Название: Si Ella Se Ocultara
Автор: Блейк Пирс
Издательство: Lukeman Literary Management Ltd
Жанр: Зарубежные детективы
isbn: 9781094303895
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—Floyd, estas dos damas son del FBI. Les gustaría hacerte unas preguntas.
—¿FBI? ¿Para qué diablos? Yo no he hecho nada.
—Oh, no espero que hayas hecho algo —dijo Barnes—. Pero dime, Floyd: ¿cuándo fue la última vez que hablaste con Jeremy?
—Ah, diablos, ¿qué hizo?
—No lo sabemos aún —dijo Kate—. Quizás nada. Hemos venido a asegurarnos.
—Ha estado involucrado con Mercy Fuller —explicó Barnes—, la hija de Alvin y Wendy. Lo tenemos en la estación para interrogarlo. Pensé que deberías saber eso.
—¿Qué? Maldición, Sheriff —Floyd se encogió de hombros y sacudió la cabeza—. No me sorprende de todos modos. Ese muchacho nunca me dice nada. Probablemente ya son tres semanas desde que lo vi. Se quedó unas noches mientras Randy atendía sus asuntos. Pero estoy casi seguro de que vino un rato hace unas noches cuando yo estaba afuera en el bar. Dejó encendida la luz en su cuarto. Él viene acá a veces a ver películas. Porno, principalmente, eso creo. Un poco raro.
—¿Y nunca mencionó a Mercy Wheeler? —preguntó Kate.
—No. Diablos, casi ni habla. De fútbol, algo. Cómo los Redskins van a cagarla. Preguntó por su mamá pero yo no tenía ganas de tener esa conversación, ¿entienden? —hizo una pausa, como si de repente hubiera tenido un pensamiento— Diablos. ¿Los Fuller? Escuché lo que les pasó. ¿Mataron a Mercy, también?
—No —dijo Barnes—. De hecho, está desaparecida.
—hablamos con Jeremy acerca de su relación con ella —dijo Kate—. Nos contó que a Mercy no le gustaban sus padres y estaba sugiriendo que Mercy tenía algo que ver con sus asesinatos.
—No sé por qué mentiría acerca de eso —dijo Floyd. No parecía ofendido ante la acusación que estaban haciendo. De hecho, parecía más bien indiferente a toda la situación, como si no le importara para nada—. ¿Tuvieron citas?
—Jeremy dice que era solo una relación física —dijo DeMarco—. Pero también dijo que ella le hacía confidencias, contándole que odiaba a sus padres. Cómo quería asesinarlos.
—Perdónenme si hago una pregunta tonta —dijo Floyd—, pero, ¿por qué están aquí? Diablos, Sheriff Barnes… usted probablemente conoce mejor a Jeremy que yo.
—¿Tiene él un cuarto aquí? —preguntó Kate.
—Sí. El último al final del corredor.
—¿Nos permitiría echar un vistazo?
Floyd vaciló, sin saber qué responder. Miró a Barnes, como si buscara apoyo o ayuda de algún tipo.
—¿Tienes algo en ese tráiler que yo no aprobaría, Floyd? —preguntó Barnes.
En lugar de dar una respuesta directa, Floyd preguntó: —Solo el cuarto de Jeremy. ¿Correcto?
—Por ahora —dijo Barnes con algo de escepticismo—. Gracias, Floyd.
Barnes escoltó a Kate y DeMarco hasta el tráiler. Mientras caminaban hacia el desvencijado porche, Kate miró a Floyd Branch. Iba caminando de regreso a su cobertizo, aparentemente sin estar afectado por la conversación.
—No resultó tan malo como usted nos advirtió —dijo Kate.
—Aparentemente hoy empezará a beber más tarde.
Caminaron al interior del tráiler y Kate se sorprendió con lo que vio. Había estado esperando que estuviera en un estado de abandono y desorden. Pero Floyd aparentemente poseía muy poco, incluyendo lo que podría estar en desorden. El lugar estaba razonablemente limpio, aunque tenía la misma clase de tufo que Kate había percibido antes en el tráiler de su hijo: cerveza añeja y algo ligeramente cáustico que era probablemente el humo generado por la hierba al fumarla.
El pasillo era estrecho y conducía a solo tres habitaciones: un dormitorio, un baño, y un dormitorio más pequeño cerca de la parte trasera. Kate y DeMarco entraron al cuarto de Jeremy mientras Barnes se quedaba afuera.
—Estoy aquí para cualquier cosa que necesiten —dijo—. Pero apenas hay espacio para dos allí adentro, mucho menos para tres.
Tenía razón. La habitación era muy pequeña, ocupada en su mayor parte por un colchón individual que estaba en el suelo y un viejo escritorio con pilas de DVDs y CDs sobre él. Un pequeño televisor y un polvoriento reproductor de DVD se hallaba en el suelo al pie del colchón, con los cables y las conexiones serpenteando por el piso. Un teléfono celular se encontraba encima del televisor, conectado a un cargador que a su vez estaba enchufado a un adaptador con múltiples salidas y también daba energía al televisor, el reproductor de DVD y el pequeño ventilador de la ventana.
Kate levantó el teléfono. Era un iPhone, como tres modelos por detrás del más actual. Al presionar el botón de inicio, la pantalla se desplegó al instante. No había necesidad de contraseña. La pantalla de inicio mostraba unas pocas aplicaciones: juegos, ajustes, fotos, y reloj. Supuso que era un aparato inútil como teléfono, pues no tenía servicio, pero que todavía era usado para jugar. Ella tenía amigos que habían complacido a sus hijos mayores en lo de poseer un celular de esta misma forma. Antes de regalarles un teléfono con todos los servicios, le habían permitido a sus chicos tener uno usado sin todos los servicios, capaz de enviar textos a una selección de usuarios y de contener juegos que no requerían Wi-Fi.
Detrás de ella, DeMarco estaba revisando las películas. —Floyd realmente no estaba bromeando con respecto a que su hijo veía pornografía. La mitad de estos son títulos amateur de porno. La otra mitad es de sexo estilo Cinemax.
Kate siguió registrando el teléfono. Abrió las fotos y encontró que estaba repleto. Algunas eran de chicas, todas de fiesta. Algunas estaban con los pechos al aire. Otros se besaban entre sí, con una expresión en sus caras indicando claramente que estaban drogados. Había vídeos de estos eventos, todos más bien breves. Deslizó todo esto a la derecha hasta llegar a uno de menos de cinco minutos de duración. En el recuadro junto al título del vídeo vio el rostro de Mercy Fuller.
Presionó Play y le tomó menos de tres segundos comprender lo que estaba viendo antes de que lo cerrara. En el vídeo, Mercy estaba echada sobre su espalda, siendo tomada su imagen desde arriba. El director aparentemente era Jeremy, filmándola mientras tenía sexo con ella de manera ruda. No era forzado, si los sonidos que provenían de Mercy eran una indicación.
—Jesús —dijo Kate, deslizando para salir de Fotos.
—¿Qué era eso? —preguntó DeMarco.
—La prueba de que Jeremy Branch decía la verdad sobre al menos una cosa: ellos definitivamente estaban teniendo sexo.
Kate vio que aunque el teléfono en su mano no tenía acceso a Contactos —no lo necesitaba, ya que era imposible hacer llamadas desde el mismo—, ella vio que había unos cuantos hilos de texto. Abrió los mensajes y vio que había solo tres conversaciones. Una era con un contacto que había sido СКАЧАТЬ