Название: El Retorno
Автор: Danilo Clementoni
Издательство: Tektime S.r.l.s.
Жанр: Научная фантастика
isbn: 9788873043638
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El coronel se dio cuenta de que ya no tenÃa el control de la situación y, sobre todo, de sà mismo, e intentó reponerse inmediatamente. Era ya mayorcito para parecer un adolescente enamorado, pero esa chica tenÃa algo que le atraÃa terriblemente.
Respiró profundamente, se refregó el rostro con las manos y dijo: «¿Qué te parece si te acabas ese último trozo?».
Ella sonrió, cogió delicadamente con las manos el trocito de esturión que quedaba, se levantó levemente de la silla estirándose hacia él y se lo acercó a la boca. En esa posición, su escote mostró parcialmente sus exuberante pechos. Jack, visiblemente avergonzado, dio solo un mordisco, aunque no pudo evitar rozar con sus labios los dedos de ella. Su excitación crecÃa cada vez más. Elisa estaba jugando con él como hace un gato con un ratón, y Jack no era capaz de oponerse de ninguna forma.
Luego, con un aire de chica inocente, Elisa volvió a sentarse cómodamente en su sitio y, como si no hubiera pasado nada, hizo una señal con la mano al camarero alto y delgado, que se acercó rápidamente.
«Creo que es el momento de un buen té de cardamomo. ¿Qué opinas Jack?».
Ãl, que aún no se habÃa repuesto de la situación anterior, balbuceó algo como: «Bueno, sÃ, vale». Y mientras se colocaba bien la chaqueta, intentando recomponerse, añadió: «Creo que es muy bueno para la digestión».
Se habÃa dado cuenta de que habÃa dicho algo ridÃculo, pero en ese momento no se le ocurrió nada mejor.
«Todo es muy agradable Jack, es una velada fantástica, pero no nos olvidemos del motivo por el que estamos aquà esta noche. Tengo que enseñarte una cosa, ¿te acuerdas?».
El coronel, en ese momento, estaba pensando en todo menos en el trabajo. Sin embargo, tenÃa razón. Estaban en juego cosas mucho más importantes que un estúpido coqueteo. El caso es que, a él, ese coqueteo no le parecÃa nada estúpido.
«Claro», respondió intentando recuperar su pose autoritaria. «No veo el momento de saber lo que has descubierto».
El gordinflón, que a poca distancia en el coche estaba escuchándolo todo, exclamó: «Qué putita. Las mujeres son todas iguales. Primero hacen que te lo creas, te llevan hasta las estrellas, luego te dejan como si nada».
«Creo que tus diez dólares estarán pronto en mi bolsillo», dijo el delgado, siguiendo la afirmación con una gran carcajada.
«En realidad no me importa a quien se lleva a la cama nuestra doctora. No te olvides de que estamos aquà solo para descubrir todo lo que sabe». Y mientras intentaba colocarse mejor en el asiento, porque la espalda empezaba a dolerle bastante, añadió: «DeberÃamos haber encontrado la forma de poner una cámara en ese maldito local».
«SÃ, quizás bajo la mesa, asà habrÃas podido verle los muslos».
«Imbécil. Pero, ¿quién ha sido el idiota que te ha seleccionado para esta misión?».
«Nuestro jefe, amigo mÃo. Y te aconsejarÃa evitar insultarlo, ya que él también sabe cómo colocar micrófonos y no creo que tenga problemas en poner alguno en este coche».
El gordinflón se asustó y por un momento creyó que su corazón habÃa parado de latir. Estaba intentando ascender e insultar a su superior no era el mejor modo de avanzar.
«Deja de decir tonterÃas», dijo intentando ponerse serio y profesional. «DedÃcate a hacer bien tu trabajo e intentaremos volver a la base con algo concreto». Dicho esto, miró un punto indefinido en la oscuridad, más allá del parabrisas levemente empañado.
Elisa sacó del bolso su inseparable asistente digital, lo apoyó en la mesa y empezó a pasar algunas fotos. El coronel, curioso, intentó ver algo, pero el ángulo no se lo permitió. Ella, cuando encontró lo que buscaba, se levantó y se sentó en la silla junto a él.
«Vale, ponte cómodo que la historia es larga. Intentaré resumirla todo lo que pueda».
Deslizando rápidamente el Ãndice en la pantalla del asistente digital, hizo aparecer una foto de una tabla grabada con extraños dibujos y con escritos cuneiformes.
«Esta es la foto de una de las tablas que se han encontrado en la tumba del Rey Baldovino II de Jerusalén», continuó Elisa, «que se supone que fue el primero, en el año 1119, en abrir la Cueva de Macpela, llamada también Cueva de los Patriarcas, donde al parecer fueron enterrados Abraham y sus dos hijos, Isaac y Jacob. Estas tumbas se encuentran en el subsuelo de la que hoy llamamos Mezquita o Santuario de Abraham, en Hebrón, Cisjordania». En ese momento, le enseñó una foto de la mezquita.
«Dentro de las tumbas», prosiguió Elisa, «el Rey encontró, además de innumerables objetos de diversa Ãndole, una serie de tablas que pertenecieron a Abraham. Además, se cree que éstas pueden representar una especie de diario donde anotaba los momentos más importantes de su vida».
«Una especie de âregistro de viajesâ», anticipó Jack, esperando impresionarla.
«En cierto modo sÃ, ya que, para la época, habÃa viajado bastante».
Deslizando otra foto, Elisa continuó explicando: «Los mayores expertos de su idioma y de las modalidades de representación gráfica de la época han intentado traducir lo que está grabado en esta tabla. Las opiniones han estado, lógicamente, muy divididas en algunas partes, pero todos están de acuerdo en que esto», dijo aumentando un detalle de la foto, «se traduzca como âjarrónâ o bien como âánfora de los Diosesâ. Luego están las palabras âsepulturaâ, âsecretoâ y âprotecciónâ que también están bastante claras».
Jack empezaba a estar un poco confundido, pero, asintiendo con la cabeza, intentó convencer a Elisa de que la estaba siguiendo perfectamente. Ella lo miró un instante, y luego continuó diciendo: «Este sÃmbolo, sin embargo», dijo toqueteando la pantalla para aclarar la imagen, «según algunos, representa una tumba, la tumba de un Dios. Mientras que esta parte describirÃa uno de los Dioses que advierte o incluso amenaza al pueblo reunido a su alrededor».
El coronel, un poco por culpa del alcohol, un poco por el embriagante perfume que Elisa desprendÃa a su alrededor, y un poco por los ojos de ella, en los que se habÃa perdido, no estaba entendiendo nada de nada. De todas formas, siguió asintiendo como si todo estuviera clarÃsimo.
«Entonces, resumiendo», continuó Elisa notando el continuo adormecimiento de Jack, «los expertos han interpretado el contenido de esta tablilla como la representación de un evento que tuvo lugar en los tiempos de Abraham y en el cual, un presunto Dios o más genéricamente unos Dioses, habrÃan escondido, enterrándolo alrededor de una de sus tumbas, algo muy preciado, al menos para ellos».
«Me СКАЧАТЬ