Название: Planeamiento Estratégico
Автор: Mario José Krieger
Издательство: Bookwire
Жанр: Зарубежная деловая литература
isbn: 9789870117254
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Cuando abordamos el tema del pensamiento, muchos términos relacionados se acercan para identificar este proceso o actividad tan propio de la especia humana, y es posiblemente este el primer punto para poner en marcha el tema. Pues si el proceso de pensamiento hace a la condición humana, lo hace por tener esta el atributo de un sistema neurológico y el lenguaje, en el sentido de medio de comunicación para transmitir el pensamiento y sus sinónimos en términos laxos de la palabra: ideas, razonamientos, reflexiones, etc.
Desde la antropología, la especie “es palabra” y de hecho somos lo que hablamos; una teoría de las conversaciones también explica el funcionamiento organizacional: qué, quiénes y cómo se habla en una organización significa mucho más que su cultura.
La actividad de pensar es ininterrumpida, continua, en términos normales estamos pensando siempre, con independencia de la calidad con la cual lo hagamos, como así también con independencia de los resultados obtenidos con la actividad; sin embargo, es frecuente expresarnos, como si fuese una actividad premeditada: “voy o vamos a pensar”, “déjamelo pensar”, ¿y si lo pensamos?, etc.
Cuando se habla de la historia del pensamiento o de las ideas, refiere a una elite cuyo trabajo ha sido pensar, reflexionar, generar ideas y estructurarlas para poderlas transmitir en un esquema o modelo racional o lógico, formulando teorías, con distinta suerte de acuerdo al grado de aplicabilidad, o bien de la oportunidad u ocasión para poder penetrar en algún espacio que permita su difusión y prosperen como producto del pensamiento.
Sin embargo, casi inexorablemente, cuando hablamos de pensar recurrimos a los griegos como fuente sustantiva, y no es para menos, pues casi todo se produjo hace unos 2500 años; los filósofos: profesión pensar.
Sócrates: 470-399 a. de C.
Platón: 429-347 a. de C.
Aristóteles: 384-322 a. de C.
Sócrates desarrolla el método socrático, dedicado a buscar la sabiduría a toda costa. Las ideas de Sócrates solo se conservan en los diálogos de Platón, por lo que a veces resulta complicado distinguir entre la persona y el personaje, así como entre sus propios pensamientos y los del propio Platón. Su espacio de trabajo fue el ágora, donde establecía los debates que acuñarían su fama. Enunciaba que una vida sin reflexión no merecía ser vivida. Abogaba por la evaluación personal constante y el esfuerzo por mejorarse a sí mismo como la más alta de las vocaciones. En la sustancia del método socrático está la curiosidad, el inconformismo; hacer una serie de preguntas hasta dar con las respuestas finales:
“Una vida sin examen no merece ser vivida; para llevar una vida de calidad, lo primero es preguntar”.
En Platón, reconocemos la idealización. En la existencia de formas puras abstractas de las que los objetos materiales eran copias imperfectas. Estas formas son inmutables, pero vivimos en un mundo de apariencias cambiantes, y solo podemos acceder a ellas mediante la mente. Por lo tanto, hay que llegar hasta la esencia, lo esencial, el esencialismo.
En Aristóteles, la lógica, la metafísica y la ética lo proyectarían temporal y universalmente. Aristóteles desarrolló la importancia y los usos del pensamiento crítico, sentando las bases de siglos de investigación filosófica. Al no realizar, en general, experimentos empíricos, su foco fue la lógica, útil para resolver errores de pensamiento y razonamiento.
Este primer grupo, cuyos antecedentes centrales fueron los presocráticos, conforma el pensamiento occidental, los paradigmas que estructuraron la filosofía.
En una razonable aproximación a estos espacios del conocimiento, podemos capitalizar saberes sustantivos vinculados a la actividad de pensar.
El pensamiento, como atributo (quizá no excluyente) de la mente humana, puede ser aprendido, transmitido, practicado y, por lo tanto, refiere al desarrollo de una capacidad: la capacidad de pensar y, al identificarla como una actividad, puede ser diseñada de forma tal que resulte provechosa, o bien determinar un conjunto de condiciones tendientes a mejorar el producto del pensar, es decir: el pensamiento como actividad, y las ideas como producto de ese pensamiento.
Entre otras, son condiciones que mejoran la calidad del pensamiento: libertad, comunicación, lenguaje, sistematicidad, organicidad, ambientación, organización, selecciones temáticas, análisis, metodologías, motivación y particularmente un clima o espacio que provoque e impulse el emprendimiento del pensamiento.
Durante la enorme cantidad de años que nos preceden, en la historia de la historia, el trabajo como actividad sustantiva y diferenciada tiene múltiples variaciones, una diversidad muy grande de aplicación de energía humana. Desde el artesanado hasta la producción industrial se van utilizando diferentes órganos humanos, en forma prevalente de manera aislada o combinada, relacionando músculo, fuerza y ciertas habilidades con mayor o menor requerimiento de aplicación de “pensamiento”.
Esta idea prevaleció durante mucho tiempo y tiene aún relativa vigencia, produciendo un paradigma instalado fuertemente en la sociedad contemporánea que en general se ha identificado como: gente para pensar y gente para hacer.
Esto ha producido una brecha prácticamente insalvable, discriminando el pensar del hacer. El resultado: “elite para pensar”, “masividad para hacer”.
En marcha inexorable en la primera década del siglo XXI, se ha instalado el “conocimiento” y el “capital intelectual” como un atributo diferenciador en el funcionamiento de las organizaciones, como así también el denominado capital social cuyos componentes –confianza, asociatividad, civismo y ética– constituyen fortalezas competitivas de las organizaciones. El capital social se produce hacia adentro y toma el nombre de capital social interno donde son relevantes las interacciones que producen las personas y las relaciones que establecen de forma tal que cuando son proactivas aumenta la capacidad de llevar a cabo un proyecto común.
Se vuelve a considerar que la gente, los recursos humanos, las personas, son un factor clave para el éxito y reconocimiento de las organizaciones por la sociedad.
Todo lo que por ellas se hace, cuando se hace bien, produce resultados positivos; del mismo modo, todo aquello que hacen las personas en su posición laboral poniendo al servicio de la organización sus capacidades (aptitudes) y sus comportamientos (actitudes) producen beneficios para el conjunto.
El todo es más que la suma de las partes (sinergia), y la visión de cada conjunto de pertenencia individual multiplica y potencia las capacidades.
Como especie, somos en el otro; somos porque existe el otro; la mirada sobre el otro, pues, forma parte de la esencia en la construcción social.
Se construye hacia el final un tablero enunciativo que tiene coherencia en cada columna y el “pensamiento” opera haciendo prevalecer una u otra columna y no exclusivamente una de ellas.
Prevalecer significa la inclinación u orientación del pensamiento. Puede observarse que el pensamiento estratégico tiene un conjunto de atributos que destaca una forma de enfrentar las situaciones. Es prácticamente imposible trabajar sobre planificación estratégica y gestión del cambio con un pensamiento tradicional, pues estaríamos en presencia de una fuerte contradicción.
Las columnas representan un camino, un puente que se transita con formación y práctica; se aprende a pensar estratégicamente, no es un “don” de la naturaleza.
Por СКАЧАТЬ