUTO
En verdad, Marx expuso estos dos enfoques como si fueran aspectos de una misma concepción de la economía comercial, ya que reduce el dinero al papel de expresar los trabajos abstractos y convierte la circulación monetaria a una circulación de trabajos abstractos; de ahí que no sea extraño que su exposición aparezca incoherente o confusa, porque a veces el dinero tiene la primacía y otras veces se la otorga al trabajo. En realidad, son enfoques diferentes, y cuando los separamos vemos que en lugar de confusión lo que encontramos son vacíos o una formulación incompleta. Veamos esto con más detalle.
A. PROBLEMAS DE LA CONCEPCIÓN DEL VALOR COMO TRABAJO ABSTRACTO
1. LA DESAPARICIÓN DE LA DISTINCIÓN ENTRE LO PRIVADO Y LO SOCIAL
Si en toda producción mercantil todo trabajo abstracto no es más que una cualidad de los trabajos concretos, la economía mercantil no se representa en forma diferente de una economía planificada, centralizada, aquella en la cual no debería hablarse de mercancías, sino de solo productos. La observación crítica viene del mismo Marx, tal como está planteada en la primera redacción del primer capítulo de El capital: “Si ese trabajo [de los productos] fuera directamente social, esto es, trabajo colectivo, los productos adquirirían el carácter directamente social de un producto colectivo para sus productores, pero no el carácter de mercancías unos para otros” (Marx, 1975, vol. 3, p. 1003). Esta crítica se reitera respecto a la visión de los socialistas utópicos, como el socialista Gray:
Pero si Gray supone que el tiempo de trabajo contenido en las mercancías es inmediatamente social, está suponiendo que es tiempo de trabajo comunitario o trabajo de individuos directamente asociados. Así de hecho, una mercancía específica como el oro y la plata no podría enfrentarse a las otras mercancías como encarnación del trabajo general, el valor de cambio no se convertiría en precio, pero el valor de uso no se convertiría en valor de cambio, el producto no se convertiría en mercancía, y de este modo quedaría abolido el propio fundamento de la producción burguesa. […] Toda mercancía es directamente dinero. Esta era la teoría de Gray […]. (Marx, 1971, p. 70)[12].
Es decir, en este caso, una idea de división del trabajo mercantil en la que se piensa que la actividad que la genera es de inmediato trabajo abstracto tendría la misma representación que la pertinente para una división planificada del trabajo, con lo cual se pierde la especificidad del mundo comercial, la existencia de los trabajos inicialmente privados.
2. LA INEXISTENCIA DE UNA VERDADERA GÉNESIS MERCANTIL DEL DINERO
Si la dimensión del valor precede lógicamente a la existencia del dinero, la génesis del dinero no es correcta ya que es imposible mostrar que las mercancías generan la mercancía monetaria a partir del supuesto único de las mercancías individuales. En efecto, Marx había planteado respecto a la relación entre mercancías y dinero lo siguiente:
De lo que aquí se trata es de llevar a cabo una tarea que la economía burguesa ni siquiera intentó, a saber, dilucidar la génesis de esa forma dineraria, siguiendo para ello el desarrollo de la expresión del valor contenida en la relación de valor existente entre las mercancías: desde su forma más simple y opaca hasta la deslumbrante forma de dinero. (Marx, 1975, vol. I, p. 59).
Esto significa que Marx, suponiendo el valor de las mercancías, intenta al final del capítulo I de El capital deducir la separación de una mercancía como equivalente monetario de las otras siguiendo la secuencia de las formas del valor (I a IV), donde el momento crucial se lograría a partir de la inversión de la forma II para generar la forma III. Sin embargo, una crítica de Benetti (1991) se aplica aquí, la cual nos permitimos resumir. En la forma I (entre dos mercancías) no existe dinero porque no se trata un dinero para todos, sino accidentalmente para una mercancía; en la forma II, según el mismo Marx, tampoco existe dinero porque cada mercancía particular es dinero, y esta pluralidad de dineros niega la unidad y unicidad del representante o equivalente general de los valores. Por tanto, si se invierte realmente la forma II, se tienen otra vez múltiples dineros y no se logra la forma III deseada por Marx, aquella donde debe existir solo un representante del valor, el equivalente general. En realidad, como lo demuestra Benetti, Marx no genera la forma III invirtiendo la forma II, sino que invierte apenas una parte de esa forma, aquella en la cual el lienzo ya es postulado como el único dinero. No se invierte la forma II para hacer aparecer el dinero, sino que se invierte porque allí el dinero ya estaba. Y si el lienzo es ya el dinero en la forma II, es también el dinero en la forma I, la inicial. Marx entonces no puede deducir de un mundo de solo mercancías sin dinero un mundo de mercancías con dinero, sino que está obligado a suponer desde la forma I la existencia del dinero, la representación de lo social frente a lo privado. En conclusión, СКАЧАТЬ