Ciudad Carbón Destartalada. Foraine Amukoyo Gift
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      “¿Por qué no vas y te enteras en vez de estar murmurando frente a nosotras?”, dijo Gloria.

      Rachel jugó con el tablero de su computadora, “Estoy cansada. No tengo fuerzas para bajar las escaleras.”, dijo Gloria.

      “Hay un ascensor en este edificio. No más retrasos niña”. Dijo Gloria.

      “Mueve tu perezoso trasero”, dijo Temba y tosió.

      Rachel se levantó y sacudió sus nalgas frente a Temba. “No demasiado perezoso como para dar algunos pellizcos sonoros”.

      “Rachel, el director quiere que vayas a su oficina. Deja de bromear y muévete antes que te golpee el culo con el intercomunicador”. Dijo Gloria.

      “Sí, ya voy, ya voy”. Rachel jugó con el cabello de Gloria y encendió el aire acondicionado. Salió rápidamente antes que la mirada acusadora de Gloria la sofocara.

      Rachel corrió frente a la entrada del mall con el entusiasmo de una colegiala. Gloria y Temba la alcanzaron.

      “Rachel, tenías que pagar el taxi, pero no esperaste, así que la cena va por tu cuenta en la casa”, dijo Gloria.

      Rachel levantó una ceja. “¿Por qué? Toma tu dinero del taxi”. Contó algunas monedas y se las dio a Gloria. La cena es más cara. De cualquier forma no voy a ir a la casa, recuerden que tengo una cita esta noche”.

      Gloria se rió. “Miren a esa chica mala. Yo creo que tienes dinero. La próxima vez cumple con tu parte”. Las tres chicas se rieron y se tropezaron entre ellas cuando entraban al cine.

      Gloria haló el brazo de Rachel. “Rachel, Mike nos está saludando. Vente, vamos a saludarlo”.

      “Por favor chicas, podemos hacerlo después. Vamos y acomodémonos para la película. No queremos perder nuestros asientos, “¿No?”

      “Yo creía que te había dado estas entradas gratis” Eres increíble. Guárdanos los asientos, ya venimos”. Dijo Gloria.

      Gloria y Temba fueron hacia la taquilla de ventas. Rachel se golpeó la frente con su mano y las siguió para saludar a un sonriente Mike. Rápidamente les agradecieron por las entradas y le prometieron que lo llamarían después de la película.

      Mike había terminado su turno y esperaba a las mujeres. Sonrió tímidamente al ver a Rachel. Gloria y Temba se apartaron, Rachel le dirigió una fría sonrisa y pasó al lado de él.

      Mike la siguió. “Hola Rachel. “¿Te gustaría una copa de vino? Hay un concierto esta noche en Night Club Raven, en el cuarto piso”.

      Rachel se detuvo. “Por supuesto que conozco el club. No estoy interesada. Tengo una cita esta noche”.

      “Oh, ok. ¿Qué tal un almuerzo mañana?”

      “Mike, en realidad no estoy interesada en salir contigo. Gracias por las entradas para la película. Realmente lo disfruté. Adiós”. Se alejó.

      “Buenas noches”. Mike se quedó viendo el movimiento ondulante de sus caderas y les dio un corto saludo. Caminó hacia atrás y tropezó con Gloria.

      Gloria se frotó el hombro. “¡U! me lo vi venir”

      “Lo siento tanto. Espero que no te haya herido”.

      “Ni un rasguño. Gracias por la película Mike”. Dijo Gloria.

      “Hiciste nuestro día muy agradable”, dijo Temba.

      “Fue un placer. Buenas noches, jóvenes”.

      CAPÍTULO CINCO

      En la atenuada mugre de Inferknow, sobresalían dos estructuras magníficas. En las noches principales, ambas puertas se mantenían abiertas hasta el amanecer. Eran noches de expulsión de hechizos demoníacos y un desfile de caras botellas de bebidas.

      Los últimos viernes de cada mes se hacía un sacrificio de vírgenes en el hotel. En un cuarto exclusivo, perros sobre una cama nupcial profanaban chicas menores de edad para que sus huéspedes se divirtieran. En la iglesia, algunos acomodadores ataban a hermanos poseídos a pilares para que fuesen azotados por el pastor con escobas confesionales y agua bendita.

      El hotel estaba al lado de la casa religiosa de adoración. La campana de la iglesia llamaba al culto de la tarde. Algunos huéspedes del hotel se sentían incómodos cuando la campana sonaba en medio de gemidos y quejidos. Inferknow era muy lucrativo para sus negocios. La administración del hotel hizo todo lo posible para que la iglesia se mudara a otro sitio. El dueño le había pagado en secreto a un perito para que abarcara el terreno de la iglesia. La mitad de este invadía el camino y él le había escrito anónimamente al gobierno.

      Famoso por su concepto del jazz con bandas en vivo los viernes, era el único en su tipo en la colonia, accesible y económico y decorado con gusto. Su discreción también atraía a muchos clientes potenciales de todas partes.

      El bar y el restaurante de hotel eran oscuros. Joel sujetó a Ezekiel por la espalda. “¡Hombre! Veo que la bebida te ha tumbado”.

      “La cuenta la pagas tú. ¿Por qué has llegado tarde? He estado esperando las dos últimas horas y por eso creo que me debes una botella”. Se estrecharon las manos.

      “Debes estar bromeando” Joel se rió con gusto.

      “He tenido las nalgas pegadas a este taburete durante horas. No te llamé porque tomé en cuenta que lo que fuese que te tenía ocupado era muy importante”.

      “No estás lejos de la verdad, Ezekiel, diste en el clavo”. Joel le hizo señas al barman para que le sirviera un trago.

      “Así que ¿cuál fue la razón para que me hicieras esperarte tanto tiempo?”

      “No mucho, hermano. Estuve atascado en una tranca del tránsito. Todo está vuelto loco en la ciudad. Desearía que mi carro tuviera alas y pudiera volar sobre los frustrantes caminos”.

      “Ese es un deseo caro. Mi cuenta bancaria vacía me exime de esas quejas lujosas. Sólo me bajo del autobús y camino el resto del camino hacia mi casa o a cualquier otro lugar, en estos días no necesito estar apurado”.

      “Eso no es gracioso. Tenemos que hacer algo sobre tu estatus. Ese par de viejos zapatos me avergüenzan, en serio”. Joel se rió.

      “¿Alguna vez he rehusado un par de zapatos nuevos que me hayas dado? Con tus finas camisas bastante usadas a las que ni siquiera puedes lavarles el asqueroso perfume. Mira a este hombre adinerado demasiado tacaño para gastar en su vestimenta”. Se rieron y Ezekiel le dio un ligero golpe a Joel el brazo.

      Joel tomó su bebida y tomó algunos sorbos de la crema irlandesa. “¿Por qué te gusta estar aquí?”

      “La verdad es que no tenía suficiente dinero para ir hasta el centro. Me apenaba decírtelo por teléfono”.

      “Tranquilo hombre, somos como hermanos” Joel empujó a Ezekiel por el codo.

      “Lo sé Joel, pero algunas veces…”

      “Algunas veces tienes que dejar tu orgullo. No dejes que tu ego se interponga en nuestra amistad, por favor. СКАЧАТЬ