Название: Transgénero
Автор: Vaughan Roberts
Издательство: Bookwire
Жанр: Религия: прочее
isbn: 9788412393941
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Transgénero tampoco es lo mismo que intersexual (la I en LGTBI). La intersexualidad es una condición física que afecta a un pequeño porcentaje de personas cuyos cromosomas, genitales o gónadas no les permiten ser identificados como mujer u hombre al nacer. La gran mayoría no se identifica como transgénero, sino como hombre o mujer. Sin embargo, ser transgénero tiene que ver con cómo la persona piensa o siente. Nacen hombre o mujer, pero su percepción de su género no encaja con su sexo.
MUCHAS PERSONAS:
MUCHAS EXPRESIONES
Transgénero es un término general que abarca experiencias muy diversas. La historia de cada persona es única y su viaje es muy personal. Algunos dicen que son el género opuesto al que se les asignó al nacer; otros sienten que son hombre y mujer a la vez; otros, por su parte, no se identifican con ningún género.
La naturaleza e intensidad de los sentimientos de cada persona pueden variar. Hay personas cuyas preguntas y dudas, habiendo estado en un segundo plano, pasan a ser urgentes en ciertos momentos o situaciones concretas de la vida.
Otras, sufren una gran confusión durante la niñez que después desaparece. De hecho, para la mayoría de los niños que experimentan esto, esas sensaciones tan fuertes desaparecen por completo en la adolescencia.1
Sin embargo, otras personas sufren de forma prolongada esa sensación de discordancia en su interior y les produce mucha angustia. Los profesionales llaman a esto “disforia de género”. Normalmente, estas personas dicen sentirse atrapadas en el cuerpo equivocado y a menudo aseguran tener esa sensación desde los 5 o 6 años. Muchos describen también un sentimiento de profundo aislamiento en los años posteriores y de dificultad para compartir cómo se sienten con los demás por miedo a no ser comprendidos y al rechazo.
Cada experiencia es diferente, pero también varía la manera en la que se expresan los sentimientos, o si estos se exteriorizan o no. Algunos viven conforme a las normas de su sexo de nacimiento; otros se travisten de forma ocasional, ya sea en privado o en público. Algunas personas piden que se use otro pronombre para referirse a ellas (pueden escoger “él”, “ella” o incluso “elle”); otras se someten a terapia hormonal y cirugías de cambio de sexo.
La disforia de género es definida como una “incongruencia pronunciada entre el género que una persona expresa o experimenta y el que se le asigna al nacer, durante al menos 6 meses”,2 lo que causa una angustia significativa. Algunos estudios sugieren que 1 de cada 10 000 a 13 000 hombres y 1 de cada 20 000 a 34 000 mujeres presentan esta condición.3 Otras muchas personas dicen sentir una discordancia, pero no hasta el punto de ser diagnosticadas con disforia de género (puede que 1 de cada 215 a 300 personas).4
No hay conformidad en cuanto a la causa de la disforia de género. Algunos dicen que se debe principalmente a causas naturales y promueven, por ejemplo, la teoría del “sexo del cerebro”, según la cual las personas transgénero tienen el cerebro de un hombre en el cuerpo de una mujer, o viceversa. Las evidencias para sostener esta idea son totalmente inconcluyentes.5 Para otros, la educación (el entorno psicológico durante la infancia) es el factor dominante. Tras haber estudiado exhaustivamente ambos puntos de vista, un autor admitió con sinceridad: “No sabemos qué causa la disforia de género”.6 Dada la variedad de la experiencia transgénero, parece que los factores que lo determinan varían según la persona y pueden incluir tanto elementos biológicos como sociales. En medio de toda esta incertidumbre, sin embargo, una cosa está clara: aquellos que experimentan disforia de género no han escogido sentirse así.
NUESTRA RESPUESTA COMO CRISTIANOS
Normalmente hay dos tipos de respuesta ante esta cuestión: un “¡qué asco!” o un “¡sí!” incuestionables. Hace años, cuando alguien se travestía en público, recibía casi siempre un “¡qué asco!” como respuesta.
“¡Puaj, es asqueroso!”. Una respuesta visceral, más que una respuesta sopesada.
Pero hoy en día la respuesta de mucha gente, sobre todo de los más jóvenes, suele ser una aceptación indiscutible:
“¡Qué bien, es genial que seas tú mismo!”. Una respuesta visceral, más que una respuesta sopesada.
Los cristianos deberían evitar estas dos reacciones. En vez de tratar con desprecio a las personas, tenemos que recordar que fueron hechas a imagen de Dios y que él las ama profundamente. Deberíamos tener compasión en medio de su sufrimiento y su confusión.
La mayoría no podemos ni imaginar el sufrimiento que puede provocar la disforia de género. Nadie acaba en una sala de quirófano para someterse a una operación tan radical e invasiva sin haberlo pensado bien. Tenemos que darnos cuenta de que detrás de esa decisión puede haber un largo tiempo de lucha y mucho dolor. Es vital que, como cristianos, tengamos cuidado de no pensar o hablar con desprecio de quienes sufren. Tenemos que hablar con compasión y afirmar la dignidad de todo ser humano. Todos fuimos hechos a imagen de Dios.
Una buena forma de conseguir esto es entendiendo mejor por lo que están pasando. Es importante también no decir cosas que puedan herir o humillar. Por eso mismo, para hacer el glosario de términos de las páginas 21-23, decidí usar las definiciones de la página web de Stonewall, una organización que lucha por los derechos del colectivo LGTB.
Como cristianos no deberíamos dejarnos llevar por nuestra primera respuesta instintiva, sea positiva o negativa, sino por la Palabra de Dios. Los capítulos del 3 al 5 nos ayudarán a entender mejor lo que la Biblia dice sobre este asunto. Es verdad que nos llama a responder con compasión ante el sufrimiento humano, pero también nos da respuestas que a veces chocan con lo que mucha gente piensa hoy en día, por lo que no podemos decir que sí sin más a todo lo que el mundo acepta.
Antes de ver lo que la Biblia nos enseña, en el siguiente capítulo vamos a hablar un poco más sobre cultura, que ha ido cambiando muy rápidamente. nuestra ¿Cómo puede ser que hayamos pasado de una repulsa a una aceptación incondicional? Veremos que esto es solo un síntoma de un cambio cultural aún más grande.
1. Cuando se siguieron los casos de niños que afirmaron sentirse transgénero sin tratamientos médicos o quirúrgicos en la Universidad de Vanderbilt y en la Clínica londinense Portman, entre el 70 % y el 80 % de los niños dejaron de sentirse así de forma natural. Dr. Paul McHugh, Wall Street Journal, 12 de junio de 2014.
2. Asociación Estadounidense de Psiquiatría, Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (American Psychiatric Publishing, 2013).
3. Mark A. Yarhouse, Understanding Gender Dysphoria (IVP, 2015), 92.
4. Yarhouse, 92.
5. Tras un análisis exhaustivo de las pruebas, Lawrence Mayer y Paul McHugh concluyeron: “Todas las interpretaciones, normalmente de medios de comunicación conocidos, que afirman o sugieren que la causa de ser transgénero se debe a una diferencia estadísticamente significativa entre los cerebros de personas transgénero y los que no lo son, carecen de justificación”. Lawrence H. Mayer, Paul R. McHugh, Sexualidad y género, The New Atlantis, Número 50, otoño 2016.
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