Название: Del feudalismo al capitalismo
Автор: Carlos Astarita
Издательство: Bookwire
Жанр: Документальная литература
Серия: Historia
isbn: 9788437081144
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[1] Los historiadores se han concentrado en el estudio del textil y en este libro se recoge esta herencia. Si bien esta atención se justifica por la importancia de esta actividad en la evolución económica, ello no significa que haya sido el único ámbito en el que se encuentran anticipaciones capitalistas. Por ejemplo, la producción de manuscritos fue organizada en la Baja Edad Media por empresarios que pagaban por pieza a sus copistas. Lo mismo pasó cuando las obras de arte comenzaron a reproducirse en serie para obtener ganancias monetarias (ver Burke, 1993).
[2] Si se enfoca el problema en términos exclusivamente cuantitativos se omite que sin ese estadio de manufacturas rurales hubiera sido inexplicable, por ejemplo, la máquina de tejido de punto que apareció a mediados del siglo XVII, compuesta por unas 2.000 piezas hechas por herreros, y que proporcionaba entre 1.000 y 1.500 lanzadas por minuto. Esta última cifra, comparada con las 100 del trabajador manual, da cuenta de la magnitud del cambio. No es menos importante denotar que la organización de los capitalistas propietarios del instrumento, en 1657, sólo se explica por el proceso previo de acumulación de capital (ver Dobb, 1975, pp. 179 y ss.), Esto no niega que la producción fabril de artículos textiles fue excepcional hasta la segunda mitad del siglo XVIII.
[3] Esto no significa ignorar que desde 1843 a 1871, por lo menos, Marx realizó penetrantes consideraciones sobre el estado, en referencia a la filosofía de Hegel, a la génesis del capitalismo o a la guerra civil en Francia.
[4] Por ejemplo, homologa al burócrata del antiguo Egipto con el de su época o el carisma del franciscano con el de un líder moderno. Esta carencia se dio a pesar de que, para Weber, la clase burguesa nacional surgió de la coalición del estado con el capital.
[5]La base de estas consideraciones está en primer lugar en la obra fundamental de Weber, Economía y Sociedad, en especial en su primera parte, donde explicita el procedimiento que lo lleva a elaborar sus tipos ideales (Weber, 1987). Se corrobora en la totalidad del trabajo. De la mucha bibliografía sobre este tema, destaco los aportes de Lewis, 1981; Lukács, 1969; Marcuse, 1983. Sigo estas elaboraciones en lo que respecta a la epistemología kantiana.
[6] Para el ambiente intelectual de Weber, ver Honigsheim, 1977. Sobre su precoz conocimiento de Kant, el testimonio de Marianne Weber (Weber, 1995, pp. 145 y 287).
[7] Giddens, 1971, afirma que el método de Weber «... presumes abstraction from the unending complexity of empirical reality. Weber accepts the neo-Kantianism of Rickert and Windelband in holding that there cannot conceivably be any complete scientific description of reality. Reality consists of an infinitely divisible profusion. Even if we should focus upon one particular element of reality, we find it partakes of this infinity. Any form of scientific analysis, any corpus of scientific knowledge whatsoever, whether in the natural or the social sciences, involves selection from the infinitude of reality» (p. 138).
[8] Adorno, 1996, pp. 140 y ss., dice que gran parte del análisis social se refiere a formas cosificadas, problema que Weber no vio; «... el estudio de las instituciones no consiste en un estudio de acciones, aun cuando, obviamente, está conectado con la acción social y con la teoría de la acción social» (p. 141).
[9] Marianne Weber dice «Weber rastrea por todo el globo terráqueo las regularidades de la acción social y las encierra en conceptos mediante los cuales se piensan los transcursos de la acción como si tuvieran lugar sin ser perturbados por influencias irracionales, es decir, imprevisibles, lo cual nunca sucede en la realidad» (Weber, 1995, p. 909).
[10] Los argumentos teóricos se condensan en Anderson, 1985.
[11] Esta dimensión está presente en alguno de los autores aquí criticados. Por ejemplo, el importante estudio de Brenner, 1993, sobre estrategias enfrentadas entre los comerciantes tradicionales, por una parte, y los ligados a las explotaciones coloniales, por la otra, durante la revolución inglesa del siglo XVII, aspirando los últimos a influir sobre la política externa de la Corona. La caracterización de esta revolución, que según Brenner fue un conflicto entre burgueses, es una consecuencia de sus estudios anteriores en los que postulaba el triunfo del capitalismo agrario desde principios de la modernidad.
[12] Therborn, 1980, p. 290, indica que cuando Weber juzgaba el materialismo histórico como la más importante construcción típico ideal, demostraba lo poco que sabía del marxismo; Marx y Engels nunca se propusieron tal construcción; no trabajaron observando la distinción entre la media y el ideal. Agrega que «... la construcción de conceptos del materialismo histórico queda fuera de la problemática empirista de Weber, en la que los conceptos se abstraen de la realidad, como ideales acentuados o como medias, en vez de ser producidos por el trabajo teórico» (pp. 290-291).
LOS CABALLEROS VILLANOS
INTRODUCCIÓN
Los historiadores han propuesto diferentes interpretaciones sobre los caballeros villanos de la Extremadura Histórica. Esta diversidad deriva, en parte, de la complejidad de un área que no se encuadra en los moldes clásicos de formación del feudalismo. En esa región de Castilla, entre el Duero y el Sistema Central, prevaleció durante la Edad Media una particular organización social determinada por los concejos. Estas comunidades, formadas por la villa y un territorio con aldeas dispersas, aparecen ya establecidas en los siglos X y XI, en la frontera cristiano-islámica del sur del Duero. En esa zona, sometida a campañas depredadoras, sobrevivía una sociedad relativamente igualitaria de pequeños propietarios independientes, divididos entre milites (caballeros) y peones. Sólo con el retroceso árabe y el avance cristiano, la situación comenzó a cambiar. Durante el siglo XII, los milites de los concejos realizaron recurrentes campañas bélicas, y esa ofensiva se tradujo en una acumulación privada y diferencial de riquezas que provocó la ruptura de la antigua homogeneidad social. Desde la centuria siguiente, y como resultado de ese proceso, los concejos presentaban ya una clara dicotomía. Por un lado, se encontraba la aristocracia local de villas como Ávila, Segovia, Sepúlveda o Ciudad Rodrigo, constituida por caballeros villanos, descendientes de los primitivos milites. Por otro lado, el resto de los pobladores sometidos a tributos.[1] Estos caballeros, cuya cualidad como elite social de los municipios nadie cuestiona, están sujetos a interpretaciones controvertidas en cuanto se pretende precisar su tipología sociológica.
La mención inicial es para la escuela institucional, representada por Sánchez Albornoz (1971, 2, pp. 36 y ss.). Afirmaba que la libertad de la caballería villana determinaba la peculiaridad castellana en el seno del feudalismo medieval. Bajo su influencia, las prerrogativas jurídicas pasaron a un primer plano. Rafael Gibert (1953, p. 417), por ejemplo, tras enumerar los privilegios de los caballeros (los historiadores institucionales son muy prolijos en las taxonomías), asevera que tomaron como prototipo el estatuto de los hidalgos (exención de tributos y dirección del gobierno municipal), aunque nunca disfrutaron СКАЧАТЬ