Ahora el fuego. Ximena Ramírez
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Название: Ahora el fuego

Автор: Ximena Ramírez

Издательство: Bookwire

Жанр: Языкознание

Серия:

isbn: 9789566107033

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      ©Copyright 2020, by Ximena Ramírez

       [email protected]

       Colección Versos & Poemas

       «Ahora el fuego»

       Poesía chilena, 104 páginas

       Primera edición: diciembre de 2020

       Edita y distribuye Editorial Santa Inés

       Santa Inés 2430, La Campiña de Nos, San Bernardo, Chile

       +56 9 42745447

       Instagram: santaines editorial Facebook: Editorial Santa Inés [email protected] www.editorialsantaines.cl Registro de Propiedad Intelectual N° 2021-A-291 ISBN: 9789566107019 eISBN: 9789566107033 Edición Gráfica y Literaria: Patricia González Maquetación Portada: Benjamín Vergara Edición electrónica: Sergio Cruz Edición de Estilo y Ortografía: Tania Guzmán Impreso en Chile / Printed in Chile Derechos Reservados

       Prólogo

       Un salto hacia las llamas azules de la poesía

      «Toda bandera es un río de sangre».

       Stella Díaz Varín

      «Ahora el fuego» reúne poemas que son entradas a ciertos espacios interiores donde la libertad se vuelva evidente y los espacios públicos sean liberados, tomados por quien lee, como si la poeta lanzara al horizonte un puñado de cartas marcadas que, al incendiarse, definen el único orden posible para salir o volver al laberinto sobre la tumba cuando ya todo aconteció en este decidido salto hacia las llamas azules de la poesía donde todo lo vivido se contiene y quema.

      el bosque necesita incendio para cobrar fuerza

       el piñón necesita fuego para cobrar fuerza

       y expandirse

      («Ahora el fuego», pag. 16)

      Chile debe abrir todas sus puertas y ventanas para airearse, permitirse cambiar y liberarse de paradigmas añosos, autoritarios, y dejar que el pensamiento colectivo cambie, pero, con la memoria de lo sucedido siempre resguardada, fresca, presente. El poema, al emitir poesía, puede ser esa entrada. Sería maravilloso en ese proceso que las ideas ancestrales volvieran a rugir como un coro de pueblos originarios danzando para que germinen los tiernos brotes del suelo con palabras y agua, anteriores a toda codicia, respetando la intuición del artista y sus creaciones como resultados de la naturaleza. ¡Qué importante labor! imaginar que vivimos la experiencia del territorio, la dicha y desdicha de los desplazamientos, el lugar irrepetible, las miradas que aún están y no, la memoria en la mitad del camino, el bote regresando a puerto, la sombra tragándose el mar, la alegría y el llanto de la juventud en las mesas y los vasos llenos con el poema en la punta de la lengua camino al trabajo, los años de constancia en la piel de los párpados y los dedos, el aprendizaje del esfuerzo, la sonrisa de algodón del conejo blanco llamando a la razón, el vaivén entre el bien y el mal como parte de la carne, ajustar el reloj o avivar el fuego, mantener el focus de las casas, el esfuerzo por un hogar en la maldita avenida y la escritura como deseo para vencer, con los afectos atravesando cuerpos y ciudades, valles y bocas al mar, logrando amarse y ser amada, con la neblina entrando entre las rocas que cantan a coro frente a las olas, la contemplación en la descendencia y la esperanza en las manos pequeñas que van creciendo y socializando, como si por cada latido fuese recuperado lo que nos fue negado, lo que no se podía decir y sentir en el fluir de la imaginación como parte de lo que viene.

      Volver a la entrada, a la invitación salvaje del lenguaje y observar la llama azul en estos poemas para hallar la profundidad de los afectos como parte del cuerpo social que pide a gritos un desenlace. «Ahora el fuego» es clamor valiente de cara a la tragedia y una entrada posible al rincón que pudo quedar en secreto.

      Pese a lo anterior, tras el umbral, la experiencia de lo cotidiano persiste, intenta, añora, quiere volverse algo más que filosofía, pero los ecos de las ciudades que atraviesa la poeta-hablante van cayendo y la sujeta vuelve a quedar cara a cara con la irreductible soledad, alegoría de una validación injusta pero desde donde agrupa fuerzas como parte del colectivo, porque los femicidios no se cometen a una sola mujer, el dolor es compartido, la sumisión repudiada, hay un quiebre en la calma de quien habita, educa y transita, pero en su recorrido el pasado como el texto se fragmenta de dolor, entonces, la anciana en sueños le devela una entrada para salir de la atractiva oscuridad. Porque por momentos todo es más difícil, todo se vuelve mucho más complejo de lo que se imaginó, entonces, el amor distrae sus preocupaciones por el territorio repartido entre celeridad y pausa, capital y litoral, contención y desenfreno, costa y cordillera, erotismo y complicidad, quizás porque sabe que desde ese fuego todo lo aniquilador de la ciudad puede dominarse, enfrentarse, como la falta de agua y de voz. A veces, incluso el miedo yace ausente. Y el deseo arremete a través de los sentidos en desorden para observar por dónde respira cada lugar que visita. Nos dice, poseo una fiesta interminable en mis ojos.

      La sinestesia es una de las fórmulas para abrir esa puerta, ya no una metáfora, el poema embriaga, une recuerdos, culpas y compromisos, imágenes de ciudades que se contrastan, el discurso a veces es un testimonio, otras una conversación cual eco, los enunciados arremeten de forma caótica cercanos al fluir de la conciencia, de vez en vez la capital es ruidosa con el fuego como parte de las calles. En San Antonio, en cambio, la claridad se articula en la música que le es familiar como el amanecer en la ribera, las primeras amistades, la cadencia es el timón de quien conoce las corrientes marinas en la tempestad, el arraigo con la otra orilla, los bares que ya no están, la pequeña ciudad de la mano de un puerto aplastado por la sombra, la ruina de las tabernas, el largo tránsito de la juventud a la adultez, las segundas alcobas, el litoral como territorio propio y la nación como el espacio a recuperar. El desajuste de la modernidad a medias está en ese contraste, del que también nace el poema como profecía de la toma del metro de Santiago, escrito veinte años antes del hecho, cuando «Profilaxis» era un libro disperso entre lecturas, performance, plaquettes y revistas como «Torbellino poético», poemas de la noche incendiada entre lecturas y trances que se tomaban el vértigo entre las rocas de Santo Domingo y la barricada gigante cuando los botes de los pescadores del sindicato ardían a los pies de Barrancas. «Ahora el fuego» posee parte de esa identidad híbrida de lugares silenciados de provincia y la modernidad capitalina donde no hay espacio para imaginar, desdibujando así la cartografía nacional, ampliando e iluminando el rostro sacudido del pueblo que falta.

      mi lugar está donde no estoy

       mi lugar no lo encuentro

       mi lugar soy yo

       y yo estoy en ninguna

       y todas las partes

      («Ahora el fuego», pag. 71)

      Palabra fuera del tiempo, palpando su corazón que sabe: tras la escritura puede que nada exista, salvo las huellas de quien se construye y deconstruye en el poema. La atmósfera posee un elixir propio, seductor y, aunque ella se ausente, le pertenece, pues su identidad se extiende en lo profundo y lo devela como su aroma en el lugar de todas las partes. Así, primero hay desplazamientos por la ciudad donde entra y sale de los espacios СКАЧАТЬ