Название: Bajo Las Garras Verdes
Автор: Ivo Ragazzini
Издательство: Tektime S.r.l.s.
Жанр: Историческая литература
isbn: 9788835431039
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Al llegar a la vista de los boloñeses, el conde Feltrano, con la ayuda de los comandantes gibelinos Maghinardo Pagani, Teodorico de los Ordelaffi y otros capitanes de los Lambertazzi, dispuso las tropas en formación de guerra y dio una arenga para incitarlos a la batalla.
Lo mismo hizo el capitán boloñés Malatesta de Verucchio34 con sus hombres e inmediatamente soplaron los clarines dando inicio a la batalla del puente de San Próculo.
Fue pronto la caballería güelfa, compuesta por la nobleza de Bolonia, la primera en ceder sus posiciones bajo los ataques de los Lambertazzi.
Después de esto huyeron a la vista de todos, abandonando en torno al Carroccio de Bolonia a la infantería de Bolonia, compuesta por miembros del pueblo llano.
El ejército de Bolonia, abandonado a su suerte, se defendió heroicamente en torno al Carroccio y la batalla se mantuvo equilibrada, pero Guido de Montefeltro inclinó la balanza a su favor cuando puso en el campo de batalla grandes ballestas que hicieron pedazos sistemáticamente las filas boloñesas.
Para comprender las dimensiones de ese combate, ocho mil boloñeses murieron en esta batalla.
Cayeron en manos de los forliveses tiendas militares, impedimentas, enseñas, casi tres mil carros y, lo más importante, el estandarte, que era la bandera municipal de Bolonia, colocada en un asta, y el Carroccio de Bolonia, un carro de cuatro ruedas decorado con las enseñas de la ciudad y en torno al cual se reunían los combatientes.
Se hizo subir en triunfo a Guido de Montefeltro sobre el Carroccio de Bolonia en cuanto se conquistó y se hizo que cincuenta boloñeses lo arrastraran dentro de las murallas de Forlí, donde aquél fue acogido como vencedor por una muchedumbre desbordada.
El Carroccio de Bolonia se conservó como trofeo en el palacio municipal, mientras que el estandarte de Bolonia se conservó en un convento de Forlí, en esa época llamado de San Jacobo.35
Los gibelinos capturan toda la Romaña
Con el impulso de esa derrota güelfa, los gibelinos avanzaron hacia Bolonia en los meses posteriores y saquearon algunas aldeas y castillos de los alrededores; si no hubiera sido por las lluvias y la estación hostil habrían intentado capturar Bolonia y hacer volver a los Lambertazzi.
Volvieron a incendiar Castel San Pietro, reconstruida hacía poco tiempo por los boloñeses, volvieron a la Romaña y capturaron la fortaleza de Cervia, que se rindió sin resistirse, después de tres días de negociaciones, a cambio de la libertad de sus ocupantes.
Entonces en Romaña seguían fieles a los boloñeses las ciudades de Rímini, Rávena y Cesena y los forliveses dirigieron sus armas contra esta última, tratando de apoderarse de la fortaleza de Roversano, lugar estratégico a poca distancia de Cesena, donde acudieron a defenderlo los boloñeses y el capitán Malatesta de Verucchio, quien, después del revés del puente de San Próculo, había vuelto a Rímini para reorganizarse.
Pero también esta vez Malatesta de Verucchio fue derrotado y con algunas tropas tuvo que huir y encerrarse en Cesena, dejando dentro de la fortaleza de Roversano al pretor boloñés con algunos notables y miles de soldados asediados, que acabaron rindiéndose.
Los notables de Bolonia fueron hechos prisioneros y llevados también como trofeo dentro de Forlí, mientras los soldados capturados fueron conducidos bajo las murallas de Cesena y liberados a cambio de que se abrieran las puertas a los forliveses.
Mientras Malatesta y algunos güelfos huían hacia Rímini, los habitantes de Cesena abrieron las puertas y aceptaron a los forliveses Teodorico Ordelaffi e Orgoglioso de Orgogliosi como sus gobernadores gibelinos.
Ahora solo faltaba Rávena para hacer gibelina a toda la Romaña y los gibelinos se dispusieron a tomar también esta última ciudad.
En 1276, el Feltrano, sorprendió y dispersó, en las cercanías de Bagnacavallo, una expedición de socorro de Bolonia enviada por los Geremei, que, con güelfos florentinos y seiscientos caballeros franceses, marchaba en auxilio de Rávena.
Los boloñeses organizaron entonces nuevas tropas para llevar en socorro de la ciudad.
Guido de Montefeltro, como buen estratega, puso bajo asedio Bagnacavallo para controlar el camino que llevaba de Bolonia a Rávena y dejar aislada esta última ciudad.
Para hacer esto, hizo que las tropas faentinas y forliveses construyeran una bastia36 en torno al viejo castillo de Cotignola, en las cercanías de Bagnacavallo, que, fortificándose y engrandeciéndose se convirtió luego en la ciudadela de Cotignola, a la cual se llevaron colonos forliveses y faentinos para proceder a la captura de la güelfa Bagnacavallo.
También Bagnacavallo, después de diez días de asedio, se rindió a los forliveses.
Por estas acciones, los forliveses recibirían el interdicto de Bonifacio, arzobispo de Rávena.
Las guerras güelfas y gibelinas en los Apeninos
Indignados y hartos de todas estas guerras, los boloñeses pidieron ayuda al papa para acabar de una vez por todas con estos gibelinos de la Romaña que parecían imbatibles en el llano y en las guerras en las ciudades.
Así que los güelfos decidieron atacar y ganar las tierras de Forlí por sorpresa desde los montes de la Toscana, es decir, la frontera sur del estado de Forlí, que estaba desguarnecido en los Apeninos.
Los boloñeses, que habían reunido gracias al papa tropas güelfas de Florencia, Reggio Emilia, Módena y Rávena, con la ayuda de algunos traidores de Forlí, decidieron concebir y organizar un plan para atacar al estado gibelino desde las montañas y los Apeninos toscanos para sorprender a los forliveses, concentrados y dispersos casi todos en la llanura de la Romaña.
Los güelfos, al mando de Guido Selvatico, conde de Romena, atacaron desde los montes las posesiones montañesas forlivesas, apoderándose rápidamente de Galeata, Pianetto, Civitella, Montevecchio y otros lugares montañeses, mientras otras tropas güelfas avanzaban en la llanura hacia el puente de San Próculo, cerca de Faenza, para guerrear e impedir la ayuda a los forliveses por parte de esta ciudad.
Al mismo tiempo, los güelfos pusieron bajo asedio también el castillo de Piancaldoli en los Apeninos faentinos, territorio controlado por el valiente Maghinardo Pagani.37
Gracias a los contraataques de este, que llamó desde Faenza al capitán de los Lambertazzi y al senado de Forlí, que mandó el ejército a ese lugar, tras una furiosa batalla que duró varias horas, los güelfos fueron derrotados y puestos en fuga del castillo y burgo de Civitella, que habían ocupado poco tiempo antes.
El Feltrano decidió perseguirlo por los montes y los fugitivos intentaron refugiarse en Tredozio, donde había una fortaleza güelfa, pero, alcanzados y rodeados por la táctica de Montefeltro, se vieron obligados a detenerse y dar batalla en un lugar desfavorable y fueron fácilmente derrotados y hechos prisioneros.
A la vista del fallido ataque en las montañas, los boloñeses se retiraron también del puente de San Próculo y trataron de refugiarse en Imola, perseguidos por las tropas gibelinas de Faenza, que habían llegado a la ciudad, donde los güelfos se vieron sorprendidos mientras СКАЧАТЬ