Название: Una Corona para Los Asesinos
Автор: Морган Райс
Издательство: Lukeman Literary Management Ltd
Жанр: Книги для детей: прочее
isbn: 9781094305486
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—Madre, Padre, me voy. No volveré. Deberíais saber que vengaré la muerte de mi prima, cueste lo que cueste. No lo haré para que estéis orgullosos de mí porque, sinceramente, no me preocupa lo que penséis. Lo hago porque es lo que se tiene que hacer. Adiós.
Cuando se despidieron apenas se inmutaron, pero Enrique vio que no tenía nada mejor para ellos mientras salía de la casa ofendido, ignorando el llanto de su madre y las miradas furiosas de su padre.
Llegó al establo y escogió la buena yegua color castaño que siempre montaba, junto con un caballo pinto para que le llevara sus bártulos. Empezó a ensillarlos, conocía cada paso del proceso de memoria. En su mente, los pensamientos de sus padres ya habían pasado y se concentraba en las cosas que tendría que hacer en los días venideros, las alianzas que tendría que hacer, las luchas que tendría que ganar con la palabra, el oro y el acero.
¿Realmente su nueva reina era uno de los Danses? Era posible, dados los rumores, pero aunque lo fuera, eso no le daría el derecho a tomar el trono. Eso le había caído a Ruperto y a Angelica a través de él. Ya que el único miembro de los Flambergs que quedaba seguramente era culpable de traición, eso significaba…
—Sí —dijo Enrique, con una sonrisa triste por lo rápido que se le había ocurrido—, eso podría funcionar.
No es que quisiera hacerlo. Él no necesitaba un trono más de lo que había deseado la posición sacerdotal que sus padres habían intentado imponerle. Sencillamente era una pieza necesaria de lo que estaba por llegar. Si entraba a la carga en Ashton e intentaba matar a la reina, y no sería más que un traidor.
Aunque no podía permitir que los invasores de Ishjemme quedaran impunes. De un brochazo, habían deshecho todo el cuidadoso trabajo construido tras las guerras civiles. Habían deshecho el antiguo orden e instaurado uno nuevo donde la Asamblea de los Nobles se había reestructurado al antojo de la gobernante, y donde pudieron ejecutar a su prima tan solo con la palabra de la reina.
Enrique no podía tolerar eso. Podía hacer que las cosas fueran tal y como eran de nuevo. Podía hacerlas bien.
Con eso en mente, partió con su caballo. Necesitaría ayuda para esto y, afortunadamente, Enrique sabía exactamente dónde encontrarla.
CAPÍTULO NUEVE
A Sofía, una semana no le parecía tiempo suficiente. No era tiempo suficiente para pasar con su marido. No era tiempo suficiente para mimar a Violeta, que miraba dulcemente a Sofía siempre que esta la sostenía y que alargaba la mano hacia el pelaje de Sienne cuando el gato del bosque se acercaba.
—No hace falta que nos vayamos tan pronto si tú no quieres —dijo Lucas, cuando estaban en los muelles, con la gente reunida a su alrededor para despedirles mientras esperaban ante el barco que los iba a llevar. El Alto Comerciante N’Ka esperaba a bordo y miraba hacia abajo sonriendo, seguramente por los cofres de bienes y las promesas de comercio que Sofía le había dado.
—O podríamos ir nosotros —dijo Catalina—. Nosotros podríamos traer a nuestros padres hasta ti.
Sofía negó con la cabeza.
—Sé que parece una locura hacerlo tan pronto y no hay palabras para expresar lo que duele dejar atrás a Violeta, pero tengo la sensación de que si vamos a encontrar a nuestros padres, tenemos que ser los tres. Por alguna razón se aseguraron de que el mapa solo se unía para los tres.
—Sin embargo, no tiene que ser ahora —dijo Lucas.
—Si no es ahora, ¿cuándo? —preguntó Sofía—. Tenemos paz por un tiempo. Sebastián puede mantener el reino unido y yo todavía no estoy atrapada en los detalles de gobernar. Si lo dejo demasiado tiempo, puede que no lo haga nunca.
«Además, he visto lo mucho que te frustra esperar» —mandó—. «Quiero que seas feliz y quiero que Violeta tenga a sus abuelos».
«Estoy seguro de que la mimarán» —mandó Lucas en respuesta—. «Y los encontraremos».
Sofía se aferraba a esa certeza mientras se dirigía hacia el lugar donde Sebastián estaba con su hija. Percibía que él estaba intentando ser fuerte por ella, que deseaba que no se fuera o irse él. Lo besó con ternura.
—No estaré mucho tiempo fuera —dijo ella.
—Cada momento se hará eterno —respondió Sebastián—. Y el camino hacia el sur es muy largo.
—El alto comerciante está seguro de que el viaje hasta la costa no durará más de una o dos semanas —dijo Sofía, con la esperanza de que tuviera razón—. Después de eso, el viaje hacia el interior podría durar otra semana, dos como mucho. Estaré otra vez contigo antes de que te des cuenta, junto con los abuelos de Violeta, si es que podemos encontrarlos.
—Dos meses se harán una eternidad —dijo Sebastián. Le pasó la mano por el pelo—. Pero sé lo feliz que te hará encontrar por fin a tus padres. Yo iría contigo, si pudiera.
Sofía sabía que lo haría y la idea de que toda la familia hiciera un viaje para encontrar a sus padres le provocaba un anhelo que dolía, aunque sabía que eso no podía suceder.
—Uno de nosotros tiene que quedarse aquí para hacer que las cosas funcionen.
—Solo deseo poder asegurar que estás a salvo —dijo Sebastián.
Sofía miró hacia el barco, donde una mezcla de sirvientes y soldados de Ishjemme estaban buscando un lugar en cubierta—. Tengo a medio regimiento conmigo, junto con Sienne, Lucas y Catalina. Creo que soy yo la que debe preocuparse por ti sin que nos tengas a nosotros para cuidarte.
—Haré todo lo que pueda para que no me vuelvan a encarcelar —prometió Sebastián con una sonrisa que Sofía le devolvió.
—Te quiero mucho —dijo, besándolo de nuevo. Se inclinó hacia abajo para besar la frente de su hija—. Y a ti también te quiero. Cuando crezcas, te contaremos la historia de cómo fuimos a buscar a tus abuelos para que pudieran verte.
Dejaba muchas cosas atrás en el reino. Su hija y su marido eran las más evidentes de entre ellas, pero también había muchas otras. Sus primos estaban aquí, Hans trabajando en la tesorería, Ulf y Frig en la hacienda de Monthys, Jan… bueno, a él no lo había visto desde el día de su boda, pero esperaba que estuviera bien.
Las diversas facciones del reino parecían calmadas de momento. La Iglesia de la Diosa Enmascarada y la Asamblea parecían estar tranquilas hasta ahora, mientras que el progreso para la gente que había sido esclavizada bajo la Viuda ya había empezado. Aún más, Sofía confiaba en Sebastián. Si alguien podía hacer funcionar las cosas aquí mientras ella no estaba, ese era él. Todos los nobles y la gente lo respetaban, mientras que él conocía todos los asuntos del gobierno mucho mejor que ella.
Aun así, dejarlos a él y a Violeta era lo más duro que había hecho.
—Vendré lo antes que pueda —prometió—. Aprenderé a movilizar al viento para que empuje el barco más rápido, si hace falta. No permitiré que nada nos separe mucho más tiempo del necesario.
—Y cuando vuelvas, tendrás historias que contar —dijo Sebastián con una sonrisa que Sofía veía que no sentía. Estaba siendo valiente por ella, СКАЧАТЬ