Añorantes de un país que no existía. Salvador Albiñana Huerta
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Название: Añorantes de un país que no existía

Автор: Salvador Albiñana Huerta

Издательство: Bookwire

Жанр: Документальная литература

Серия: Oberta

isbn: 9788491346685

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СКАЧАТЬ paterna y la más liberal y descreída de su madre, de la que recuerda a su abuelo Baltasar, bon vivant con maneras de hidalgo a quien veía a hurtadillas porque vivía amancebado con la tía Francisca. Había diversificado su economía y se dedicaba a la ganadería y al transporte de madera que desde los pinares de Cuenca bajaba por el río Turia. Un oficio arriesgado del que se ocupaban las cuadrillas de madereros de la cercana Chelva, que le hablaron por vez primera del Danubio. Deltoro atesoró en su memoria las imágenes de los gancheros colgados de la hoz cuando los troncos se enclavaban y había que subirlos. Una escena que desapareció con la construcción de una central eléctrica hacia 1920. Por un tiempo, el pueblo se llenó de obreros y de barreneros leoneses y asturianos que pervirtieron las contenidas costumbres campesinas.

      De acuerdo con ese ambiente acomodado y severamente católico, tuvo una escolarización religiosa. Tras un periodo en los Maristas –allí se sintió como pera en tabaque, precisa–, estudió en el Colegio de San José de Valencia, donde ya lo habían hecho sus dos hermanos. A los jesuitas dedica una larga diatriba contra sus métodos pedagógicos, la solemne escenografía en la lectura de las calificaciones y contra el recurso a las terroríficas escenas del Infierno y el Juicio Final –que tanto afectaron también a Luis Buñuel, alumno del colegio de Zaragoza–, frecuentes en las pláticas de los ejercicios espirituales. Y todo ello sazonado con episodios de homosexualidad por cuenta de algún padre de la Compañía.

      «Y entonces en vez de llevarme al Instituto de Enseñanza oficial, me llevaron a los Escolapios, que eran más liberales. He de confesar –precisaba a Perujo– que los escolapios tenían una formación pedagógica muy superior a la de los jesuitas». Conservó siempre un agradecido recuerdo de sus profesores de dibujo, Constantino Castellote, y de literatura, el padre Vicente Ten, un hombre con formación musical y literaria que en ocasiones llevaba a algunos alumnos al teatro. Fue una revelación: «Fíjate lo que supone para un muchacho de catorce años ir al camerino de la Josefina Díaz y ver los entresijos del Teatro Eslava. Pues cambió por completo mi mentalidad». En 1924 obtuvo el grado de bachiller; en aquel año están fechadas unas caricaturas que revelan su destreza con el lápiz. Deltoro admite haber sido un estudiante desigual, salvo en las materias de arte, preceptiva literaria e historia de la literatura.

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      Antonio Deltoro, Caricatura, 1924. Archivo Ana y Antonio Deltoro Martínez, México.

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      Arthur Schopenhauer: Fundamento de la moral, Valencia, Sempere, ca. 1912.

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      José Ortega y Gasset: La rebelión de las masas, Madrid, Revista de Occidente, 1930