Название: Encuentro Con Nibiru
Автор: Danilo Clementoni
Издательство: Tektime S.r.l.s.
Жанр: Научная фантастика
isbn: 9788873047421
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Petri habÃa conseguido determinar las coordenadas del almirante mediante la señal de su teléfono, habÃa puesto en posición la Theos justo en el cenit de la ciudad y habÃa activado los sensores de corto alcance apuntando directamente sobre la fuente de las emisiones.
«¡Por todos los diablos!» exclamó el almirante separando los pies y dejando caer el periódico al suelo. «¿Cómo recontra has podido saberlo? Aquà no puede haber tele cámaras escondidas. Mi oficina la controlan y rastrean todos los dÃas.»
«En realidad, el aparato con el que lo estoy observando no es una âtele cámaraâ. Digamos que es un sistema de visión absolutamente increÃble. Estamos a 50.000 kilómetros de la Tierra y podrÃa leer su periódico desde aquà sin ningún problema. PodrÃa incluso decirle a cuántas pulsaciones está batiendo su corazón.»
«Me estás tomando el pelo, ¿verdad?»
Jack miró a Petri que enseguida cambó el modo de visualización.
El almirante aparecÃa como una figura rojiza con diversos matices de amarillo y gris oscuro. Sobre la pantalla, arriba a la derecha, aparecieron algunos números. Jack los leyó y continuó diciendo «Su corazón está latiendo a noventa y ocho pulsaciones por minuto y su presión arterial es 135/90 mmHg.»
«Eh, lo sé, es un poco alta. Tomo algunas medicinas para tenerla bajo control pero no siempre lo consigo. Sabes, la edadâ¦Â» después reflexionó un instante y exclamó. «Pero todo esto es realmente increÃble, me deja estupefacto. ¿Crees que podrás hacer lo mismo con el Presidente?»
«Creo que sû respondió Jack buscando apoyo con la mirada en dirección a Petri, que se limitó a hacer un gesto afirmativo.
«¿PodrÃas al menos decirme algo sobre lo que está a punto de ocurrir? Dado que se han molestado desde quién sabe donde para comunicárnoslo, debe de ser un acontecimiento realmente serio»
«Vale, me parece justo que usted lo sepa»
Elisa lo incitaba a continuar gesticulando ampliamente con las manos y haciendo extrañas muecas con la boca.
«Su planeta se está acercando velozmente al nuestro. Uno de sus satélites, Kodon, nos rozará más o menos dentro de siete dÃas y podrÃa producir una serie de alteraciones indecibles. Incluso nuestra órbita y también la de la Luna se podrÃan resentir de este choque. Sobre nuestro planeta, olas impresionantes podrÃan abatirse sobre las tierras emergidas y las aguas podrÃan hacer desaparecer a millones y millones de personas. En conclusión, una catástrofe.»
El almirante se habÃa quedado sin palabras. Se dejó caer pesadamente sobre su butaca marrón y, con un hilo de voz, consiguió susurrar «Que me parta un rayo»
«En realidad, a estos amigos que están aquÃ, les complacerÃa poner a nuestra disposición un sistema que serÃa capaz de frenar la mayorÃa de los efectos nefastos pero es un método muy peligroso y que no se ha experimentado jamás antes. Además, aunque todo ocurra de la mejor manera posible, no conseguiremos superar el acontecimiento indemnes. Una parte de la influencia planetaria, aunque pequeña, no podrá ser contenida, por desgracia. Por lo tanto, deberemos organizarnos para reducir los daños y las pérdidas al mÃnimo.»
«Muchacho» respondió con suavidad el almirante. «Creo que el Presidente deberÃa saber inmediatamente todo lo que me has contado. Sólo espero, por nuestro bien, que esto no sea una broma, porque ninguno de los dos sobrevivirÃa aunque, en mi interior, creo que sà es verdad. Quizás me he quedado dormido en la butaca y dentro de un rato me despertaré y me daré cuenta que esto no es nada más que una pesadilla..»
«Incluso a mà me gustarÃa que fuese asÃ, almirante. Por desgracia esto no es un mal sueño sino la pura y cruda verdad. ConfÃo en usted para hacer llegar esta noticia al Presidente.»
«Ok. Dame un poco de tiempo para encontrar la forma apropiada de hacerlo. ¿Cómo me puedo poner en contacto contigo?»
«Pienso que lo podrá hacer con sólo rellamar a este número» dijo Jack mientras volvÃa la mirada hacia Petri que, con una expresión un poco titubeante, alzó los hombros. «DeberÃa funcionar» continuó Jack. «De todos modos, si no lo hace dentro de una hora le llamo yo, ¿ok?»
«De acuerdo. Hasta luego.»
«Se lo agradezco infinitamente» dijo el coronel y acabó la conversación. Quedó durante unos minutos inmóvil con la mirada perdida en el vacÃo, a continuación, volviéndose hacia los tres que estaban pendientes de sus palabras, dijo tranquilamente «Nos ayudará.»
«Esperemos que sea asû replicó un poco titubeante Elisa. «No creo que sea fácil convencer al Presidente que esto no sea una tomadura de pelo.»
«Sólo él puede llevar a cabo una empresa de este tipo. Démosle un poco de tiempo.» después, volviéndose hacia Petri, dijo «Con tus sensores o cualquier otro artefacto del demonio que quieras utilizar intenta mostrar un bonito espectáculo. Deberemos asombrarlo con algo realmente excepcional y que sea capaz de dejar a todos con la boca abierta.»
«Yo me encargo» dijo Petri con una sonrisa sardónica. «La verdad es que efectos especiales no nos faltan»
«Si quieres puedo indicarte la posición exacta de la Casa Blanca, la residencia oficial del presidente de los Estados Unidos de América, y también la del Pentágono, que es la sede del cuartel general del Departamento de Defensa.»
«Muy bien» dijo Elisa acercándose a Azakis «mientras vosotros dos os divertÃs atemorizando a los pobrecitos habitantes de la Tierra, te agradecerÃa que me explicases que es esta extraña cosa que me has dado antes.»
«Como te decÃa, pienso que pueda ser la solución a todos vuestros problemas con los residuos»
«No me dirás ahora que bastará que lo encienda para hacer desaparecer todo el plástico que hay por ahà disperso, ¿verdad?»
«Por desgracia no hemos inventado todavÃa nada parecido pero esto podrÃa ayudaros a sustituirlo»
«Soy toda oÃdos» y se lo dio.
«Este pequeño objeto no es otra cosa que un mini generador de campo de fuerza. Gracias a una sencillÃsima programación es capaz de tomar la forma del objeto que se desea.»
«No lo entiendo»
«Ahora mismo te hago una demostración. Abre la mano.» Azakis apretó con delicadeza el pequeño y oscuro rectángulo entre el pulgar y el Ãndice y se lo apoyó sobre la mano abierta. No habÃa pasado ni un segundo cuando, por encanto, una hermosÃsima maceta de mil y variados colores se materializó en la mano.
«Pero СКАЧАТЬ