Название: Tierra y colonos
Автор: José Ramón Modesto Alapont
Издательство: Bookwire
Жанр: Документальная литература
Серия: Oberta
isbn: 9788437084343
isbn:
En segundo lugar, si la estabilidad de los colonos era una garantía de buen cuidado que reducía el riesgo moral, podía también ser utilizado como un mecanismo para incentivar la inversión. Efectivamente, los contratos de Hospital no establecían una recompensa por las mejoras, pero nuevamente la fl exibilidad del sistema podía hacer que los propietarios favorecieran la inversión de los colonos a través de la continuidad al frente del cultivo. El colono se vería impulsado a la inversión o a la mejora productiva de la finca a través de su trabajo, si tenía la seguridad de que el propietario recompensaría su esfuerzo con su estabilidad. El sistema era también beneficioso para el propietario, que veía crecer el valor de su finca gracias al trabajo de los cultivadores. Por ello el propietario intentaba corresponder con sus trabajadores más eficientes o que mejoraban sus tierras.
Pero para que este mecanismo incentivador fuera eficaz era necesario también que el propietario mantuviera una cierta moderación en el incremento de la renta. No podemos olvidar que la renta, a parte de un rendimiento de la tierra, era igualmente un rendimiento de las posibles inversiones que realizara el propietario. Si la inversión se trasladaba al colono, el rendimiento de esta inversión debía al menos en parte repercutir en el cultivador. El mecanismo para ello era la moderación en el crecimiento de la renta. Este es un aspecto que discutiremos más adelante, cuando veamos la evolución de la renta, y que comprobaremos en diferentes momentos en el patrimonio.
Un ejemplo puede ser muy clarificador. Desde 1757 el Hospital tiene en la población de Castelló de la Ribera 78 hgs. de tierra que combina huerta, arrozal y olivar arrendadas por 286 libras. En 1819, el colono, Bautista Perales, debe al Hospital 306 libras. Al ser reconvenido para el pago el arrendatario contestó que «el baxo precio y ninguna salida del arroz le imposibilitaban hacerlo». Pese al elevado montante de la deuda el comisionado hace la siguiente reflexión:
(...) este arrendador es en mi concepto uno de los mejores que tiene el Hospital: no sólo ha tratado la tierra como con interés propio, sino que del albe del río Júcar que confina con la posesión del Hospital ha sacado sobre 4 hanegadas parte de las cuales fructifican ya para la cosecha de arroz, y las restantes producirán quizás este año: cuyo aumento a favor del Hospital se deben a su aplicación y laboriosidad y se han incluido ya en el arriendo. Ha plantado de su cuenta en las tierras una crecida porción de olivos; ha rebajado campos y nivelado otros a cuyo beneficio son susceptibles de riego y cría de arroces cuando eran secano de poquísimo valor.
El informe de un perito deja constancia de que la tierra está muy bien trabajada y que gran parte del estado que tiene en el momento es «a beneficio de la industria y trabajo del arrendador» que ha nivelado las tierras y ganado al río con la tierra sobrante las cuatro hanegadas. En atención a su esfuerzo se le concede más tiempo y pague la deuda «y no abandone las tierras». Además en la nueva escritura, aunque el pago es en Todos Santos,
se le conceden cuatro meses desde ese día para que pueda vender sus frutos (...) porque sin esta circunstancia se me retraía de continuar en el cultivo y ningún otro hubiese dado al Hospital tanto beneficio (...) que es un labrador de arraigo y honradez.
Además en el arriendo se le entregan gratuitamente las ocho hanegadas de secano en las que ha comenzado a cultivar olivos para que termine de plantarlas.
El Hospital ha flexibilizado claramente su postura y cuando le ha interesado ha sido capaz, en una época marcada por las dificultades, de dar facilidades a un colono que aunque debe más de una anualidad ha tenido una destacada implicación en la mejora de la finca. No nos extraña encontrar en el momento de la venta de las tierras por la desamortización a su hijo Marcelino Perales cultivando la misma tierra 40 años más tarde por 5.500 reales (365 libras). La flexibilidad del Hospital, combinada con su atención a la hora de ir actualizando la renta, le permite un aumento significativo del arrendamiento, basado en la mejora productiva de la finca por el colono al que ha sido capaz de incentivar con diferentes mecanismos. Esta postura, pese al mantenimiento del colono no puede plantearse como paternalismo. Más bien el Hospital ha sabido cuando le interesa aflojar y cuando apretar, en función de las condiciones del colono y de sus posibilidades reales.
El tercer punto débil que habíamos detectado era la escasa disponibilidad de capital de los colonos, que les hacía incapaces de invertir y muy vulnerables a los años de malas cosechas o bajos precios. La estabilidad de los colonos actuaba como un mecanismo atenuante de esta vulnerabilidad, si el propietario era capaz de flexibilizar sus posturas. La actividad agraria entrañaba muchos riesgos: inclemencias medioambientales, inestabilidad de los mercados, etc. Esto hacía frecuente el endeudamiento de los colonos, porque su falta de recursos les daba muy poca capacidad de resistencia. La estabilidad de los labradores, que podían ser desahuciados por falta de pago, podía permitir la recuperación de los impagos. Mantener a un colono después de un mal año que ha dejado deudas era una manera bastante fiable de poder recuperar el dinero en los años sucesivos, pues los años malos se combinaban normalmente con los buenos. Este mecanismo podía ser más eficaz que el despojo, que podía suponer la pérdida definitiva de las deudas, si los embargos no podían resarcir los atrasos. Algunos historiadores lo consideran como una forma de crédito a los colonos que frecuentemente acompañaba a la renta (Peset, 1986).
En los contextos en que la demanda de tierra en arriendo era muy fuerte, como en l’Horta, la estabilidad se implicaba en otros mecanismos más complejos para evitar los atrasos. Un colono endeudado frecuentemente traspasaba su arriendo a otro colono que se ofrecía a pagar los atrasos.[14] De este modo, el propietario recobraba la renta no cobrada y situaba a un nuevo colono más solvente que el anterior. La manera de incentivar estas operaciones tan beneficiosas al Hospital era también dar una garantía de estabilidad. Al propietario le interesa un arrendatario más capitalizado y recuperar sus atrasos, pero ningún colono realizaría estos pagos si no esperara recibir a cambio una garantía de continuidad. De alguna manera el nuevo colono «compraba» su «derecho» a ser arrendatario estable.
La estrategia de la continuidad genera una serie de prácticas habituales en la gestión del propietario. En primer lugar el Hospital intenta en la medida de lo posible mantener la estabilidad de sus arrendatarios. La norma era negociar la renta tratando de respetar la preferencia de los cultivadores, incluso cuando se recibían ofertas de terceros para cultivar a un precio mayor. El traspaso hereditario de los arriendos entre familiares, que normalmente sigue la sucesión masculina, de padres a hijos o a yernos, debía recibir la autorización de los propietarios. El Hospital la solía respetar si no le suponía perjuicio, aunque también le servía como mecanismo de selección de los colonos entre los familiares. El reconocimiento del traspaso solía ser también momento para modificar la renta y establecer la relación mediante contratos. Así mismo, en su flexibilidad con el colono solían tener en cuenta el esfuerzo que éste había invertido en la mejora productiva de la finca con la realización de mejoras.[15] СКАЧАТЬ