Esperando . Блейк Пирс
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       CAPÍTULO OCHO

       CAPÍTULO NUEVE

       CAPÍTULO DIEZ

       CAPÍTULO ONCE

       CAPÍTULO DOCE

       CAPÍTULO TRECE

       CAPÍTULO CATORCE

       CAPÍTULO QUINCE

       CAPÍTULO DIECISÉIS

       CAPÍTULO DIECISIETE

       CAPÍTULO DIECIOCHO

       CAPÍTULO DIECINUEVE

       CAPÍTULO VEINTE

       CAPÍTULO VEINTIUNO

       CAPÍTULO VEINTIDÓS

       CAPÍTULO VEINTITRÉS

       CAPÍTULO VEINTICUATRO

       CAPÍTULO VEINTICINCO

       CAPÍTULO VEINTISÉIS

       CAPÍTULO VEINTISIETE

       CAPÍTULO VEINTIOCHO

       CAPÍTULO VEINTINUEVE

       CAPÍTULO TREINTA

       CAPÍTULO TREINTA Y UNO

       CAPÍTULO TREINTA Y DOS

       CAPÍTULO TREINTA Y TRES

       CAPÍTULO TREINTA Y CUATRO

       CAPÍTULO TREINTA Y CINCO

       CAPÍTULO TREINTA Y SEIS

       CAPÍTULO TREINTA Y SIETE

       CAPÍTULO TREINTA Y OCHO

       CAPÍTULO TREINTA Y NUEVE

       CAPÍTULO CUARENTA

       CAPÍTULO CUARENTA Y UNO

       CAPÍTULO CUARENTA Y DOS

       CAPÍTULO CUARENTA Y TRES

       CAPÍTULO CUARENTA Y CUATRO

      PRÓLOGO

      Janet Davis no estaba consciente de nada excepto el terrible dolor que sentía en su cráneo. Se sentía como si alguien estuviera martillando su cabeza.

      Tenía los ojos cerrados. Cuando trató de abrirlos, una luz blanca deslumbrante la cegó, así que tuvo que volverlos a cerrar.

      La luz se sentía caliente en su rostro.

      «¿Dónde estoy? —se preguntó—. ¿Dónde estaba antes... antes de que esto pasara?»

      Entonces comenzó a recordarlo todo…

      Había estado tomando fotografías en las marismas cerca del parque Lady Bird Johnson. Los narcisos del parque ya no deberían estar floreciendo a esta fecha de verano, pero las hojas de cornejo estaban muy verdes y se veían hermosas en el atardecer.

      Había estado en el puerto deportivo fotografiando los barcos oscuros y la hermosa sombra de la puesta de sol en el agua cuando oyó pasos acercándose rápidamente por detrás. Antes de que pudiera darse la vuelta, sintió un golpe detrás de su cabeza, la cámara salió volando de sus manos y…

      «Perdí el conocimiento, supongo», pensó.

      Pero ¿dónde estaba ahora?

      Estaba demasiado atontada, tanto así que no se sentía asustada. Pero sabía que pronto estaría aterrorizada.

      Cayó en cuenta de que estaba tumbada de espaldas sobre una superficie dura.

      No podía mover los brazos ni las piernas. Tenía las manos y los pies entumecidos debido a que tenía las muñecas y los tobillos atados.

      Pero la sensación más extraña era de unos dedos sobre su rostro, restregando algo suave y húmedo en su piel caliente.

      Logró decir con mucho esfuerzo: —¿Dónde estoy? ¿Qué estás haciendo?

      Al no obtener respuesta, torció la cabeza para tratar de escapar del movimiento molesto de los dedos pegajosos.

      En ese momento, oyó una voz masculina susurrar: —No te muevas.

      No tenía intención de quedarse quieta. Siguió retorciéndose hasta que dejó de sentir los dedos sobre su rostro.

      Oyó un suspiro desaprobador. Entonces la luz se movió, por lo que ya no estaba brillando sobre su cara.

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