Lo cierto es que yo lo sé y que ahora usted lo sabe, ya que usted está conociendo poco a poco las claves que le permiten sentir y regresar a los recuerdos que se encuentran enterrados como tesoros en su mente superior.
Las posibilidades van por centenares, pero usted debe escoger y buscar lo que más le apasiona, lo que más le llena de corazón. Eso le revitalizará y de a poco traerá la fuerza y la sabiduría de sus antepasados y lo más importante, la energía de usted mismo. En sus manos está la elección.
Muchas de las almas africanas deciden encarnar en sus descendientes de Sudamérica para experimentar otras realidades. Si sus abuelos fueron alemanes o si son descendientes de tercera, cuarta quinta o sexta generación, lo más probable es que usted haya vivido en esas tierras.
Uno de los casos de vidas pasadas que me causó mucho dolor fue descubrir con mi clarividencia la vida de una hermosa joven indígena. Ahora era una mujer que vivía en la ciudad, en un pequeño departamento en medio de esa selva gris. Había hecho su vida como una niña normal, yendo al colegio para luego estudiar en un instituto, ahora estaba cesante y empobreciéndose día a día junto con su anciana madre. Cuando miré sus ojos vi a través de ella los maravillosos paisajes de una selva amazónica virgen y exquisita, verdor por doquier, grandes cantidades de agua cayendo desde impetuosas rocas en medio de una humedad que refrescaba y energizaba el espíritu. La vi libre, amante de los animales, las aves y sus plumas coloridas, amante de los tatuajes con símbolos sagrados, ágil y agraciada podía cruzar los bosques que conocía como la palma de su mano. Volver de esa colorida visualización espontánea a esta desteñida realidad me hizo sentir triste por varios días y cuando escribo esto y recuerdo… siento con dolor todo lo que han perdido los indígenas de Sudamérica en general a causa de una de las conquistas más violentas de la historia y de un sistema económico que valora más el dinero por sobre la sustentabilidad ecológica de nuestros ecosistemas sagrados.
Descubrí por medio de muchas meditaciones y contemplando las montañas de los Andes, que mi ascendencia remota está conectada con la cultura Diaguita en el norte de Chile. Yendo más hacia atrás y avanzando en mi técnica meditativa, me percaté que también tenía conexiones con los Inca y por extraño que parezca, analizando cariotipos por medio de distintos videos, investigando la historia de los distintos pueblos y razas, la cultura Inca tiene conexión genética con Japón y China.
¿Cómo supe lo de los diaguitas y lo de su conexión con los Incas? Bueno, solo un poderoso sentimiento había invadido mi ser en aquellos momentos de meditación y esa sensación me daba la seguridad plena de que llevaba parte de la sangre Incaica, la que incluía grandes porciones de los Andes, parte del altiplano boliviano y el lago Titicaca.
Aquella historia que la corriente tradicional ignora narra que hace más de 12.000 años existió una civilización tecnológicamente avanzada, capaz de trabajar y levantar grandes bloques de piedra y tenían máquinas voladoras con las cuales cruzaban los grandes océanos.
El cariotipo peruano es bastante semejante al de las razas que incluyen Japón y parte de la costa de China, el doctor Javier Cabrera Darquea (desencarnado) tenía un museo en Ocucaje, una de sus secciones es llamada la Gran Biblioteca Lítica, que consiste en enigmáticas piedras talladas que describen seres humanos realizando operaciones quirúrgicas al corazón y al cerebro, dibujos completos de las líneas de Nazca (cuando aún no se descubrían) y mapas de continentes hoy casi irreconocibles con el paso de las eras.
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