Música y mujeres. Alicia Valdés Cantero
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Название: Música y mujeres

Автор: Alicia Valdés Cantero

Издательство: Bookwire

Жанр: Социология

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isbn: 9788412128536

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СКАЧАТЬ en una hora. Agotador.

      No siempre me tocó a mí pedir las grabaciones en el archivo, pero cuando así fue lo recuerdo con angustia. Sin duda no era la única mujer con niños pequeños y doble «curre» estresante que en esos momentos cruzaba Madrid. Estoy segura de que a muchas mujeres que lean esto les suena el tema.

      Pero ¿cómo empezó todo? Los antecedentes del programa de radio si no me equivoco fueron dos: por un lado, un trabajo de historia de la música que hizo Pao para el conservatorio (creo recordar que la asignatura la daba Jacinto Torres) y versaba sobre las mujeres en la música. Cuando lo leí me pareció que el tema era apasionante y digno de profundizarse. Un estímulo adicional es que, por aquel entonces, no había absolutamente nada, ni libros, ni artículos, ni expertos en el tema, como, por otro lado, sucedía con otros aspectos de la historia de las mujeres (y también de la historia de la música).

      El otro motivo de que empezáramos a reunirnos fue que la Librería de Mujeres convocó un premio al cual nos presentamos, con un trabajo dividido en tres partes, cuyo tema general era lo masculino y lo femenino en la música. Mi parte trataba de las formas clásicas, como la sonata y el concierto y su estructuración en temas masculinos (fuerte y en tono mayor) y femeninos (débil y en tono menor). Aunque no nos dieron ningún premio, aquel trabajo fue interesantísimo de hacer y sirvió para que nos conociéramos, tuviéramos nuestras primeras reuniones de trabajo y estableciéramos estrechos vínculos amistosos.

      Además de estos prólogos, el programa de radio tuvo sus epílogos. Poco tiempo después de acabarlo escribimos al alimón, un artículo en el diario Liberación, el mismo que se reproduce en este libro junto a este artículo. También el Instituto Francés nos contactó para un ciclo de música de mujeres, en el que tuve que dar la primera y única conferencia de mi vida. Luego ha habido varios intentos por escribir un libro, del que hemos llegado a hacer algunos capítulos pero que nunca hemos terminado.

      Sin embargo, el eje fundamental fue aquel programa de radio, porque entonces sí que realmente investigamos un tema inédito. Lo era en dos aspectos concretos: el punto de vista feminista con el que lo mirábamos y su estructura, abarcando todos los medios de participación en la música. Es decir, no solo se hablaba de las consabidas compositoras desconocidas, sino también de las intérpretes, las pedagogas, las cantantes, las bailarinas, las mecenas, las directoras de orquesta, las orquestas de mujeres, las rockeras, las jazzistas, el folklore hecho por mujeres y los conceptos femeninos en la música. Para mí estas dos formas de mirar el tema han sido lo más importante, porque han exigido un trabajo que bebía en muy diversas fuentes.

      Pero, además, el hecho de que fuera un programa de radio exigía que hubiera ilustraciones sonoras para cada uno de los temas. Antes de empezar el programa, hubo que meterse en el riquísimo archivo sonoro de Radio Nacional, con las botas puestas, eso sí, y hacer el vaciado de una especie de gigantesco galimatías, imposible de abarcar. Porque lo más curioso es que no sabíamos realmente qué buscábamos. Música compuesta por mujeres, mujeres que tocaran algo que no fuera piano, mujeres concretas de las que conocíamos nombres y apellidos, apellidos con iniciales delante que no se sabía si se correspondían a un nombre masculino o femenino, grabaciones varias que puede que sirvieran y puede que no, actuaciones en directo o voces de mujeres músicas que la radio hubiera grabado. Recuerdo haber estado días y días consultando fichas y llenando a mano folios y folios llenos de signaturas. Todo esto, aparte de nuestros propios discos, cintas y documentos sonoros, rescatados de los fondos de los cajones de nuestras respectivas casas.

      Después, como quien escarda cebollino, había que hacer limpia de cosas inútiles, pero sin tirar nada; todo podía valer, para la radio, para un libro, para hacer listas con nombres de compositoras. En ese aspecto, Pao nos ganaba siempre por puntos, pues era la que más datos, nombres, citas, papelajos y bibliografía aportaba. Las escribía en diminutas fichas que amontonábamos poniendo en la parte superior siempre una de nuestras citas preferidas, la del que llamábamos «el músico que llevo dentro». La cita era una frase de Alejo Carpentier asegurando que las mujeres jamás podrían componer a causa de su mente concreta y no abstracta. La habíamos sacado del libro Ese músico que llevo dentro, del famoso autor de Concierto barroco.

      Una de nuestras mejores recopilaciones eran precisamente declaraciones y escritos de músicos y críticos, desde Wagner hasta Mahler, pasando por Schumann. Algunos santones modernos, como Jean Cocteau, también estaban en la lista. Y críticos actuales; casi todos los que habían tocado el tema se encontraban de un modo u otro «fichados» en la lista de despropósitos elaborada por las tres brujas acusicas.

      Así como «el músico que llevo dentro» presidía las citas modernas, San Pablo encabezaba las antiguas. Con sus «mulieres in ecclesia taceant» (las mujeres en la iglesia callan) se ha comenzado más de un programa y no pocos artículos dedicados a la música religiosa, a los castrados, a la voz femenina y a tantos aspectos de la relación entre las mujeres y la música que podemos decir que gracias al inefable Saulo, el policía romano que se pasó al bando contrario, Pao Tanarro, Marisa Manchado y Amelia Die, han tenido trabajo, excusa para indignarse y tema de conversación durante bastantes horas de su vida.

      Otras personas, personajes y personajillos han planeado sobre nuestras tres cabezas: Mari Franco Lao, la autora italiana del libro Música bruja; Patricia Adkins, recopiladora, en su recientemente traducido Donne in musica, de una gran cantidad de nombres y anécdotas de mujeres compositoras; Rosario Marciano, que hace poco he tenido el placer de conocer y ha trabajado tantísimo en el tema; Joaquina Labajo, que escribe un muy recomendable artículo en este libro y fue la autora del primer artículo sobre el tema, publicado en España, concretamente en la revista Ritmo.

      Y también mis mujeres músicas preferidas, mis santonas, sin distinciones de época ni de especialidad: Barbara Strozzi, que pedía en el siglo XVII a ver si le podían pagar un poco más por su trabajo de compositora; las pianistas actuales hermanas Labeque, divertidísimas de escuchar en directo; la fantástica y fuerte Teresa Berganza; la inmensa y cálida Ella Fitzgerald; mi supuesta antepasada, Beatriz de Die, trovadoresa que, según una cita, escribía versos más eróticos que la misma Safo; la pedagoga Nadia Boulanger de quien me hubiera encantado recibir lecciones; la malísima Reina de la Noche de La flauta mágica mozartiana, con sus perversos y punzantes agudos; las olvidadas Elisabeth Jacquet de la Guerre, Mariana Martínez, Cecilia Chaminade, Lili Boulanger, Fanny Mendelsshon; las mujeres que cantan nanas en cualquier época y lugar del mundo; la inteligente e innovadora Wanda Landovska; la indefinible Maria Callas; cualquier mujer que ejerza el insólito papel de percusionista; la esforzada Clara Wieck, estrenando obras de su marido Schumann y olvidando su propia (y estupenda) obra; las niñas huérfanas del Ospedale della Pietà veneciano en la época de Vivaldi; la Isadora Duncan de la Revolución Rusa; la pianista Maria Joao Pires tocando «esa» sonata de Mozart…

      Pero, sobre todo y más que nadie, mis amigas Marisa Manchado y Pao Tanarro. Ellas aman la música sin limitaciones ni prejuicios, como aman a las mujeres también sin limitaciones ni prejuicios. Seguro que otras compañeras de género comparten y han compartido a lo largo de la historia estos dos afectos; ellas también han acabado por convertirse en mis santonas desconocidas.

      Epílogo en 2019

      No quiero ni puedo cambiar la historia de cómo se hizo nuestro programa de radio de Mujeres en la música, tampoco mis afectos a Pao Tanarro y Marisa Manchado y a la música, añadiría algunas mujeres más a mis santonas preferidas. Y como la vida sigue, tengo que decir que aquella hija pequeña, Luna, que yo transportaba antes de llegar a Radio Nacional tiene ahora un hijo y sigue peleando y trabajando como mi otra hija Marina y como hicimos nosotras por lo que aún nos queda, que es bastante.

      1 Amelia Die, Marisa Manchado y Pao Tanarro (artículo aparecido en el diario Liberación del 20-2-1985).

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