El Anticristo. Friedrich Nietzsche
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Название: El Anticristo

Автор: Friedrich Nietzsche

Издательство: Bookwire

Жанр: Документальная литература

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isbn: 9788026803379

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СКАЧАТЬ habría quedado de él lo principal: el espíritu puro. También sobre este punto pensamos nosotros mejor; el ser consciente, el espíritu, es considerado por nosotros precisamente como síntoma de una relativa imperfección del organismo, como un intentar, un tentar, un fallar; como una fatiga en la que se gasta inútilmente mucha fuerza nerviosa; nosotros queremos que una cosa cualquiera pueda ser hecha de modo perfecto hasta cuando es hecha conscientemente. El espíritu puro es una pura impertinencia: si quitamos de la cuenta el sistema nervioso y los sentidos, la envoltura mortal, erramos el cálculo, y nada más.

      Capítulo 15

      Ni la moral ni la religión entran en contacto en el cristianismo con un punto cualquiera de la realidad. Causas puramente imaginarias (Dios, alma, yo, espíritu libre, albedrío y también voluntad no libre), efectos puramente imaginarios (pecado, redención, gracia, castigo, perdón de los pecados). Relaciones entre criaturas imaginarias (Dios, espíritu, alma) ; una ciencia natural imaginaria (antropocéntrica: falta completa de la noción de las causas naturales); una sicología imaginaria (completo desconocimiento de si mismo, interpretación de sentimientos generales placenteros odesplacenteros; por ejemplo, de los estados del nervio simpático, con la ayuda del lenguaje figurado de una idiosincrasia religiosa-moral; arrepentimiento, remordimiento, tentación diabólica, la proximidad de Dios); una teología imaginaria (el reino de Dios, el juicio final, la vida eterna).

      Este mundo, de pura ficción, se distingue perjudicialmente del mundo de los sueños, en que desvalora, niega la realidad. En cuanto el concepto de naturaleza fue encontrado como opuesto al de Dios, la palabra natural debía ser sinónima de reprobable; todo aquel mundo de ficción tiene su raíz en el odio contra lo natural (contra la realidad); es la expresión de un profundo disgusto de la realidad… Pero con esto todo queda explicado. ¿Quién es el que tiene motivos pasa salir, con una mentira de la realidad? El que sufre por ella. Pero sufrir por la realidad significa ser una realidad mal lograda…

      El predominio de los sentimientos de desplacer sobre los de placer es la causa de aquélla moral y aquella religión ficticias; pero ese predominio suministra la fórmula de la decadencia.

      Capítulo 16

      La crítica del concepto cristiano de Dios nos lleva a idéntica conclusión. En este concepto venera el cristiano las condiciones en virtud de las cuales se distinguen sus propias virtudes; proyecta el goce que encuentra en si mismo su sentimiento de poderío en un ser al cual pueda estar agradecido por estas cualidades. Quien es rico quiere donar; un pueblo feroz tiene necesidad de un Dios para hacer sacrificios… La religión, dentro de estas mismas premisas, es una forma de gratitud. Se es reconocido consigo mismo; para esto se tiene necesidad de un Dios. Un Dios semejante debe poder ayudar y damnificar, debe ser amigo y enemigo; se le admira en el bien como en el mal.

      La castración, contraria a la naturaleza, de un Dios para hacer de él un Dios sólo del bien, estaría aquí fuera de toda deseabilidad. Hay necesidad del Dios malo tanto como del Dios bueno; no se debe la propia existencia precisamente a la tolerancia, a la filantropía… ¿Qué importancia tendría un Dios que no conociera la cólera, la venganza, la envidia, el escarnio, la violencia? ¿Que no conociera ni siquiera los fascinadores apasionamientos de la victoria y del aniquilamiento? Semejante Dios no se concebiría: ¿qué objeto tendría? Claro está que cuando un pueblo perece, cuando siente desvanecerse definitivamente la fe en su porvenir, la esperanza en su libertad; cuando la sujeción le parece la primera utilidad y las virtudes del esclavo son para él condiciones de conservación, entonces su Dios también debe transformarse. Entonces se hace astuto, miedoso, modesto, aconseja la paz del alma, el no odiar, la indulgencia hasta el amor del amigo y del enemigo. Moraliza siempre, se arrastra en la caverna de las virtudes privadas, se convierte en Dios para todos, se hace un hombre privado, cosmopolita … En otro tiempo, el Dios representaba un pueblo, la fuerza de un pueblo, todo lo que de agresivo y de sediento de poderío anidaba en el alma de un pueblo: ahora es simplemente el buen Dios …

      En realidad, para los dioses no hay otra disyuntiva: o son la voluntad de poderío, y entonces serán los Dioses de un pueblo, o son la incapacidad de poderío, y entonces se hacen necesariamente buenos…

      Capítulo 17

      Donde en cualquier forma declina la voluntad de poderío, se da siempre a la vez una regresión fisiológica, una decadencia. La divinidad de la decadencia, mutilada de sus virtudes y de sus instintos viriles, es ahora necesariamente el Dios de los degenerados fisiológicamente, de los débiles. Estos no se llaman a sí mismos los débiles: se llaman los buenos… Se comprende sin necesidad de explicaciones en qué momento de la historia se hace justamente posible la ficción dualística de un Dios bueno y de un Dios malo. Con el mismo instinto con que los sometidos rebajan su Dios al grado de bien en si, cancelan las cualidades buenas del Dios de los vencedores; se vengan de su amo, haciendo del Dios de éstos un diablo. El Dios bueno es así también el diablo: ambos son partes de la decadencia.

      ¿Cómo es posible haberse rendido tanto a la simpleza de los teólogos cristianos, que se haya llegado a decretar con ellos que la evolución del concepto de Dios, del Dios de Israel, del Dios de un pueblo al Dios cristiano, al compendio de todos los bienes, es un progreso? Pero el mismo Renan lo decretó así. ¡Como si Renan tuviera el derecho de ser simple! Sin embargo, lo contrario salta a los ojos. Si la suposición de la vida ascendente, si todo lo que es fuerte, valeroso, soberano, fiero, es eliminado del concepto de Dios; si, paulatinamente, Dios se rebaja hasta llegar a ser el símbolo de un báculo para los fatigados, un áncora de salvación para todos los náufragos; si llega a ser el Dios de los pobres, el Dios de los pecadores, el Dios de los enfermos por excelencia, y el predicado de salvador, redentor queda, por decirlo así, como el predicado divino en general, ¿de qué nos habla semejante transformación, semejante reducción de la divinidad? En efecto: con esto el reino de Dios ha llegado a ser más grande. En otro tiempo, Dios sólo tenía su pueblo, su pueblo elegido. Después se marchó al extranjero, lo mismo que su pueblo, en peregrinación, y desde entonces ha residido ya fijamente en parte alguna: desde que se encontró dondequiera en su casa él, el gran cosmopolita, desde que no tuvo de su parte el gran número y la mitad de la tierra. Pero el Dios del gran número, el demócrata entre los dioses, no por esto se hizo un fiero Dios pagano; siguió siendo hebreo, siguió siendo el Dios de todos los rincones y lugares oscuros, de todos los barrios insalubres del mundo entero … Luego como antes, su reino mundial es un reino del mundo subterráneo, un hospital, un reino de ghetto … Y él mismo es tan pálido, tan débil, tan decadente … Hasta los más pálidos entre los pálidos se hicieron dueños de él; los señores metafísicos, los albinos de la idea. Estos tejieron lentamente en torno a él su telaraña, hasta que él, hipnotizado por sus movimientos, se convirtió a su vez en una araña, en una metafísica. Y entonces tejió el mundo, sacándolo de si mismo -sub specie Spinozae-; entonces se transfiguró en un ser cada vez más sutil y pálido, se convirtió en ideal, se hizo espíritu puro, llegó a ser lo absoluto, la cosa en si… Decadencia de un Dios: Dios se hizo cosa en si…

      Capítulo 18

      El concepto cristiano de Dios -el Dios entendido como Dios de los enfermos, como araña, como espíritu-es uno de los conceptos más corrompidos de la divinidad que se han forjado sobre la Tierra; quizá represente el nivel más bajo en la evolución descendente del tipo de los dioses. Dios, degenerado hasta ser la contradicción de la vida, en vez de ser su glorificación y su eterna afirmación. La hostilidad declarada a la vida, a la naturaleza, a la voluntad de vivir, en el concepto de Dios. Dios, convertido en fórmula de toda calumnia, de toda mentira del más allá. ¡La nada divinizada en Dios, la voluntad de la nada santificada!

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