Historia de las ideas contemporáneas. Mariano Fazio Fernandez
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      Libertad, para Rousseau, es autonomía, autolegislación. Este concepto será retomado por Kant, que lo pondrá en la base de su sistema moral. La igualdad se transforma en igualdad legal: la ley es la declaración de la voluntad general y es igual para todos.

      5. La Ilustración alemana

      En Alemania, la Ilustración atraviesa diversas fases. La amplitud de los intereses de los ilustrados alemanes, el prestigio que adquieren sus principales centros universitarios y el influjo de algunas de las tesis defendidas, hacen de la Aufklärung el precedente de la época de oro de la filosofía y de la literatura alemana, que presenta entre sus hombres más destacados a un Kant, un Goethe o un Hegel.

      La primera fase de la Ilustración alemana está representada por dos filósofos del derecho. Samuel Pufendorf (1632-1694) y Christian Tomasius (1655-1728) elaboran una doctrina del derecho natural de perfil racionalista, donde los preceptos de justicia se deducen de leyes y principios generales y racionales. Ambos filósofos —pero más específicamente Tomasius— separan el derecho natural de la metafísica y de la teología. El análisis metafísico del hombre, llevado a cabo por la segunda escolástica para fundamentar el derecho natural, es sustituido por un análisis psicológico de las tendencias y pasiones humanas.

      Con Christian Wolff (1679-1754) se da inicio a la segunda fase de la Ilustración alemana. Profesor universitario en Halle, es el representante más típico de la filosofía que pocos años más tarde Kant denominará dogmática. Wolff tiene la pretensión de crear un sistema filosófico completo. Siendo discípulo de Leibniz, y tomando elementos metafísicos de la segunda escolástica, y en particular del esencialismo de Suárez, su sistema es una gigantesca construcción lógico-formal, completa, coherente, pero alejada de la realidad sensible. En este sistema la lógica desarrolla un papel metodológico fundamental. El principio de no contradicción y el de razón suficiente constituyen el sustrato formal de toda ciencia.

      Las ciencias pueden ser racionales o empíricas, y cada una de ellas tiene un aspecto teórico y una aplicación práctica. Sin una gran originalidad —se puede decir que Wolff es un ecléctico— dejó a la posteridad filosófica una terminología que gozaría de gran éxito en el futuro: después de Wolff se generalizó los términos ontología para referirse a la metafísica, crítica para la teoría del conocimiento, se habló de teodicea más que de teología natural.

      Wolff era un creyente sincero, y al mismo tiempo era un racionalista. Por eso, no dudó en considerar a la razón como juez de la fe. Esta posición teórica le ganó las antipatías de los pietistas, que llevaron a Wolff al exilio, aunque retornará a su patria bajo la protección del rey. Esta circunstancia de la vida de Wolff nos permite pasar a tratar del ámbito más específico de la Aufklärung: la filosofía de la religión y en particular la relación fe-razón.

      En la Alemania del siglo XVIII existía un grupo religioso llamado pietista. De origen luterano, el pietismo subrayaba la importancia del aspecto interior de la religión: la fe se manifiesta primordialmente en el sentimiento y en la religiosidad personal más que en las verdades dogmáticas. Aunque esta actitud puede parecer contraria o al menos no muy favorable a la Aufklärung, sin embargo la desconfianza pietista frente a todo tipo de metafísica o de teología escolástica logró unir a dos movimientos aparentemente antitéticos.

      El tercer periodo de la Ilustración alemana se desarrolla en la última parte del gobierno de Federico el Grande (1712-1786), rey de Prusia, amigo de filósofos ingleses y franceses, y protector de Voltaire. El mismo rey escribió algunas obras filosóficas, como el Ensayo sobre el amor de sí considerado como el principio de la moral (1770).

      La introducción y traducción de algunos libros de los deístas ingleses Toland y Tindal favoreció el desarrollo de una corriente de deísmo alemán. En este ambiente intelectual hay que citar a Hermann Samuel Reimarus (1694-1768), de raza hebrea, y decidido defensor de la religión natural. En una obra publicada póstumamente por Lessing, y que llevaba como título Apología y defensa de los adoradores racionales de Dios, Reimarus sostenía que la única revelación divina era el mundo natural. Las revelaciones sobrenaturales eran sólo invenciones humanas, y los mismo milagros eran una ofensa a Dios, que ha querido crear un mundo organizado y gobernado mediante un sistema racional.

      Otro filósofo de origen judío y de convicciones deístas es Moses Mendelssohn (1729-1786), quien no compartía la hostilidad de Reimarus contra la revelación sobrenatural. Mendelssohn se interesó sobre todo acerca de la relación entre religión y poder político, defendiendo la tolerancia y la no intervención del Estado en materias religiosas.

      El filósofo de mayor relieve en este ámbito de la filosofía de la religión de la Ilustración alemana es Gotthold Ephraim Lessing (1729-1781). Este autor también será importante como punto de unión entre las ideas estéticas de Baumgarten, discípulo de Leibniz, y la teoría estética de Goethe. Por lo que se refiere a su pensamiento filosófico, no concuerda plenamente con Reimarus, aunque se hubiera ocupado de la publicación póstuma de una de sus obras. Lessing no cree que un cuerpo de doctrina pueda ser demostrado racional y universalmente, aunque se trate de verdades estrictamente naturales. La verdad absoluta y definitiva pertenece sólo a Dios. La actitud de Lessing respecto a la verdad se evidencia con esta célebre cita del alemán: «Si Dios tuviese en su mano derecha todas las verdades, y en su mano izquierda la única y siempre móvil aspiración a la verdad, con la posibilidad de errar siempre y eternamente, y me dijera: “elige”, yo me pondría humildemente de rodillas a su izquierda y diría: СКАЧАТЬ