Название: ¿Cómo correr?
Автор: Nicholas Romanov
Издательство: Bookwire
Жанр: Сделай Сам
Серия: Running
isbn: 9788499109077
isbn:
Charles F. Kettering
MEJORA DEL RENDIMIENTO
¿De veras el método de la postura en carrera conseguirá que corra más rápido?
Supongo que es la pregunta del millón de euros y que la respuesta es: «Por sí mismo, no.»
¿Sorprendido? No lo estés. Tú eres lo único que conseguirá que seas un corredor más rápido. Sin embargo, al aprender y adaptarte al método de la postura, contarás con un arma poderosa en tu arsenal que te permitirá ser un corredor más rápido en cualquier distancia.
Para conseguirlo, los corredores veteranos tendrán que vencer una resistencia comprensible a manipular un estilo al correr que les resulta totalmente natural. Incluso si padeces lesiones frecuentes, siempre que no estés lesionado y estés corriendo bien, sin duda pensarás: «Si funciona, no lo toques.»
Es un sentimiento común, pero que te confina a un nivel de rendimiento no muy distinto al que tienes hoy. Si quieres llevar tu nivel a nuevas cotas, tendrás que hacer cambios importantes. Tal vez la historia de dos atletas de categoría mundial en deportes muy distintos te ayude a tomar la decisión.
En 1997, Tiger Woods irrumpió en el mundo del golf profesional como un huracán barriendo las Carolinas. Joven y lleno de fuego, tenía a sus espaldas una carrera asombrosa como jugador aficionado con tres títulos consecutivos en Estados Unidos. Al entrar a formar parte de la PGA ganó dos de sus primeros siete torneos y luego logró un récord en el torneo más prestigioso del mundo, el Torneo de Maestros.
Aunque durante 20 años los medios de comunicación del golf y sus competidores cedieron el trono a Tiger, él llegó a una conclusión distinta. Con una perspicacia poco frecuente en alguien tan joven, estudió su juego y se dio cuenta de que carecía de bases sólidas para mantener aquel rendimiento en el futuro. Lejos de estar preparado para dominar el panorama del golf, Tiger creía que su éxito se debía a su velocidad y reflejos, cualidades que con los años disminuyen de forma natural.
En vez de seguir la estela de su propio éxito, Tiger Woods recortó su programa de campeonatos y volvió a sus principios para modificar por completo su juego. Fue una apuesta tremenda para alguien que dominaba su deporte, y durante el interregno que se produjo se puso en duda su dominio a medida que otros golfistas comenzaban a ganar torneos.
De forma gradual a lo largo de los siguientes 18 meses, tal como dijo que ocurriría, comenzaron a ensamblarse las piezas del nuevo juego de Tiger. A mediados de 1999, con David Duval encumbrado en el primer puesto del golf mundial, Tiger dio un paso adelante, ganando cinco torneos consecutivos y poniendo en peligro la marca mundial del legendario Byron Nelson, lograda en una era menos competitiva. Necesitó un gran conocimiento de sí mismo y muchos redaños hacer lo que hizo; sin embargo, Tiger Woods demostró que tener coraje para cambiar puede reportar grandes recompensas.
Su rendimiento posterior, incluido el llamado «Slam de Tiger», cuando ganó los cuatro campeonatos más importantes (el Abierto de Estados Unidos, el Abierto británico, el PGA y el Torneo de Maestros), no ha hecho más que validar los cambios que hizo en 1997 y 1998.
A un reto muy distinto se enfrentó el ciclista Lance Armstrong al aproximarse la temporada profesional de Europa en 1999. Niño prodigio del triatlón, Armstrong demostró un talento tremendo sobre la bicicleta y al final de la adolescencia se pasó al ciclismo a tiempo completo. Al participar en el circuito europeo, se convirtió en el primer norteamericano en ganar una clásica de la Copa del Mundo para acabar ganando a un grande como el campeón del Tour de Francia Miguel Induráin y llevarse a los 22 años el Campeonato del Mundo de ciclismo. Con victorias en etapas del Tour de Francia y una muy publicitada victoria en las tres carreras de la Triple Corona de Estados Unidos, que le reportó un millón de dólares, Lance Armstrong ha asumido claramente el papel del triple campeón del Tour Greg Lemond como el más grande ciclista norteamericano.
La mayor ventaja de Armstrong como ciclista era su increíble capacidad para acelerar en rampas cortas y escarpadas, «paredes» en el argot del ciclismo. Queda ahí el hachazo en la famosa Pared de Manayunk en Filadelfia con el que obtuvo la tercera victoria de su Triple Corona cuando se proclamó Campeón de Ciclismo Profesional de Estados Unidos. Y cuando ganó en Oslo el Campeonato del Mundo en 1993, fue un hachazo similar el que le permitió distanciarse de un grupo perseguidor de 10 ciclistas dirigido por Induráin, que terminó segundo.
No obstante, la potencia que le supuso éxitos a Armstrong en carreras de un día se veía como una desventaja en las grandes vueltas ciclistas de Italia, España y, sobre todo, Francia. Para ganar una gran vuelta, la potencia explosiva era terciaria respecto a la capacidad de rodar un día tras otro por grandes cadenas montañosas y a la capacidad de llegar al límite en las etapas cronometradas cruciales. La apuesta era que Lance Armstrong era un gran ciclista para pruebas de un día, pero que nunca sería campeón en una vuelta de tres semanas.
Todo esto resultó secundario en 1996 cuando, después de una actuación decepcionante en la prueba en carretera de los Juegos Olímpicos de Atlanta, se diagnosticó a Armstrong un cáncer testicular. Como pruebas posteriores revelaron que el cáncer se había extendido al abdomen, los pulmones y el cerebro, sobrevivir, no ganar carreras, se convirtió en su gran reto.
Con un tratamiento agresivo y una actitud positiva notable, Armstrong venció el cáncer y en 1998 reapareció en el circuito profesional europeo. Al principio sus actuaciones fueron irregulares e incluso abandonó el ciclismo por un tiempo, sin saber si volvería. Pero al final de la temporada de 1998, cuando estaba claro que Lance Armstrong había regresado, durante un período de cinco semanas, se aupó al cuarto puesto en la Vuelta ciclista a España de tres semanas, la prueba cronometrada y la prueba en carretera del Campeonato del Mundo.
Capítulo 7
La única ley verdadera es la que conduce a la libertad.
Richard Bach
LA LIBERTAD DE CORRER AL MÁXIMO
¿Libertad? Parece un concepto extraño para mezclarlo con lesiones y técnica cuando hablamos de correr, ¿no es así? Sí, todos tenemos libertad para correr a pesar de los compromisos de la vida diaria, pero ¿cuántos de nosotros gozamos de libertad psicológica para correr como nos gustaría? Por dolorosa que resulte, la respuesta es muy pocos.
La libertad psicológica de rendir a mayor nivel está dentro de todos nosotros, pero solemos poner límites a esa libertad (fig. 7.1). Tal vez te digas: «Nunca conseguiré correr 10 km en 40 minutos» o «No necesito el entrenamiento con intervalos». Para conseguir un nivel cómodo acorde con tus expectativas, tendrás que imponer unos límites voluntarios a tu rendimiento máximo. Has elegido no ser libre.
Dentro de los límites que te has marcado, ahora tienes capacidad para la autosatisfacción. Habiendo determinado que no te es posible correr 10 km en menos de 40 minutos, estarás muy satisfecho si corres en 40:30, pensando que has corrido tan bien como sabes. Al evitar el entrenamiento con intervalos, podrás estar feliz de sentirte siempre bien y no «sufrir dolor» cuando corres. No obstante, sin los límites autoimpuestos a nivel subconsciente, sabes que podrías hacerlo mejor.