Название: Historia de los sismos en el Perú
Автор: Lizardo Seiner-Lizárraga
Издательство: Bookwire
Жанр: Математика
isbn: 9789972453670
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Por el contrario, los relatos de Hutchinson y Gillis son poco conocidos. Thomas Hutchinson (1820-1885) publicó en 1873, en Londres, Two years in Peru with exploration of its antiquities, obra dedicada al presidente Manuel Prado, donde relata el viaje que hizo por el Perú desde 1871. En ella afirma que el primer puerto peruano al que arribó, en abril de 1871, fue Arica, ciudad que se hallaba aún completamente devastada a raíz del terremoto de 1868 (Hutchinson 1873, I: 61). A diferencia de Stevenson, testigo directo del suceso, Hutchinson no estuvo presente en él. El valor de su relato radica, más bien, en lo iconográfico: tres grabados alusivos al evento de 1868 enriquecen su relato; el primero lleva por título: “Arica antes del maremoto”, y el segundo: “Arica después del terremoto”. El tercero es un grabado relativo a Arequipa (Hutchinson 1873, I: 64, 66 y 90).
El relato del comandante James H. Gillis, a cargo del USS Wateree, es de primera importancia, dado que Gillis fue sobreviviente de la tragedia. Tanto la carta que envía a T. Turner, comandante del Escuadrón del Pacífico Sur, como la comunicación que este envía, a su vez, al secretario de Marina, ambas de 1868, eran inéditas y las reproducimos —aunque, lamentablemente, no traducidas— en la sección correspondiente.
El USS Wateree fue una cañonera a vapor, de casco de hierro, de 1.173 toneladas, construida en Chester, Pennsylvania, en 1864. Ese mismo año, y luego de una larga travesía que la llevó hasta el Cabo de Hornos, llegó en noviembre a San Francisco. Desde 1865 hasta mediados de 1868 formó parte del Escuadrón del Pacífico de la Marina norteamericana, dedicándose a labores de patrullaje en las costas occidentales de Centro y Sudamérica.
En conclusión, para el evento de 1868 hemos emprendido un ordenamiento de la documentación identificando cinco relatos de diferente valor. Por una parte, testimonios proporcionados por testigos que se hallaban en la ciudad de Arica en el momento del maremoto, como Billings, Stevenson, Gillis y Nugent, se complementan con el que ofreció tiempo después el viajero Hutchinson, quien además ofrece grabados. Los documentos respectivos los incluimos en la parte correspondiente del presente catálogo.
Para 1877 no hemos hallado tanta variedad de relatos. Por el contrario, nos ha parecido de suma utilidad el texto publicado bajo la autoría de F.V.G., siglas que —en opinión de Montessus— corresponden a Francisco Vidal Gormaz.
Sismos y testimonios gráficos: la potencialidad de una fuente
Nuestro objetivo, aquí, es desarrollar las principales ideas sobre la información contenida en testimonios gráficos relativos a sismicidad histórica. Definidos como fuentes icónicas —aquellas en que la información descansa en la imagen—, dichos testimonios abarcan una gama diversa, que incluye pinturas, grabados y fotografías. Si bien no tenemos conocimiento de pinturas peruanas que testimonien la ocurrencia sísmica en el Perú en la segunda mitad del siglo XIX, por el contrario, los grabados y, especialmente, las fotografías representan una valiosísima fuente de información que complementa la proporcionada por la amplia gama de fuentes escritas disponibles. Es rica la oferta de grabados peruanos para el siglo XIX; obras importantes de nuestra historiografía engalanan sus páginas insertando numerosos grabados de artistas nacionales o extranjeros. Solo a título de muestra, véase la amplia oferta de grabados que se halla en la Estadística de Lima, de Manuel Atanasio Fuentes (1858); el Atlas, de Paz Soldán (1865), y los tres tomos publicados por Antonio Raimondi con el título: El Perú (1874-1878).
En lo que respecta a la fotografía, invento surgido a mediados del siglo XIX, su uso se difundió rápidamente en el mundo. No es este el lugar para hacer un recuento de sus orígenes en el Perú: otros investigadores lo han hecho con suficiencia (McElroy; Majluf; Majluf y Wuffarden). En un ámbito tan rico y sugestivo como la fotografía histórica, y no obstante los enormes desarrollos logrados en aspectos como la identificación de talleres y fotógrafos y la puesta en valor de archivos en Lima y provincias, aún hay muchos vacíos en el tema.
Conforme a los resultados de nuestra investigación, podemos afirmar que casi todas las fotografías halladas en archivos, libros, revistas, periódicos e internet se refieren a los terremotos que asolaron puertos y ciudades del sur peruano en 1868 y 1877, sobre todo los del primer año, con lo cual confirmamos una de las hipótesis planteadas al inicio del estudio. Siguiendo un ordenamiento urbano, es decir, tomando como referencia cada una de las ciudades para las que disponemos de información, contamos con testimonios gráficos de los efectos del sismo de 1868 sobre cuatro ciudades: Arequipa, Arica, Ica y Moquegua, aunque es para las dos primeras que, con largueza, abundan esos registros.
Los efectos desastrosos provocados por el cataclismo de 1868 en Arequipa, se aprecian en forma nítida en una serie de quince fotos que fueron propiedad de Carlos I. Lissón, importante científico sanmarquino de fines del siglo XIX. A mediados de los años veinte, Lissón —a la sazón, profesor en la Facultad de Ciencias de San Marcos— asesoraba a un joven discípulo en la elaboración de su tesis doctoral, dedicada al estudio de la sismología peruana. Obtenido el grado y decidida la publicación de aquella, el autor, Raúl Picón, incluye dichas fotos como apreciable complemento gráfico (Picón 1926).8 En nueve de ellas se aprecia el grado de destrucción parcial de siete templos arequipeños: la Catedral, San Camilo, San Pedro, La Merced, San Agustín, La Compañía y San Juan de Dios;9 y en las seis restantes se distinguen grandes rumas de escombros en varias calles de la ciudad: Nueva, Lucmo, Santo Domingo, La Palma, Guañamarca y San Juan de Dios.10
Es bueno anotar que varias de estas fotografías se reprodujeron en obras posteriores. Por ejemplo, Silgado incluye dos de ellas en su clásico estudio sobre la historia sísmica peruana: una en la que se aprecia la destrucción del lado derecho de la Catedral y otra en la que se muestra la destruida torre de la iglesia de La Compañía, y para ambas indica su origen: “Publicado por Picón-1926” (Silgado 1978: 41).
Otra fuente apreciable de información gráfica proviene de la serie de fotografías que forman parte del álbum que reúne las que tomó (o adquirió) la tripulación del navío HMS Topaze en su largo viaje por el mundo, entre 1868 y 1869, álbum que pudimos consultar en la Sala de Investigaciones de la Biblioteca Nacional del Perú. Entre las bellísimas fotos de paisajes de Oceanía y otras partes del mundo, aparecen varias que revelan la magnitud de los destrozos causados por el evento de 1868. También consultamos el archivo fotográfico de la misma biblioteca, pero ello no nos deparó ningún hallazgo relacionado con sismicidad histórica.11
Igualmente necesario consideramos hacer una búsqueda en la información disponible vía internet. En el inicio, decidimos indagar en cinco grandes repositorios americanos y europeos: la Biblioteca del Congreso de Estados Unidos (Library Congress), la Biblioteca Pública de Nueva York (New York Public Library), la Biblioteca Británica (British Library), la Biblioteca Nacional de Francia (Bibliothèque nationale de France) y la Biblioteca Nacional de España. En tres de ellas no hallamos ningún material gráfico de utilidad: New York Public Library, British Library y Bibliothèque nationale de France; pero especialmente útil, por sus fondos, fue la Library Congress, mientras que la Biblioteca Nacional de Madrid posee rica información gráfica virreinal, mas no republicana.
Entre las dependencias accesibles a los investigadores, en la Library Congress de Washington figura el Printings & Photographs Reading Room, que alberga 13,7 millones de imágenes. Mediante un buscador (СКАЧАТЬ