Encuentro Con Nibiru. Danilo Clementoni
Чтение книги онлайн.

Читать онлайн книгу Encuentro Con Nibiru - Danilo Clementoni страница 15

Название: Encuentro Con Nibiru

Автор: Danilo Clementoni

Издательство: Tektime S.r.l.s.

Жанр: Научная фантастика

Серия:

isbn: 9788873047421

isbn:

СКАЧАТЬ momento, está sentado en una butaca de color marrón oscuro y que tiene un ejemplar del New York Times sobre las rodillas, mis palabras resultarían más convincentes?»

      Petri había conseguido determinar las coordenadas del almirante mediante la señal de su teléfono, había puesto en posición la Theos justo en el cenit de la ciudad y había activado los sensores de corto alcance apuntando directamente sobre la fuente de las emisiones.

      Â«Â¡Por todos los diablos!» exclamó el almirante separando los pies y dejando caer el periódico al suelo. «¿Cómo recontra has podido saberlo? Aquí no puede haber tele cámaras escondidas. Mi oficina la controlan y rastrean todos los días.»

      Â«En realidad, el aparato con el que lo estoy observando no es una “tele cámara”. Digamos que es un sistema de visión absolutamente increíble. Estamos a 50.000 kilómetros de la Tierra y podría leer su periódico desde aquí sin ningún problema. Podría incluso decirle a cuántas pulsaciones está batiendo su corazón.»

      Â«Me estás tomando el pelo, ¿verdad?»

      Jack miró a Petri que enseguida cambó el modo de visualización.

      El almirante aparecía como una figura rojiza con diversos matices de amarillo y gris oscuro. Sobre la pantalla, arriba a la derecha, aparecieron algunos números. Jack los leyó y continuó diciendo «Su corazón está latiendo a noventa y ocho pulsaciones por minuto y su presión arterial es 135/90 mmHg.»

      Â«Eh, lo sé, es un poco alta. Tomo algunas medicinas para tenerla bajo control pero no siempre lo consigo. Sabes, la edad…» después reflexionó un instante y exclamó. «Pero todo esto es realmente increíble, me deja estupefacto. ¿Crees que podrás hacer lo mismo con el Presidente?»

      Â«Creo que sí» respondió Jack buscando apoyo con la mirada en dirección a Petri, que se limitó a hacer un gesto afirmativo.

      Â«Â¿Podrías al menos decirme algo sobre lo que está a punto de ocurrir? Dado que se han molestado desde quién sabe donde para comunicárnoslo, debe de ser un acontecimiento realmente serio»

      Â«Vale, me parece justo que usted lo sepa»

      Elisa lo incitaba a continuar gesticulando ampliamente con las manos y haciendo extrañas muecas con la boca.

      Â«Su planeta se está acercando velozmente al nuestro. Uno de sus satélites, Kodon, nos rozará más o menos dentro de siete días y podría producir una serie de alteraciones indecibles. Incluso nuestra órbita y también la de la Luna se podrían resentir de este choque. Sobre nuestro planeta, olas impresionantes podrían abatirse sobre las tierras emergidas y las aguas podrían hacer desaparecer a millones y millones de personas. En conclusión, una catástrofe.»

      El almirante se había quedado sin palabras. Se dejó caer pesadamente sobre su butaca marrón y, con un hilo de voz, consiguió susurrar «Que me parta un rayo»

      Â«En realidad, a estos amigos que están aquí, les complacería poner a nuestra disposición un sistema que sería capaz de frenar la mayoría de los efectos nefastos pero es un método muy peligroso y que no se ha experimentado jamás antes. Además, aunque todo ocurra de la mejor manera posible, no conseguiremos superar el acontecimiento indemnes. Una parte de la influencia planetaria, aunque pequeña, no podrá ser contenida, por desgracia. Por lo tanto, deberemos organizarnos para reducir los daños y las pérdidas al mínimo.»

      Â«Muchacho» respondió con suavidad el almirante. «Creo que el Presidente debería saber inmediatamente todo lo que me has contado. Sólo espero, por nuestro bien, que esto no sea una broma, porque ninguno de los dos sobreviviría aunque, en mi interior, creo que sí es verdad. Quizás me he quedado dormido en la butaca y dentro de un rato me despertaré y me daré cuenta que esto no es nada más que una pesadilla..»

      Â«Incluso a mí me gustaría que fuese así, almirante. Por desgracia esto no es un mal sueño sino la pura y cruda verdad. Confío en usted para hacer llegar esta noticia al Presidente.»

      Â«Ok. Dame un poco de tiempo para encontrar la forma apropiada de hacerlo. ¿Cómo me puedo poner en contacto contigo?»

      Â«Pienso que lo podrá hacer con sólo rellamar a este número» dijo Jack mientras volvía la mirada hacia Petri que, con una expresión un poco titubeante, alzó los hombros. «Debería funcionar» continuó Jack. «De todos modos, si no lo hace dentro de una hora le llamo yo, ¿ok?»

      Â«De acuerdo. Hasta luego.»

      Â«Se lo agradezco infinitamente» dijo el coronel y acabó la conversación. Quedó durante unos minutos inmóvil con la mirada perdida en el vacío, a continuación, volviéndose hacia los tres que estaban pendientes de sus palabras, dijo tranquilamente «Nos ayudará.»

      Â«Esperemos que sea así» replicó un poco titubeante Elisa. «No creo que sea fácil convencer al Presidente que esto no sea una tomadura de pelo.»

      Â«Sólo él puede llevar a cabo una empresa de este tipo. Démosle un poco de tiempo.» después, volviéndose hacia Petri, dijo «Con tus sensores o cualquier otro artefacto del demonio que quieras utilizar intenta mostrar un bonito espectáculo. Deberemos asombrarlo con algo realmente excepcional y que sea capaz de dejar a todos con la boca abierta.»

      Â«Yo me encargo» dijo Petri con una sonrisa sardónica. «La verdad es que efectos especiales no nos faltan»

      Â«Si quieres puedo indicarte la posición exacta de la Casa Blanca, la residencia oficial del presidente de los Estados Unidos de América, y también la del Pentágono, que es la sede del cuartel general del Departamento de Defensa.»

      Â«Muy bien» dijo Elisa acercándose a Azakis «mientras vosotros dos os divertís atemorizando a los pobrecitos habitantes de la Tierra, te agradecería que me explicases que es esta extraña cosa que me has dado antes.»

      Â«Como te decía, pienso que pueda ser la solución a todos vuestros problemas con los residuos»

      Â«No me dirás ahora que bastará que lo encienda para hacer desaparecer todo el plástico que hay por ahí disperso, ¿verdad?»

      Â«Por desgracia no hemos inventado todavía nada parecido pero esto podría ayudaros a sustituirlo»

      Â«Soy toda oídos» y se lo dio.

      Â«Este pequeño objeto no es otra cosa que un mini generador de campo de fuerza. Gracias a una sencillísima programación es capaz de tomar la forma del objeto que se desea.»

      Â«No lo entiendo»

      Â«Ahora mismo te hago una demostración. Abre la mano.» Azakis apretó con delicadeza el pequeño y oscuro rectángulo entre el pulgar y el índice y se lo apoyó sobre la mano abierta. No había pasado ni un segundo cuando, por encanto, una hermosísima maceta de mil y variados colores se materializó en la mano.

      Â«Pero СКАЧАТЬ