Название: Análisis del discurso político
Автор: Giohanny Olave
Издательство: Bookwire
Жанр: Социология
isbn: 9789585188211
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La segunda pregunta es sobre los costos y los beneficios de administrar esa tensión. Si Petro se siente seguro con el voto de izquierda y de protesta, tendrá entonces margen de maniobra para correrse al centro. A la vez, algunos de esos movimientos han causado ya problemas de acción colectiva relativamente serios dentro de su coalición. En caso de que llegara a ganar, es seguro que esa tensión también marcaría a su gobierno y a su bancada parlamentaria. A la vez, el condicional revela qué tanto esta tensión es estructural (es decir, no depende simplemente de la voluntad del liderazgo, sino que está dada por las circunstancias específicas del país).
Estas son apenas algunas reflexiones a propósito de este libro metódico, serio, lleno de hallazgos y marcado por un espíritu analítico ejemplar.
1 Profesor del Instituto de Estudios Políticos y Relaciones Internacionales de la Universidad Nacional de Colombia.
2 Los autores de este libro ciertamente están en posesión de las capacidades, pero —como ya dije— su foco de atención es otro.
3 Convencional y limitado, en el sentido de que no capta el carácter multidimensional de la política contemporánea. Pero limitado no quiere decir que carezca de contenido. De hecho, tanto la política colombiana como la de muchos otros países está mostrando elocuentemente que ese eje está plenamente vigente (aunque haya otras líneas de fractura relevantes, etc.).
Presentación
Empezamos a escribir este libro la noche del 17 de junio de 2018, cuando las redes sociales y los canales de noticias en internet enardecían los ánimos con los resultados electorales de una contienda presidencial histórica en Colombia. Los candidatos, Iván Duque Márquez y Gustavo Petro Urrego, con propuestas de gobierno decididamente antagónicas, habían opuesto dos caminos por los cuales llevar al país después de haber firmado un acuerdo de paz con la guerrilla más antigua del mundo.
La coyuntura parecía repetir el protagonismo de la lucha armada como factor decisivo para la elección presidencial durante medio siglo en Colombia, pero el escenario era distinto: Duque prometía “corregir” los acuerdos firmados; Petro, implementarlos. Esta divergencia, que estructuró en gran medida el contenido de sus campañas, presenta la contienda de 2018 como un punto de inflexión en nuestra democracia, no solo por las consecuencias de implementar (o no) las reformas pactadas, sino también por la participación política de actores ahora desarmados y por la resistencia a esa inserción institucional por parte de los sectores discrepantes.
La campaña presidencial de 2018 y sus procesos democráticos, analizados en otras obras específicas (Montilla y Jiménez, 2020, por ejemplo), nos sirven para ubicar al lector en un momento particular de nuestra historia reciente, como circunstancia y condicionante principal para la emergencia de los discursos de sus protagonistas. Este libro propone una perspectiva de análisis para esos discursos. Nos interesa la voz del candidato que no ganó; su puesta en escena como político en campaña, sus estrategias de combate verbal durante la contienda y sus modos de gestionar la derrota electoral.
Gustavo Petro no es un actor desconocido en la política colombiana: exguerrillero del Movimiento 19 de Abril (desmovilizado en 1990), exmiembro de la Cámara de Representantes por Cundinamarca (1991-1994) y por Bogotá (1998-2006), exsenador (2006-2010), exalcalde de Bogotá (2012-2015) y excandidato presidencial, en 2010. En una curiosa nota de prensa, desde el extrañamiento de la mirada internacional, el Americas Quarterly lo definía como «un tipo de baja estatura, flaco y de gafas, propenso a pasarse horas debatiendo temas complicados» (Brodzinsky, 2017, 25 de octubre, párr. 1). En efecto, es ya un lugar común que las opiniones más positivas sobre Petro se concentren en su ejercicio como polemista, por ejemplo, en los debates de control político en el Congreso de la República o en sus denuncias sobre la connivencia entre paramilitares y políticos en el país. No es tan generalizado, en cambio, que se felicite su administración en la alcaldía de Bogotá y aún menos su militancia guerrillera.
En 2010, Petro presentó su primera candidatura presidencial en representación del Polo Democrático Alternativo (PDA) y obtuvo el 9,2 % de la votación, lo que posicionó al partido con cierto potencial decisorio para la “segunda vuelta” (jornada electoral definitiva). La diferencia temporal entre estas dos fechas de votación fue de 12 días. En aquel intermedio, Petro, fuera de la decisión deliberada del partido, se reunió con Juan Manuel Santos (dos veces presidente: 2010-2014 y 2014-2018), quien se perfilaba como el candidato sucesor del proyecto uribista, totalmente contrario al PDA. Esta reunión ocasionó una ruptura entre el candidato y su partido. Finalmente, Petro se retiró de la colectividad y fundó un movimiento con el que obtuvo la alcaldía de Bogotá, en 2011.
Petro fue alcalde mayor de la ciudad de Bogotá desde inicios de 2012 hasta el 2014. Fue destituido por la Procuraduría General de la Nación, en una trama de acusaciones de incompetencia administrativa y de enemistades políticas en la pugna entre izquierda y derecha en las instituciones gubernamentales. Sin embargo, un mes después fue restituido a su cargo, por intermediación de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, y terminó el mandato a finales de 2015.
En 2017, después de la firma de los acuerdos de paz entre el segundo gobierno de Santos (cuyo principal contrincante fue Álvaro Uribe y su partido Centro Democrático) y las FARC-EP, Colombia vive una transformación en su espectro partidista. El grupo exguerrillero conforma la FARC (Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común) como partido. El Movimiento Progresistas, con el que Petro había obtenido la alcaldía mayor, se transformó en la Colombia Humana. Se creó una coalición de centro-izquierda entre la Unión Patriótica (UP), la Alianza Social Independiente (ASI), el Movimiento Alternativo Indígena y Social (MAIS) y el movimiento Colombia Humana. Esta coalición se llamó Lista de la Decencia (también conocida como Decentes). En el examen de estos avatares, específicamente sobre el nivel de gobernación, Abadía (2018) acierta al afirmar que «en 2011 y 2015 entra la modalidad de coalición electora como nueva estrategia para avalar candidatos»; afirmación que se puede proyectar a otras instancias, como la presidencial.
Del espectro de las agrupaciones y partidos políticos de derecha surge una coalición conocida como Gran Alianza por Colombia. Iván Duque, candidato del uribismo, resulta elegido por la coalición, conformada por el Centro Democrático, Colombia Justa Libres, MIRA (Movimiento Independiente de Renovación Absoluta) y el Partido Somos Región Colombia. Este nuevo horizonte conformó el grueso de las votaciones.
En las elecciones presidenciales de 2018, Petro, candidato de la coalición, pasa a segunda vuelta y obtiene una votación sin precedentes para un candidato de izquierda en el país: 8’034.189 votos. Sin embargo, la noche del 17 de junio es elegido Iván Duque como presidente de Colombia, con 10’398.689 votos (Registraduría Nacional del Estado Civil, 2018). Estos resultados conducen a Petro a continuar en campaña durante el gobierno de Duque, desde la tribuna de la oposición y con el altavoz de una curul СКАЧАТЬ