Название: La caja de los hilos
Автор: Antonio Moreno Ruiz
Издательство: Bookwire
Жанр: Документальная литература
Серия: Fuera de Colección
isbn: 9788428837835
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Esa peregrinación no fue solo un viaje personal al encuentro con Cristo (que también). Fue un viaje comunitario, como Iglesia, como pueblo de Dios. No se puede amar a Dios a quien no vemos sin amar al hermano a quien vemos. Por eso, el componente de convivencia que lleva consigo toda peregrinación tiene también un sentido pedagógico muy serio. Buscamos a Dios, pero juntos, como hermanos.
Bueno, y todo esto, ¿a qué venía?
¡Ah, ya! Yo estaba explicando que Pentecostés era una fiesta en la que todos peregrinaban a Jerusalén y que por eso estaban allí todos, María y los apóstoles. Nos lo cuenta también el evangelista Lucas que, por si no lo sabías, es el autor de los Hechos de los Apóstoles.
Y dice que, estando en la ciudad,
“De repente vino del cielo un ruido como el de una ráfaga de viento impetuoso, que llenó toda la casa en la que se encontraban. Se les aparecieron unas lenguas como de fuego que se repartieron y se posaron sobre cada uno de ellos; quedaron todos llenos del Espíritu Santo y se pusieron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les concedía expresarse.
Había en Jerusalén hombres piadosos, que allí residían, venidos de todas las naciones que hay bajo el cielo. Al producirse aquel ruido la gente se congregó y se llenó de estupor al oírlos hablar a cada uno en su propia lengua” 12.
Impresionante, ¿verdad? Pero, ojo, que te puedes quedar solo en el hecho extraordinario, en los “efectos especiales”.
Si te gustan los FX, te recomiendo que veas “El ascenso de Skywalker” y disfrutarás mucho más. Los de Hollywood son los auténticos especialistas en prodigios visuales. Si lo que quieres, en cambio, es ver el verdadero milagro, el prodigio espiritual que sucedió esa noche, e ir más allá entendiendo lo que Lucas (no George) quiere explicar, sigue leyendo.
Porque aquí lo que está ocurriendo es un acontecimiento real que marcará un antes y un después en la historia humana, en tu historia personal.
Igual que la Pascua judía (la liberación del poder del faraón) adquiere un nuevo sentido en la Pascua de resurrección del Señor (la liberación del poder de la muerte), el Pentecostés judío (la entrega de la ley y la elección de Israel “entre todos los pueblos”) experimenta una “cristianización” (la entrega de la fuerza para cumplir esa ley y una nueva elección sobre el pueblo real y sacerdotal: la Iglesia).
Y se ve en los paralelismos entre ambas “teofanías” (entre ambas manifestaciones divinas).
En el Sinaí (ver Ex 19-20), cuando Dios entrega la ley a Moisés cincuenta días después de la Pascua, desciende “en el fuego” y manifiesta su poder con truenos, relámpagos y el sonar de la trompeta.
En el nuevo Pentecostés (Hch 2,1-11), 50 días después de la resurrección, Dios también desciende como fuego y en medio de un estruendo.
¿Y sabes dónde está situado el cenáculo, el lugar donde ocurrió la bajada del Espíritu Santo? En un monte: en el Monte Sion. Si vas hoy a Tierra Santa puedes visitarlo. Montes Sión y Monte Sinaí: otro paralelismo. Dios se manifiesta en “el monte”.
Si participas alguna vez en la vigilia extensa de Pentecostés, escucharás esta lectura del Éxodo que nos deja entrever su estrecha relación.
Y es que la ley, los mandamientos, son camino de vida para el hombre y la mujer. No son una imposición arbitraria, una norma de un Dios autoritario que quiere someternos a sus caprichos. El decálogo es la lista de consejos de un padre bueno que quiere la felicidad para sus hijos y que, conociéndolos mejor que ellos mismos, les advierte de dónde pueden meter la pata y qué peligros deben evitar.
Sin embargo, si de verdad te conoces, te das cuenta de que eres incapaz de cumplirlos. Quieres, pero no puedes. ¿Qué necesitas para cumplir la ley? ¡El Espíritu Santo!
Los mismos discípulos que antes no podían cumplir el mandato de Jesús y huyen despavoridos en la pasión, ahora salen con una fuerza nueva, a proclamar el Evangelio. La ley escrita antes en piedra está ahora escrita en los corazones. “El corazón de piedra se ha transformado en corazón de carne” 13.
El mandamiento nuevo: “Amaos los unos a los otros como yo os he amado” 14 no es una imposición. Nadie puede amar obligado, eso no sería amor. Y es que el mandamiento nuevo, la nueva ley no empuja, atrae.
“El que me ama, guardará mi Palabra” 15, dice el Señor en el Evangelio de hoy. No al revés. Es decir, que no tienes que cumplir nada para demostrarle tu amor; sino que, si tienes el Espíritu dentro de ti, si tienes la gracia de la fe, si sientes en tu corazón que Dios te ama, eres atraído por el bien; y el deseo de amar al prójimo mueve tu vida. Nadie te empuja: cumples porque amas y no al contrario.
Por eso decimos que Jesús no deroga la ley antigua del monte Sinaí, sino que le da cumplimiento. Y nos envía su Espíritu en el otro monte, el monte Sión, para que nosotros también podamos cumplirla.
En la cuarta lectura de la vigilia de Pentecostés lo dice el profeta Joel: “Cuantos invoquen el nombre del Señor se salvarán. Porque en el monte de Sión, en Jerusalén quedará un resto” 16.
Pues bien, esa gracia del Espíritu no era la primera vez que se daba. Él ya se la había dado antes y de forma plena a su madre, la Virgen María. Ella es “llena de gracia” desde el momento de su Inmaculada Concepción.
Por eso al día siguiente de esta fiesta de Pentecostés se celebra una importantísima fiesta mariana: Nuestra Señora del Rocío, cuya relación con el Espíritu Santo es también muy desconocida.
Para empezar, el nombre de Rocío es una mística alusión al Espíritu, cuya acción se representa con esta imagen del rocío que cubre de forma invisible los campos y fecunda y da vida. En el clima desértico en el que vive gran parte del pueblo hebreo, el rocío es signo de la bendición de Dios. Por eso la Biblia lo identifica con el Espíritu.
“Destilad cielos como rocío de lo alto, derramad, nubes, la victoria. Ábrase la tierra y produzca salvación y germine juntamente la justicia”, cantará Isaías 17. ¿Ves cómo la imagen se puede comparar también al Espíritu Santo? Viene de lo alto, de la nube, produce salvación…
También a la Virgen del Rocío se la aclama con el nombre de “Blanca Paloma”. De nuevo una imagen tradicional del Espíritu Santo: la paloma.
Al parecer, no era a la Virgen a la que se aclamaba con este nombre en un principio, sino a la paloma que aparece en el camarín de la Virgen y bordada en su palio, como tienen otras muchas imágenes marianas. Por desconocimiento, los vivas a “esa blanca paloma”, se entendieron como vítores a María de tal manera que quedaron identificadas la Virgen y el Espíritu.
Y pensándolo bien no es tan grave la confusión. En los pueblos, era costumbre llamar a las esposas de los hombres importantes con el nombre del esposo. Si un terrateniente se llamaba Pascual, la gente conocía a su mujer como Pascuala. También se le decía alcaldesa a la esposa del alcalde.
¿Y no aclamamos a María como esposa del Espíritu Santo? Así que, entendida СКАЧАТЬ