Nehemías. J. I. Packer
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Название: Nehemías

Автор: J. I. Packer

Издательство: Bookwire

Жанр: Религия: прочее

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isbn: 9781646911158

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СКАЧАТЬ bendecirte hasta el límite de sus soberanas habilidades, en otras palabras, de manera ilimitada. Dentro del pacto, como la dimensión Rey y súbditos sugiere, hay una privación disciplinaria y castigo por la infidelidad; aunque la relación en sí tiene la intención de bendecir y enriquecer.

      Se ha dicho con verdad que la religión bíblica es una religión de pacto, y el Antiguo Testamento no menos que en el Nuevo, y que en ambos testamentos la verdadera religión -la religión de pacto- es un asunto de pronombres personales: es decir, de seres humanos capaces de decir “mi Dios” en el conocimiento que Dios dice de y a cada uno de ellos: “mi persona-mi siervo-mi hijo-mi socio de pacto.” Cada “mi” aquí es lenguaje de pacto. También se dice que la iglesia del Nuevo Testamento es la comunidad del Dios del pacto, lo que hace al menos natural hablar de la comunidad del pacto de Dios en los tiempos del Antiguo Testamento como la iglesia antes de Cristo. Pero al decir esto nos adelantamos; necesitamos por un momento retroceder.

      ¿Quién está en pacto con Dios? Respuesta: aquellos que activamente aceptan la relación de pacto que él les extiende y viven para él en respuesta de pacto, lo que es fe en su noción más amplia. Abel, Enoc y Noé, junto con Abraham, están entre aquellos que Hebreos 11:4-16 dice que “Dios no se avergüenza.” (Lenguaje de pacto) porque ellos vivieron para él en fe. Génesis 4:25-26 implica que la línea entera de Set fueron pueblo de pacto. Génesis 17 dice cómo Dios estableció su pacto formalmente con la familia de Abraham a través de Isaac, es decir, como los sucesos probaron, con las doce tribus de Israel. Los libros de Éxodo a Deuteronomio detallan el código de ley que Dios dio a su pueblo de pacto después de rescatarlos de Egipto. Este código se centra en los Diez Mandamientos, que están enmarcados por la declaración introductoria: “Yo soy el Señor tu Dios.” (¡Lenguaje de pacto otra vez!) (Éx. 20:2; Dt. 5:6). La ley de Dios es así legislación de pacto.

      En cada era sólo una minoría de israelitas tomó en serio la obediencia al pacto, mientras el resto, aunque bajo el pacto de Dios nacional y nominalmente, no estuvo en relación de pacto con él personalmente. Pero siempre había algunos, un remanente, que vivió, trabajó, y a menudo sufrió pérdida, en fe leal, confiando en las promesas de Dios, adorando y orando, y practicando el amor al prójimo, moralidad de pacto conforme a la Ley, y compañerismo para apoyarse mutuamente. No llamar a este remanente fiel la iglesia del Antiguo Testamento, cuando sus miembros se relacionaron con Dios precisamente como los cristianos se relacionan con él y estuvieron constantemente haciendo juntos lo que la comunidad cristiana hace, sería realmente extraño.

      Parece, entonces, que en el Antiguo Testamento somos confrontados con dos cosas juntas. Una es la realidad de verdadera y falsa religión entre el pueblo oficial del pacto, la comunidad que hoy podríamos llamar la iglesia visible. La diferencia aquí entre ahora y entonces parcialmente tenía que ver con el conocimiento y parcialmente con la experiencia. El fiel de los tiempos del Antiguo Testamento no sabía tanto acerca de Cristo a quien ellos esperaban como los cristianos del Nuevo Testamento saben ahora que Cristo ha venido; tampoco los santos del Antiguo Testamento experimentaron tanto del poder de transformación moral en sus vidas como los cristianos han conocido desde el derramamiento pentecostal del Espíritu. Pero fe, arrepentimiento, tentación, amor, duda, incredulidad, alabanza, oración, orgullo, gratitud, reincidencia, paciencia, pureza de corazón, auto control, celo por Dios -en breve, todas las virtudes que pertenecen a la piedad, y todos los vicios que componen la irreligiosidad, eran en esencia los mismos en tiempos del Antiguo Testamento que las del Nuevo, y el Antiguo Testamento contiene profunda enseñanza acerca de ellas. Al mismo tiempo (y esta es la segunda cosa que encontramos), gran parte del orden de pacto que Dios estableció para Israel a través de Moisés era típica y temporal; impuesta por Dios por razones educativas hasta que Cristo viniera, ahora ya no se aplica a nadie. El Nuevo Testamento nos dice que lo que pertenece a esta última categoría, y la lección es una que los lectores cristianos del Antiguo Testamento absolutamente deben aprender.

       Tipo y Antitipo

      Para ser específico, entonces: un tipo en las Escrituras (tupos en griego, que originalmente significa una grabación o una impresión que iguala) es un acontecimiento, institución, lugar, objeto, oficio o persona en función que modela una realidad más grande que en algún sentido es de la misma clase y debe aparecer en la etapa de la historia en un punto subsiguiente. Esta realidad más grande se conoce como antitipo. El término “tipo” es tomado de Romanos 5:14, donde Adán es llamado un tupos (“modelo”) de Cristo, el que había de venir. “Antitipo” viene de 1 de Pedro 3:21, donde el bautismo, entendido no simplemente como una aplicación de agua sobre el cuerpo sino también, y esencialmente, como una fe activa en Dios, es llamado el Antitypo que la preservación de Noé a través de las aguas del diluvio al entrar en el arca ha prefigurado.

      Un tipo establece un marco para interpretar la realidad más grande cuando aparece, y entretanto, simplemente por existir, inculca el principio del cual la realidad más grande será en realidad el ejemplo supremo. Cuando la realidad más grande arriba, se convierte en el factor decisivo en su propio campo; en una manera u otra trasciende y rebasa el tipo. En términos espaciotiempo, el tipo es desde entonces una cosa del pasado, no más determinativo de lo que debe hacerse o de lo que ocurrirá. El registro bíblico de ello, sin embargo, es de valor permanente como conceptos y categorías provistos para el entendimiento del antitipo. La tipología por tanto llega a ser una clase de manual de conversación para usar en teología.

      En la Biblia aparecen muchos tipos, pero los importantes para interpretar el libro de Nehemías son tres.

      Primero: bajo la dispensación mosaica del pacto de Dios, la dispensación que la carta a los Hebreos llama “la anterior” y “la primera” y la declara “obsoleta” a partir de la venida de Cristo (Hb. 7:18; 8:7, 13; 9:1), la comunión de pacto con el santo Dios de Israel se mantenía a la luz de los constantes pecados de Israel mediante y un sistema típico de sacrificios administrado por un sacerdocio típico en un santuario que tipificaba la presencia inmediata de Dios. El ministerio y la mediación sacerdotal de Jesucristo, su sacrificio definitivo e incesante intercesión, sobrepasa todo esto, como Hebreos 7-10 deja en claro. En el día de Nehemías, sin embargo, el camino prescrito para tener comunión con Dios era la obediente ofrenda de un paquete de sacrificios, y sin esto no podía esperarse el favor de Dios.

      Segundo, bajo el antiguo pacto a Israel se le dio una tierra, Palestina, con promesas de prosperidad y protección por la fidelidad, advertencias de empobrecimiento y expulsión por infidelidad, e insinuaciones de que podría haber restauración después del juicio disciplinario si prevalecía la penitencia. La tierra era un tipo de “una mejor patria...” (Hb. 11:16), un país que no debe definirse geográficamente sino relacionalmente, en términos de comunión con Cristo y su pueblo y de goce de las cosas buenas que él da a quienes confían en él y le sirven. En el tiempo de Nehemías, sin embargo, la tierra era el lugar señalado de bendición, la bendición que fue prometida centrada en la libertad de pobreza y la renovación de vida entre el lánguido pueblo de Dios involucraba el regreso a la tierra del exilio y el reclamo de la tierra del control pagano.

      Tercero, bajo el antiguo pacto Jerusalén, la ciudad de David y el templo de Salomón, fue reconocida como el lugar donde Dios había escogido “poner su nombre.” (Dt. 12:21, 11) -es decir, el centro de adoración señalado para Israel, donde debían ofrecerse los sacrificios, mantenerse la adoración ceremonial, y buscar y disfrutar la presencia de Dios. Bajo el nuevo pacto, hallamos que el pueblo que Dios posee en Cristo constituye su templo (Ef. 2:1922), y su presencia para bendecir puede ser disfrutada dondequiera que sus siervos le invoquen a través de Cristo, o invoquen a Cristo, como vice regente de Dios (Heb. 4:15-16; 10:19-22), mientras “Jerusalén” y “Sion” han llegado a ser nombres para una comunidad que no es de este mundo (Gál. 4:26; Heb. 12:22; Ap. 3:12; 21:2, 10), una comunidad que ahora se revela como el antitipo del cual la Jerusalén terrenal era el tipo. En el tiempo de Nehemías, sin embargo, era categóricamente necesario, porque había sido prescrito divinamente, que Dios debía ser adorado en Jerusalén -lo que significaba que Jerusalén СКАЧАТЬ