Objetivo Principal: La Forja de Luke Stone — Libro n° 1. Джек Марс
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Читать онлайн книгу Objetivo Principal: La Forja de Luke Stone — Libro n° 1 - Джек Марс страница 14

Название: Objetivo Principal: La Forja de Luke Stone — Libro n° 1

Автор: Джек Марс

Издательство: Lukeman Literary Management Ltd

Жанр: Триллеры

Серия:

isbn: 9781094304168

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СКАЧАТЬ Sois como, sobrenaturales. Las balas, de alguna manera, nunca os dan. Pero estáis asustados, quemados. Habéis visto demasiado, habéis matado a demasiada gente. Tenéis su sangre en vuestras manos. Es invisible, pero está ahí.

      Riggs asintió para sí mismo.

      —Tuvimos un chico Delta por aquí hace tres años, de tu edad más o menos, él insistió en que estaba bien. Acababa de regresar de una misión secreta en Afganistán. Aquello había sido un matadero, por supuesto, pero él no necesitaba toda esta cháchara. ¿Te suena a alguien conocido? Cuando salió de aquí, se fue a su casa, mató a su esposa, a su hija de tres años y luego se metió una bala en la cabeza.

      Una pausa se extendió entre Luke y Riggs. Ninguno de los otros hombres dijo una sola palabra. El tipo era un aprieta-botones. Por alguna razón, entendió que ese era su trabajo. Era importante que Luke se mantuviera fresco y no permitiera que Riggs se metiera bajo su piel, pero a Luke no le gustaban este tipo de cosas. Sintió una oleada levantándose dentro de él. Riggs se estaba moviendo en territorio peligroso.

      —¿Es eso de lo que tienes miedo? —dijo Riggs. —Te preocupa ir a casa y esparcir los sesos de tu esposa por todo el...

      Luke se levantó de su silla y cruzó el espacio entre él y Riggs en menos de un segundo. Antes de que supiera lo que había sucedido, agarró a Riggs, le dio una patada a la silla que tenía debajo y lo arrojó al suelo como si fuera una muñeca de trapo. La cabeza de Riggs chocó con las baldoses de piedra.

      Luke se agachó sobre él y levantó su puño.

      Los ojos de Riggs estaban muy abiertos y por una fracción de segundo el miedo cruzó su rostro. Entonces su actitud tranquila volvió.

      —Eso es lo que quiero ver —dijo. —Un poco de entusiasmo.

      Luke respiró hondo y dejó que su puño se relajara. Miró a los otros hombres a su alrededor, ninguno de ellos había hecho un movimiento. Sólo se quedaron mirando de manera indiferente como si, que un paciente atacara a su terapeuta, fuera una parte normal de su día.

      No, no era eso, se quedaron mirando como si no les importara lo que sucediera, como si se hubieran quedado sin fuerzas.

      —Sé lo que estás intentando hacer —dijo Luke.

      —Estoy tratando de sacarte de tu caparazón, Stone. Y parece que finalmente está empezando a funcionar.

      * * *

      —No te quiero aquí —dijo Martínez.

      Luke se sentó en una silla de madera junto a la cama de Martínez. La silla era sorprendentemente incómoda, como si hubiera sido diseñada para desalentar la vagancia.

      Luke estaba haciendo lo que había evitado durante semanas: estaba haciéndole una visita a Martínez. El hombre estaba en un edificio diferente del hospital, sí. Pero era todo un paseo de doce minutos desde la habitación de Luke. Hasta ahora no había sido capaz de enfrentarse a ese paseo.

      Martínez había emprendido un largo camino, un camino por el que parecía no tener interés en pasar. Sus piernas habían sido destrozadas y no se pudieron salvar. Una la tuvieron que cortar por debajo de su pelvis, la otra por debajo de la rodilla. Todavía podía mover los brazos, pero estaba paralizado justo desde debajo de su caja torácica en adelante.

      Antes de que Luke entrara, una enfermera le susurró que Martínez pasaba la mayor parte del tiempo llorando. También pasaba mucho tiempo durmiendo, estaba tomando una gran dosis de sedantes.

      —Sólo he venido a decirte adiós —dijo Luke.

      Martínez había estado mirando por la ventana el día brillante de fuera. Ahora se había vuelto para mirar a Luke. Su cara estaba bien, siempre había sido un chico guapo y todavía lo era. Dios, o el Diablo, o quienquiera que estuviera a cargo de estas cosas, le había perdonado la cara al tío.

      —Hola y adiós, ¿vale? Me alegro por ti, Stone. Todos estáis de una pieza, saldréis caminando de aquí, probablemente obtendréis una medalla, algún tipo de mención. Nunca veréis otro minuto de combate porque estabais en la sala de psicología. Montad un despacho, ganad más dinero, enviad a otros chicos. Bien por ti, tío.

      Luke se sentó en silencio. Cruzó una pierna sobre la otra y no dijo una palabra.

      —Murphy estuvo aquí hace un par de semanas, ¿lo sabías? Le pregunté si iba a ir a verte, pero me dijo que no, que no quería verte. ¿Stone? Stone le sigue la corriente a los jefazos. ¿Por qué debería ver a Stone? Murphy dijo que se iba a subir a un tren de carga y a viajar por todo el país, como un vagabundo. Ese es su plan. ¿Sabes lo que pienso? Creo que se va a pegar un tiro en la cabeza.

      —Siento mucho lo que pasó —dijo Luke.

      Pero Martínez no estaba escuchando.

      —¿Cómo está tu esposa, tío? ¿El embarazo va bien? ¿El pequeño Luke junior está en camino? Eso es muy bonito, Stone, me alegro por ti.

      —Robby, ¿te he hecho algo? —dijo Luke.

      Las lágrimas comenzaron a correr por la cara de Martínez. Golpeó la cama con los puños. —¡Mírame, tío! ¡No tengo piernas! Voy a estar orinando y cagando en una bolsa el resto de mi vida, ¿de acuerdo? No puedo caminar, nunca más voy a caminar. No puedo...

      Sacudió la cabeza. —No puedo...

      Ahora Martínez comenzó a llorar.

      —Yo no he hecho esto —dijo Luke. Su voz sonaba pequeña y débil, como la voz de un niño.

      —¡Sí! ¡Lo hiciste! Tú hiciste esto. Fuiste tú, era tu misión, éramos tus hombres y ahora estamos muertos, todos menos tú.

      Luke sacudió la cabeza. —No, era la misión de Heath. Yo sólo estaba…

      —¡Bastardo! Sólo estabas siguiendo órdenes, pero podrías haber dicho que no.

      Luke no dijo nada. Martínez respiró profundamente.

      —Te dije que me mataras —él apretó los dientes. —Te dije… que… me… mataras. Ahora mira esto... este lío. Sólo tú podías. —él negó con la cabeza. —Podrías haberlo hecho, nadie lo hubiera sabido.

      Luke lo miró fijamente. —No podía matarte, eres mi amigo.

      —¡No digas eso! —dijo Martínez. —Yo no soy tu amigo.

      Volvió la cabeza hacia la pared. —Vete de mi habitación.

      —Robby...

      —¿A cuántos hombres has matado, Stone? ¿A cuántos, eh? ¿Un centenar? ¿Doscientos?

      Luke habló apenas por encima de un susurro. Respondió honestamente. —No lo sé, perdí la cuenta.

      —¿No podías matar a un hombre como un favor? ¿Un favor para tu supuesto amigo?

      Luke no habló. Tal cosa nunca se le había ocurrido antes. ¿Matar a su propio hombre? Pero ahora se daba cuenta de que era posible.

      Por una fracción de segundo, estuvo de vuelta СКАЧАТЬ