¿Cómo debemos rendirle culto?. R. C. Sproul
Чтение книги онлайн.

Читать онлайн книгу ¿Cómo debemos rendirle culto? - R. C. Sproul страница 7

Название: ¿Cómo debemos rendirle culto?

Автор: R. C. Sproul

Издательство: Bookwire

Жанр: Документальная литература

Серия:

isbn: 9781629461335

isbn:

СКАЧАТЬ al corazón contrito y humillado no despreciarás tú, oh Dios” (Salmos 51:16-17). Y Jesús explicó la esencia de la adoración a la mujer de Sicar: “Mas la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad” (Juan 4:23). Noten que “en espíritu” aparece primero. Hay algo de ambigüedad en este texto, pero la idea central es que Dios se fija en la actitud espiritual de la persona que viene ante Él a adorar. Así que la adoración verdadera –la latria verdadera, el sacrificio verdadero, el servicio verdadero– empieza en el alma.

      Una vez conocí a un hombre que era joven en la fe y lleno de ese entusiasmo tan característico de aquellos que recién han nacido de nuevo. Él estaba enamorado de la Palabra de Dios, estudiando las Escrituras atentamente todos los días. No puedo recordar haber visto alguna vez a un joven cristiano que pusiera su corazón tan diligentemente en la búsqueda del conocimiento de Dios. Un día vino y me dijo: “Romanos 8 y 9–esto es lo más emocionante que he leído hasta ahora. Ya sabes, ‘a Jacob amé, mas a Esaú aborrecí’–la elección y todo eso. Todo tiene mucho sentido. Sé que esa es la única manera en que yo podría entrar”. Estaba delirando en su entusiasmo por una de las doctrinas más controversiales de la fe cristiana. Mientras escuchaba su gozosa efusividad sobre Romanos 8 y 9, yo estaba pensando: “Si amas esto, tienes que haber nacido de nuevo”. Pero al mismo tiempo pensé que la mayoría de las personas que leen esa porción de la Escritura reaccionan con indignación, enojo, hostilidad y resistencia.

      Esa fue la reacción de Caín a la Palabra de Dios. Génesis 4 dice que cuando a Dios no le agradó su ofrenda, él se airó y su semblante decayó. Sabemos lo que es la indignación justa. La asociamos con la ira de Dios. Cuando Dios está enojado, es un enojo santo, un enojo justo. Nunca nadie puede acusar a Dios de ser injusto o estar enojado arbitrariamente. Las personas se enojan unas con otras, en ocasiones justificadamente y en otras ocasiones injustificadamente. A veces se imputan motivos equivocados unos a otros. No conocen todos los hechos que necesitan; si supieran más, no se enojarían. Todos hemos tenido experiencias como estas. Pero si Dios está enojado con nosotros, no hay circunstancias atenuantes. No podemos decir a Dios: “Dios, si tan solo conocieras todos los hechos, no te enojarías conmigo”. Caín fue presuntuoso al enojarse con Dios cuando no le agradó su ofrenda. Tal vez nada prueba más vívidamente el estado del corazón de Caín que su reacción al juicio de Dios.

      Si somos hijos de Cristo y estamos ante el tribunal de Dios en el día final y Dios nos dice: “Estás cubierto por la sangre de Mi Hijo, y eso es bueno porque tú hiciste esto, esto, esto, esto y esto”, nosotros no diremos: “Pero Señor, hice esto y aquello en Tu nombre. Realmente no estás siendo justo”. Sin embargo, habrá muchos que responderán de esa manera. Jesús les dirá a esas personas: “Por favor, vete, no sé quién eres” (ver Mateo 25). Una persona que confía en Dios confía no solamente en Sus promesas sino también en Su juicio. Incluso en una oración de arrepentimiento, esa persona reconoce que sería absolutamente justificado que Dios lo destruyera por su pecado. Nunca puedes venir a la iglesia de Dios o a la Mesa del Señor pensando que Dios te debe algo. Si lo haces, mejor abstente de orar, de participar de la Cena, porque estás blasfemando y difamando al Dador de toda buena dádiva y todo don perfecto, que solo te ha tratado con misericordia.

      A diferencia de Caín, Abel era humilde en su adoración, que es la única postura que puede tener un ser humano caído en el contexto de la adoración. La adoración arrogante es un oxímoron, una contradicción de términos. No obstante, la vemos a través de la Escritura. El evangelio fue dado a Adán y Eva. A medida que la historia de la redención se iba desarrollando, el pueblo de Israel continuaba recitando la promesa y demostrándola con su liturgia, sus señales, sacramentos y adoración de culto. Pero el juicio de los profetas que vino sobre la casa de Israel fue este: “Tu adoración se ha convertido en idolatría. No estás poniendo tu fe en Dios; la estas poniendo en Baal, en el templo, en los rituales que haces, en tu herencia, en tu biología. Estás confiando en todo menos en Dios”.

      ¿Alguna vez te has preguntado por qué hay un fenómeno universal de religión? Puedes ir a cualquier parte del mundo y encontrar evidencia de prácticas de sacrificio. ¿Por qué? Yo sugiero que es porque el programa y la prescripción originales para la adoración del Dios vivo eran sacrificios. Adán se lo dijo a Caín, Abel y Set. Set se lo dijo a Enoc, y él se lo dijo a sus hijos, y ellos a sus hijos y así sucesivamente. Fue enseñado a Abraham. Fue enseñado a Isaac. Fue enseñado a Jacob. Fue enseñado a José. Fue enseñado a Moisés. También fue enseñado a Ismael y a Esaú, y así la idea del requisito de sacrificio en fe se extendió a toda la raza humana.

      Pero hoy la necesidad de que los sacrificios se hagan en fe se ha olvidado–escuchamos que no importa qué es lo que crees siempre y cuando seas sincero. De hecho, el requisito básico del sacrificio es desconocido–no importa cuáles sean tus prácticas religiosas. No importa lo que adores. Solo importa que adores. Se dice que los judíos adoran a Dios a su manera, los musulmanes adoran a Dios a su manera y los budistas adoran a su manera. La suposición tácita es que Dios está dispuesto a recibir, honrar y respetar cualquier tipo de adoración que la gente traiga.

      A Dios no le agradó toda la adoración en Génesis 4. No le agradó la adoración de Caín. Y Caín respondió con enojo cuando vio que su adoración era inaceptable para Dios. Una persona fiel, una persona justa, habría dicho: “Oh, Dios mío. Me arrepiento de corazón por haber pecado contra Ti. Enséñame Tus estatutos, Señor. Muéstrame el camino más excelente. Cambia mi corazón, para que la ofrenda que te traiga el próximo Sabbat te honre. Estoy feliz, Santo Padre, de que por lo menos la ofrenda de mi hermano te haya agradado. Padre, dame una actitud que me permita aprender de mi hermano, porque mi hermano vive por fe y trata de obedecerte”. Pero esa no fue la respuesta de Caín.

      En realidad, esa nunca es la respuesta del impío ante el piadoso. ¿A cuál de los profetas no mataron? ¿Cuál de los reformadores en la historia de la iglesia no fue despreciado por la iglesia organizada? Como Caín, que se levantó y mató a su hermano Abel, las iglesias perversas han derramado la sangre de cristianos verdaderos. De hecho, fue la iglesia la que se levantó para matar a Jesús porque a Él no le agradaban sus sacrificios.

      Nunca he sido torturado o puesto en juicio por mi fe. La persecución que he tenido que soportar en este mundo es minúscula comparada con lo que los héroes de la fe tuvieron que pasar. Pero cualquiera que haya sido la persecución que he experimentado en mi vida, la carga más pesada vino de la iglesia falsa, esa parte de la iglesia que no cree en el evangelio y no tiene un corazón dispuesto para la adoración. La iglesia siempre ha estado compuesta de trigo y cizaña, y la primera iglesia no fue la excepción. Las cizañas (Caín) eran muy religiosas, pero odiaban a Dios, y también odiaban el trigo. Así que avanzaron para destruir el trigo (Abel). Necesitamos saber esto porque siempre ha sido así.

      Recuerda la palabra que Jesús usó repetidamente para los líderes religiosos de Su época: hipócrita. Él dijo: “Ustedes hacen sus sacrificios; pagan sus diezmos; leen su Biblia. Pero ay de ustedes escribas y fariseos, hipócritas. Están actuando. No hay fe en sus corazones. No me están ofreciendo adoración en fe” (Mateo 23). Eran muy religiosos, pero sus corazones estaban alejados de Dios.

      Lo más importante que debemos entender sobre la adoración es que la única adoración aceptable para Dios es la adoración que proviene de un corazón que confía en Dios, y solo en Dios.

      GUÍA DE ESTUDIO DEL CAPÍTULO 2

      INTRODUCCIÓN

      La ofrenda de sacrificio en el templo o tabernáculo era el elemento principal de la adoración del Antiguo Testamento. Cristo se ofreció a Sí mismo como el sacrificio por excelencia para el pecado, por tanto nosotros no ofrecemos animales en el altar en nuestra adoración. Sin embargo, el sacrificio continúa siendo un aspecto central de lo que constituye la adoración históricamente, СКАЧАТЬ