La derrota de lo épico. Ana Cabana Iglesia
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СКАЧАТЬ Las formas de protesta de estos sujetos entendidos como «prepolíticos» (maneras más individualizadas de conflicto, acciones que resultan menos vistosas, con escasa repercusión y, aparentemente, menos amenazantes para el poder impuesto) no suscitaron la fascinación de los analistas de los movimientos sociales. Estos dirigen sus esfuerzos teóricos y analíticos a estudiar los movimientos carismáticos para entenderlos como la única fuerza para el cambio social. Fijan su atención en actividades públicas desarrolladas a través de ciertas formas organizadas como sindicatos o partidos políticos, apelando a lo visible y a lo cuantificable (huelgas, número de participantes, etc.). Una propuesta que ha encontrado su correlato historiográfico en el afamado «primitivismo» definido por Eric Hobsbawm (1974 y 1976b), con el que este autor se refiriere a las sociedades no completamente industrializadas que no encuentran un lenguaje específico en el que expresar sus aspiraciones.

      Scott ha desplegado toda una batería conceptual, ex novo o a partir de conceptos ya existentes, alrededor de la que se articula su aparato crítico: «resistencia cotidiana», «armas del débil», «registro escondido» e «infrapolítica». No pretendemos dar cuenta o resumir su contribución, pero sí consideramos pertinente subrayar algunos aspectos centrales de su análisis por ser sustentadores teóricos de nuestro trabajo. Scott parte del hecho de que las rebeliones campesinas son pocas y muy lejanas en el tiempo. Desarrolla el concepto de «resistencia cotidiana» y lo define como una forma de resistencia rutinaria llevada a cabo por individuos pertenecientes a grupos subalternos que no provoca, ni lo pretende, grandes cambios en el sistema de dominio contra el que actúa, sino que tiene como finalidad frustrar una política o actitud particular que toca y afecta a la vida diaria de dichos grupos. En un contexto autoritario o de falta de libertades, dada la inexistencia de mecanismos institucionales y/u oficiales que permitan a estos colectivos subalternos expresar libremente sus discrepancias y opiniones críticas respecto al sistema de imposición de poder, y en la imposibilidad de hacerlo abiertamente a través de formas organizadas por estar estas sometidas a un alto grado de represión, aquellos optan por usar actividades cotidianas como estrategia para defender sus intereses y contrariar una situación que es entendida como desfavorable. Esta variante de resistencia se muestra como inherente a la cultura campesina, que cuenta con todo un conjunto de formas de oposición silenciosa y corrosiva –que requieren poca o ninguna coordinación, que se valen de acuerdos implícitos o redes informales de sociabilidad y que evitan una confrontación directa con la autoridad– a las que Scott denomina «armas del débil». Se refiere de modo especial a «armas» como el sabotaje, el fraude, la lentitud en el trabajo, el disimulo, la falsa ignorancia, la difamación, la deserción, el furtivismo, los pequeños incendios, etc. Todas aquellas acciones que se vuelven eficaces con el anonimato de sus protagonistas, el uso de la cotidianeidad y la contestación indirecta.

      Scott afirma que la diversidad de actos de resistencia cotidiana traduce diferentes niveles de protesta y su elección depende de varios factores, desde el motivo del descontento, al grupo de individuos que expresa ese descontento y a las formas de represión a las que están expuestos. Esta es una de las grandes aportaciones de este antropólogo: la alusión a una gran variedad de formas de resistencia que recurren a formas indirectas de expresión, que él conceptualiza como «infrapolítica». Son formas básicas para acercarse al análisis del poder y de la hegemonía porque, si bien no suponen un desafío articulado por parte de un colectivo subalterno, tampoco son inocuas ni carentes de trascendencia, ni para el que las protagoniza ni para el que las sufre. En las formas de resistencia cotidiana hay algo que va más allá de la frontera de simples reacciones instintivas para asegurar el sustento. Lo que los «infractores» ponen sobre el tapete es el hecho de que las nuevas СКАЧАТЬ