Hijas del futuro. Carmen Romero Lorenzo
Чтение книги онлайн.

Читать онлайн книгу Hijas del futuro - Carmen Romero Lorenzo страница 3

Название: Hijas del futuro

Автор: Carmen Romero Lorenzo

Издательство: Bookwire

Жанр: Языкознание

Серия: El origen del mundo

isbn: 9788416205745

isbn:

СКАЧАТЬ de obras híbridas, con elementos de más de un género.

      Se denomina «literatura de género» a determinadas ficciones literarias que tienen unos rasgos muy específicos y, con frecuencia, repetidos, hasta el punto de que el público lector espera encontrarlos en esas obras: la novela histórica, negra y policíaca, romántica, del Oeste y los géneros no realistas o no miméticos, es decir, la ciencia ficción, lo fantástico y lo maravilloso.

      Poniendo como ejemplo la novela romántica, se puede ver claramente cómo el público lector busca en ella ciertas situaciones, personajes y un final feliz para la historia, y no solo los espera, sino que puede exigirlos y sentirse defraudado en el caso de no encontrarlos: hay un «horizonte de expectativas» muy concreto por parte de los lectores.

      A casi todos estos tipos de novelas se los ha considerado inferiores en calidad literaria, estilo, psicología de los personajes, etc., respecto a otros de la llamada «literatura general». No obstante, ya desde hace tiempo, géneros como la novela histórica, negra y policíaca han «subido» de nivel en la valoración por parte de crítica y público.

      Nos interesan especialmente, en este caso, los géneros no realistas o no miméticos: la ciencia ficción, lo fantástico y lo maravilloso o fantasía. El terror es un género transversal, puede ser realista o estar unido a lo maravilloso, aunque, con mucha frecuencia, se vincula a lo fantástico. En cuanto a lo real maravilloso y al realismo mágico, es posible incluirlos dentro de lo maravilloso, a pesar de que tienen también elementos propios de lo fantástico.

      Resulta muy curioso que, entre los lectores aficionados a los géneros no realistas, e incluso entre sus escritores y críticos, haya tanta disparidad de opiniones sobre lo que son o no son esos tipos de literatura. Cierto, como ya he dicho, que la categoría «género» es discutible, precisamente porque los géneros interaccionan entre sí, se mezclan y evolucionan. Cosa muy diferente es que no existan unos criterios mínimamente rigurosos para definirlos o que las posibles definiciones se basen en opiniones de cada cual. Esto no sucede en otros ámbitos de la literatura. Y más aún, no parece haber demasiado interés en basar esas opiniones, con frecuencia meramente intuitivas, en estudios teóricos ya realizados.

      También se hace cómodo pensar y decir que los géneros son simples etiquetas para bibliotecas y librerías. Pero si profundizamos en el tipo de literatura que escribimos o que nos gusta como lectores, estudiando acerca de ella, descubriremos que las diferencias entre géneros y sus características peculiares tienen una razón de ser, pues reflejan una identidad, además de una manera de enfrentarse y plasmar la realidad y el mundo.

      Vamos a ver, muy brevemente, las diferencias principales entre lo maravilloso, lo fantástico y la ciencia ficción.

      En lo maravilloso o «fantasía» (nombre, este último, que se utiliza más comercialmente) aparecen entidades de ficción sobrenaturales e imposibles, que son aceptadas con normalidad por los personajes, quienes viven en un ámbito fabuloso o acceden a él, de manera temporal o definitiva, normalmente a través de un paso o umbral. También los lectores admiten lo sobrenatural sin el menor problema y sin que eso cuestione sus certidumbres acerca de la realidad, mediante el pacto de ficción característico de este género.

      Ejemplos son El señor de los anillos de J. R. R. Tolkien, la serie Harry Potter de J. K. Rowling o la saga de Mundodisco de Terry Pratchett. La fantasía, donde predomina lo mágico y lo imposible, se asocia a la literatura infantil y juvenil, a los cuentos de hadas, pero también hay una fantasía para personas adultas, como la que escribe el autor británico China Miéville en su trilogía ubicada en el universo ficticio Bas-Lag. Otro ejemplo es la magistral novela de Ana María Matute Olvidado Rey Gudú, en la que recupera el ámbito de lo maravilloso para un público maduro, que, y ese es uno de los principales temas de la obra, no debería (no deberíamos) perder la capacidad de ir más allá de la realidad empírica.

      En la ciencia ficción, sin embargo, los elementos sobrenaturales (precisamente en el sentido de que van más allá de las leyes de la física que conocemos) son presentados como posibles en otra realidad espacio-temporal, donde la ciencia, la técnica o cualquier otro campo de la vida humana han evolucionado lo suficiente para que esos elementos existan. El género parte, pues, de un novum o novedad no existente en la realidad espacio-temporal (presente y pasado históricos) del/la autor/a y especula a partir de él. Cierto que hay obras de ciencia ficción con elementos por completo inverosímiles, pero ahí se trata de una hibridación con la fantasía.

      Un buen ejemplo de ciencia ficción es la novela corta 36, de Nieves Delgado, que especula sobre la existencia de una primera IA (Inteligencia Artificial) capaz de tomar decisiones y pensar por sí misma. Se nos muestra así cómo la ciencia ficción se basa en un «¿qué sucedería si…?» que intenta parecernos plausible y racional.

      Lo fantástico funciona de manera distinta. Supone la intrusión de lo sobrenatural en nuestra realidad conocida, en nuestra vida cotidiana. Una irrupción que desestabiliza y socava nuestra seguridad sobre el mundo e incluso sobre nosotros mismos. De ahí que los personajes sientan inquietud, temor o pánico, y que su salud psíquica y física peligre hasta el punto de poder volverse locos o morir. El efecto de inquietud y miedo se produce también en el público lector (aunque por supuesto puede haber personas que no lo sientan).

      Un ejemplo de lo fantástico es la novela La lógica del vampiro de Adelaida García Morales. En ella, la protagonista se enfrenta a un extraño personaje cuyo comportamiento va más allá de lo natural. Al final de la novela, la narradora nos dice: «En definitiva, todo giraba en torno a la fortuita y aleatoria distinción entre lo que ya estaba establecido que podía ser real y lo otro, aquello para lo que no existían nombres ni medidas, aquello que constituía solo un escándalo para el sentido común» (García Morales, 1990: 189).

       Feminismo, género sexual y perspectiva de género

      Paso ahora a explicar qué es la «perspectiva de género». Se trata de una forma de analizar diferentes ámbitos de la vida humana, entre ellos la literatura, y se incluye dentro de los «estudios de género». Dentro de ellos estaría la perspectiva feminista, la LGTB-QIA (lesbiana, gay, trans, bisexual, queer, intersexual y asexual), la investigación sobre las masculinidades y la intersección de estas condiciones con la raza o etnia, clase social y religión.

      El concepto de «género sexual» comienza a generalizarse en la segunda mitad del siglo XX, frente al uso anterior de «sexo». Se plantea que el género sexual es una construcción cultural y social, referida a lo masculino/femenino, varones/mujeres, y no una realidad «natural», esencial e inmutable, como ha podido entenderse la noción de «sexo», también hoy muy discutida; de la misma manera que la pretendida superioridad «natural» del varón sobre la mujer y de unas etnias sobre otras, construcciones consideradas ya falaces. Somos productos de la cultura, la historia, la economía y la sociedad, aunque pueda haber, desde luego, componentes biológicos. Hablar de «construcción» no quiere decir algo totalmente inventado, una entelequia artificial, sino que se trata de una interpretación de la realidad. Los seres humanos conformamos nuestro pensamiento y esa realidad a través del lenguaje. Este supone una categorización de lo real: lo «prediscursivo» es un continuum o materia que podría estructurarse de muy distintas maneras. En el caso de los cuerpos humanos, en toda su diversidad, hemos elegido la dicotomía macho/hembra, varón/mujer, o la división en razas (concepto este último, profundamente cuestionado también). No trato de negar la presencia de la realidad biológica, sino que planteo que esa realidad se interpreta (y se utiliza), pero no es la causa «natural» de la desigualdad, pues de serlo estaríamos ante un determinismo biológico muy difícil de cambiar (y que, sin embargo, hemos superado en muchos otros aspectos).

      Hablo de «varones» y no de «hombres», СКАЧАТЬ