Amor inesperado. Elle Kennedy
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Название: Amor inesperado

Автор: Elle Kennedy

Издательство: Bookwire

Жанр: Языкознание

Серия: Love Me

isbn: 9788418509131

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СКАЧАТЬ duro y haz que tus sueños se hagan realidad —me repite siempre— y así nunca deberás esperar por nada».

      —Solo serán una hora o dos —me promete mi prima.

      —Ya, claro —me mofo desde la cama de su compañera de piso.

      De nuevo, Aisha ha demostrado ser mi heroína. De alguna forma, ha sustituido el colchón que venía con la habitación de la residencia por uno de esos de gomaespuma con memoria que te hacen sentir que estás durmiendo en una nube. Me he zambullido bajo las mantas cuando Tansy y yo hemos vuelto de nuestra tarde de comida y compras. Qué cómoda es esta cama.

      —Va en serio —insiste Tansy—. Solo voy a hablar de lo que nos pasó anoche.

      —Oh, ¿te refieres a cómo os gritasteis como locos el uno al otro frente al bar entero?

      Sí. Fue divertido. Tansy y Lamar empezaron a discutir casi al instante en que llegamos al Zorro y el Sapo. Hacía mucho tiempo que no veía hacer una montaña de un grano de arena tan rápido.

      Se saludaron con un beso, ella lo chinchó por haberse equivocado de bar, él se quejó de que ella le había dicho mal el nombre, ella lo negó, él insistió, ella dijo que no era culpa suya que el muy tonto no supiera leer un mensaje, él dijo: «¿Por qué estás siendo tan cabrona?», y ya lo tienes: el Apocalipsis.

      Oh, Lamar. Nunca le digas a tu novia que se está comportando como una cabrona. Aunque sea cierto.

      Los amigos de Lamar y yo decidimos tomarnos un par de chupitos de tequila. Supusimos que Tansy y Lamar se cansarían de discutir y volverían al grupo, pero no ocurrió, y ella me sacó a rastras del bar hecha un mar de lágrimas y volvimos a casa antes de medianoche.

      Esta mañana me he despertado y ni siquiera tenía resaca. Hasta donde yo sé, esto define una noche de mierda.

      —Venga ya, Tans, dile que lo verás mañana. Ya has arruinado las compras en Newbury Street por haberte pasado todo el rato enviándole mensajes. —Se suponía que íbamos de compras y a pasarlo bien y, en lugar de eso, me he tirado el día viendo cómo escribía con el móvil. Apenas hemos hablado durante la comida porque no dejaban de mensajearse.

      —Ya lo sé, lo siento. Es que… —Me implora con unos ojos enormes—. Hemos hablado de prometernos después de la graduación. No puedo ignorarlo mientras discutimos. Tenemos que resolverlo.

      Ni siquiera me sobresalto al oír la palabra «prometernos». Tansy y Lamar lo han dejado y han vuelto tantas veces que ya no me tomo su relación en serio. Si rompes con alguien una y otra vez, por algo será. Dato curioso: el drama continuo no lleva al compromiso a largo plazo.

      Dudo mucho que los planes de comprometerse estén realmente sobre la mesa. Y si, por casualidad ocurriera, ni por asomo terminaría en una boda de verdad. Apuesto los escasos ahorros de mi vida a que no pasará.

      No obstante, rebajo un poco el escepticismo y digo:

      —Vale, habéis hablado de prometeros. Eso no tiene nada que ver con el hecho de que tu prima, a la que no veías desde hacía meses, ha venido hasta aquí para pasar el fin de semana contigo. La noche de ayer se convirtió en un festival de sollozos. La tarde de compras de hoy, en la fiesta de los mensajes. Y he aquí, ahora también me dejas colgada con nuestro plan de cena y discoteca.

      —No voy a dejarte colgada, te lo prometo. Me pierdo la cena, pero iremos a la discoteca. Puedes usar mi pase de la residencia y cenar aquí, ni siquiera tendrás que gastar nada. Y luego échate una siesta o algo, yo volveré antes de que te des cuenta e iremos juntas al Bulldozer como habíamos planeado.

      El Bulldozer es una discoteca a la que hace tiempo que quiero ir. A pesar de que el nombre deja mucho que desear, tiene muchas reseñas y parece que la música que ponen es bastante buena.

      Tengo la sensación de que nunca la oiré.

      —Por favor —me ruega Tansy—. No tardaré mucho. Solo unas horitas.

      Me encanta cómo ha pasado de «una hora o dos» a «unas horitas».

      —Y te prometo que jamás te lo volveré a hacer. La próxima vez que planeemos un fin de semana de chicas iré yo a Briar, y Lamar se quedará en casa, y tú y yo lo pasaremos mejor que nunca.

      Me trago una respuesta borde. Ya se ha decidido, así que ¿qué sentido tiene discutir?

      —Haz lo que quieras, Tans.

      —Vamos, Be, no te enfades conmigo.

      —Entonces no me dejes plantada.

      —Brenna…

      Pero… es maravilloso. La notificación que aparece en la pantalla es incluso peor que las sandeces de mi prima.

      —Harvard ha ganado a Princeton —rujo.

      Me mira con cautela.

      —¿Eso es bueno o malo?

      Inspiro profundamente para calmarme.

      —Si hubieras escuchado una sola palabra de lo que he dicho hoy, sabrías la respuesta.

      * * *

      TANSY: Enseguida vuelvo.

      El mensaje me llega a las nueve en punto, y me siento aliviada. Por fin. Lleva tres horas fuera.

      Antes, me he aprovechado por completo de sus privilegios en el comedor. He cenado genial, he pasado el rato con unas chicas muy majas y me he quitado de encima a unos jugadores de lacrosse que han intentado ligar conmigo. Ahora, he sucumbido al aburrimiento, por lo que llevo cuarenta minutos tumbada en la cama de Aisha mientras deslizo perfiles de Tinder a izquierda y derecha sin pensar demasiado.

      No suelo usar aplicaciones de citas, pero ¿qué más puedo hacer ahora? No puedo llamar a ninguno de mis amigos: están en Briar, o viendo la semifinal contra Yale o jugándola. Tampoco puedo ver el partido en el canal de New England porque Tansy y Aisha no tienen televisor, y no he encontrado ningún canal que lo retransmita en el móvil.

      Así que estoy chateando con chicos aleatorios.

      A los dos minutos de abrir la aplicación, ya he coincidido con alrededor de quince chicos. Y catorce de ellos ya me han escrito con varios «holaaa» y «hola, sexy», muchos emoticonos con corazones en los ojos y un «joder, tía, ¿eres real?».

      Este último mensaje me ha sacado una carcajada. Vuelvo a echar un vistazo al perfil del chico. Se llama Aaron, es de complexión esbelta y larguirucha, como un jugador de baloncesto, y una sonrisa bonita. Me tumbo de lado y le contesto.

      YO: A veces me lo pregunto.

      ÉL: Jajaja.

      YO: O sea, ¿qué es ser real? ¿Alguien es real? ¿El cielo es real?

      ÉL: El cielo no es real. Siento decírtelo…

      YO: Oh, Dios mío. Entonces, ¿qué es?

      ÉL: Estamos en una cúpula. Es como una escena de El Show de Truman.

      YO: Jo. Vaya spoiler, tío. ¡No he visto СКАЧАТЬ