Название: El gran libro de la reencarnación
Автор: Janice Wicka
Издательство: Bookwire
Жанр: Документальная литература
Серия: Colección Nueva Era
isbn: 9788418211072
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Según una leyenda tibetana, al morir el Bodhidarma, su alma eclosionó en un aura de mil pétalos, cada uno de los cuales se convertiría en un nuevo ser humano, reencarnación del mismo Buda, que siendo uno se convertía en mil y, de esos mil, solo uno sería su sustituto como líder espiritual de los budistas, es decir, el Dalia Lama.
Los monjes, tras el cortejo fúnebre, se pusieron a buscar por todo el mundo a los descendientes espirituales y virtuales reencarnaciones de su Maestro, guiados por la intuición y atraídos por las vibraciones superiores de los mil recién nacidos.
De entre todos esos niños especiales, fueron escogiendo a los doce más elevados, y a esos doce los sometieron a diversas pruebas:
-Don de lenguas.
-Sensibilidad.
-Inteligencia.
-Bondad.
-Valor.
-Resistencia.
-Memoria de su vida pasada.
Este último punto era de vital importancia, ya que los escogidos debían reconocer los objetos que habían pertenecido al Buda sin duda alguna.
Dependiendo de las habilidades y de la luz de los elegidos, el proceso podía durar solo unas semanas una vez que se instalaban en el monasterio, o bien entre cuatro y siete años, hasta que no quedara duda alguna de cuál de todos ellos merecía ser el Dalai Lama, reencarnación de Buda, quien a su vez al morir eclosionaría su alma en mil pétalos de colores que darían lugar a mil vidas, de las cuales una de ellas ocuparía el lugar del Dalai Lama fallecido, y así sucesivamente hasta el final de los tiempos, cuando el Bodhidarma viera la espalda del último ser humano ingresar en el Nirvana.
De cada mil reencarnaciones, solo una era elegida para dirigir el destino de toda la comunidad budista tibetana, entre otras cosas, porque solo esa persona había escogido ser Dalai Lama desde antes de su nacimiento, como así lo manifiesta varias veces cuando es puesto a prueba junto a sus hermanos de alma y de reencarnación que también optan por el puesto.
El budismo tibetano es el puente entre el budismo hindú y el budismo chino, y durante miles de años dichos budismo se han mantenido en pugna ideológica, y a veces incluso muy violenta, con respecto al legado de Buda.
El estilo hindú
En el budismo hindú la reencarnación está regida por las leyes del karma y atada al samsara, o rueda del destino, donde la reencarnación puede ser positiva o negativa, evolutiva o involutiva, dependiendo de los errores y los pecados cometidos en la vida presente, o en vidas pasadas, dando posibilidad a alcanzar la iluminación, y consecuente liberación del mundo material, en una sola vida si se ha hecho lo debido en todos los sentidos y planos vitales, algo que está reservado para muy pocos.
Si se hacen las cosas muy bien, aunque no perfectas, se puede ascender de casta de una vida a otra, pasando de paria a comerciante o funcionario, e incluso a brahmán si la vida se ha llevado excelentemente de acuerdo a las normas y leyes de las creencias de la India, pero nada más, ya que para alcanzar la iluminación un rico brahmán lo tiene más difícil que un monje, porque la liberación exige la renuncia y el desapego total a esta vida, sus placeres y sus posesiones materiales, con lo que la mayoría de los brahmanes reencarnan continuamente en su mismo contexto de riquezas y abundancia, como casta superior, portándose lo mejor posible para no perder su estatus, pero incapaces de escoger una vida más sencilla y pobre, como lo hizo Buda en su momento.
Por supuesto, si se ha llevado una mala vida y se han contravenido las leyes, las normas y las creencias, un brahmán puede pasar a renacer en una casta inferior.
Samsara, la rueda del destino
En la India el primer retroceso es de género sin posibilidad de elegirlo. En otras palabras, un hombre malo tiene muchas posibilidades de renacer como mujer en su próxima vida y en una casta inferior a la que tenía.
La India es un país muy espiritual, pero al igual que en casi todo Oriente, la mujer está muy por debajo del hombre, y solo las mujeres de las más altas castas y jerarquías pueden llevar una vida más o menos digna, y aspirar a evolucionar en su próxima vida al género masculino, siempre y cuando hayan llevado una vida digna, pura, sumisa y casi perfecta, siempre dispuesta a morir en la pira funeraria de su marido, demostrando su virtud de haber pertenecido a un solo hombre.
Nacer mujer en la India, y en buena parte de Oriente, no es la mejor elección para venir a ser feliz en este mundo.
Después de involucionar de hombre a mujer, el descenso involutivo se va haciendo casta tras casta, primero como hombre, y, si no se mejora, luego como mujer, y así sucesivamente hasta llegar al estado animal.
Renacer como vaca es una oportunidad de volver a ascender, pero si no se aprovecha la oportunidad, se va descendiendo cada vez más y más, pasando por todos los animales domésticos y de granja, perdiendo cada vez más las facultades mentales y espirituales, pero nunca el alma, que es la que se encarna siempre.
De esta manera se puede llegar a ser rata, animal salvaje e insecto, siempre con alma, pero cada vez más tonto y más salvaje, hasta perder la consciencia llegando a ser piedra o polvo, vibrando todavía, pero con muy pocas oportunidades para mejorar espiritualmente.
Se puede renacer en árbol o flor, en cereal o en ave, en pez o en lagarto, dentro de un mismo territorio e incluso cercano a la misma familia, y un santón puede intuir si el mono, el perro o el elefante fue un pariente cercano en una vida anterior, y que en su vida presente está pagando por sus pecados.
Con todo, el alma nunca se pierde y siempre hay la oportunidad de volver a evolucionar y recuperar la condición humana para aspirar a la liberación y al Nirvana si a través de un buen darma se purifica el karma y los pecados y errores son perdonados.
Cuando se evoluciona se puede elegir el lugar, la familia y la prosperidad de la próxima vida.
Cuando se involuciona cada vez hay menos posibilidades de elección, e incluso en ciertos estados puede ser nula.
El estilo budista chino
Curiosamente, la llegada del budismo a China no elevó la espiritualidad, sino que aumentó el número de dioses, creencias y supersticiones en buena parte de Asia, dejando el tema de la reencarnación de lado, ya que las condiciones de vida del gigante asiático no animaban a la población a volver a este valle de lágrimas de ninguna manera, ni peor ni mejor. Muchos chinos preferían las habitaciones celestiales o el terrible infierno a pasar hambrunas, guerras, terremotos, inundaciones, enfermedades y todo tipo de calamidades.
Solo en algunas partes del Imperio se adoptó la idea de la reencarnación, en lugares como lo que hoy es Camboya, Malasia, Corea y Vietnam, donde ya existía, y persiste, una fuerte tradición con respecto a los familiares fallecidos.
Buda chino de Avalokiteshvara
En muchos casos se prefería que el familiar muerto se convirtiera СКАЧАТЬ