Diferencias Hombre Mujer. Juan Moisés De La Serna
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Название: Diferencias Hombre Mujer

Автор: Juan Moisés De La Serna

Издательство: Tektime S.r.l.s.

Жанр: Социология

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isbn: 9788873044475

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СКАЧАТЬ todo ello gracias a la socialización, es decir, la interiorización de valores y códigos de conducta, que permiten la convivencia en sociedad.

      La agresividad se ve fomentada en determinados momentos de escasez de recursos, o cuando se está ante un peligro inminente, igualmente el sitio donde se vive, por ejemplo, en un barrio inseguro, puede acentuar esa agresividad interna como medio de sobrevivir ante un medio hostil pero ¿De dónde surge la agresividad?

      Los teóricos señalan a reminiscencias de los tiempos de las cavernas, donde la línea que nos separaba del mundo animal era muy fina, cuando se regían por los mismos comportamientos instintivos para alcanzar un estatus y mantener su territorialidad.

      Algunos autores distinguen precisamente entre agresividad, entendida como algo “útil” para el individuo, y la violencia, como una conducta destructiva sin ningún fin en sí misma, aunque sus manifestaciones en peleas o agresiones a otro puedan a veces llevar a confusión.

      El origen de la agresividad es multifactorial, ya que se debe tanto a un componente genético, como social y educacional, facilitado por el consumo de determinadas sustancias estimulantes, así como por algunos estados mentales distorsionados, como en el caso de los maniacos-depresivos, paranoides o psicóticos.

      En humanos, durante muchos años se ha atribuido a la testosterona, como la responsable de la presencia de la agresividad, lo que explicaría por qué en la juventud que tiene los niveles más elevados de testosterona se muestran los comportamientos más agresivos, aunque también se ha observado cómo la agresividad genera mayores niveles de testosterona, por lo que no está claro cuál es el desencadenante de los dos.

      Los estudios inicialmente llevados a cabo en hombres castrados indicaban que su menor agresividad se debía precisamente a la ausencia de testosterona, pero la administración de distintos niveles de testosterona soluble no muestra un incremento de la agresividad, por lo que se considera que es un elemento necesario, pero no suficiente.

      Recordar que la testosterona, a pesar de ser una hormona presente principalmente en el hombre, no es exclusiva de él, ya que también la mujer la produce y se ve influenciada por sus efectos.

      Aunque existen grandes diferencias en cuanto a la expresión de la agresividad según el género, siendo más explosivo y directo en el hombre, llegándose a enfrentar “cuerpo a cuerpo”, mientras que en la mujer es más sutil y en ocasiones psicológico, produciendo el mismo o mayor efecto que el que se consigue con “los puños”.

      Como se ha indicado, hasta hace unos años, se consideraba que a mayores niveles de testosterona mayor conducta agresiva exhibida, para lo cual se medían los niveles de ésta hormona en centros penitenciarios o se administraba de forma soluble a voluntarios.

      Actualmente se está poniendo en cuestión dichos resultados, observando cómo la presencia de testosterona ayuda a tener un mayor juicio de valor a la hora de tomar decisiones, pero también puede llevar a un comportamiento prosocial, al menos así lo afirma un estudio de la Universidad Erasmus de Rotterdam (Países Bajos) cuyos resultados han sido publicados en la revista científica Psychologial Science.

      En el mismo se analizó el comportamiento de cincuenta y cuatro mujeres a las cuales a la mitad se les administró testosterona diluida, mientras que al resto se le daba un placebo, observándola en dos tipos de tareas, una que implicaba competitividad y otra que no.

      Los resultados informan que, en aquellas tareas de tipo colaborativo, las mujeres que habían bebido testosterona estuvieron más dispuestas a colaborar que las que tomaron placebo, desmintiendo con ello el efecto negativo de la testosterona en todos los casos, como agente “incitador” de la agresividad.

      Pero la testosterona no sólo va a tener un papel destacado en las relaciones sociales a través de la agresividad sino que también se ha sugerido que puede estar en la base de las diferencias presentadas en función del género del paciente en la enfermedad de Alzheimer, ya que uno de los hechos todavía no suficientemente explicados con respecto a esta enfermedad son las diferencias hayadas en cuanto al género, sobre todo porque el papel de la genética en la aparición de esta enfermedad no parece ser tan determinante como en otras patologías.

      Algunos autores han tratado de explicar estas diferencias refiniéndolo a la edad de los pacientes, ya que las mujeres suelen, por media, vivir mucho más que los hombres, y la enfermedad de Alzheimer en un alto porcentaje está asociado a la edad, lo que explicaría, según estos autores, que en las mujeres se presentase en mayor medida el Alzheimer.

      Otros autores por su parte han tratado de estudiar los biomarcadores diferenciales entre hombres y mujeres tales como el nivel de colesterol o la presencia de proteínas APOE-4, pero ¿Influye el nivel de testosterona en la aparición del Alzheimer?

      Esto es precisamente lo que se ha tratado de averiguar con una investigación realizada desde la Universidad del Norte de Texas (EE.UU.), cuyos resultados se han publicado en la revista científica Alzheimer's Research & Therapy.

      Los datos se extrajeron de un estudio mayor denominado Longitudinal Research Cohort of the T.A.R.C. (Texas Alzheimer’s Research Care Consortium) donde se trata de localizar y analizar distintos biomarcadores que sirvan para el diagnóstico temprano, así como para conocer la efectividad de los tratamientos.

      Todos los participantes pasaron por una entrevista estructurada con el N.P.I. (Neuropsychiatric Inventory), la cual se emplea como diagnóstico previo, ya que es sensible detectando casos incluso antes de que la persona empiece a experimentar pérdidas de memoria asociadas a la enfermedad de Alzheimer.

      Además, todos han sido previamente diagnosticados con pruebas neuropsicológicas como el M.M.S.E. (Mini Mental State Examination) o la C.D.R. (Clinical Dementia Rating), con una re-evaluación anual, y un análisis de sangre para buscar biomarcadores.

      En este estudio participaron ochenta y siete hombres con una edad media de 75 años, donde cuarenta y cuatro de los cuales mostraban niveles bajos de testosterona, mientras que cuarenta y tres de ellos mostraban niveles normales.

      Los resultados indican que ante niveles normales de testosterona, es más probable que se produzca sintomatología positiva como alucinaciones, irritabilidad o actividad motora.

      En cambio aquellos pacientes que tenían niveles reducidos de testosterona no mostraban significativamente los síntomas positivos anteriormente descritos.

      Los resultados por tanto son bastante reveladores en el sentido de que informan indirectamente sobre una posible intervención farmacológica para reducir los niveles de testosterona con lo que poder prevenir la sintomatología positiva asociada a la enfermedad de Alzheimer.

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