Название: Cómo volar un caballo
Автор: Кевин Эштон
Издательство: Bookwire
Жанр: Математика
Серия: Alta Definición
isbn: 9786077358909
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Las ideas son uno de los ingredientes básicos de los mitos sobre la creación; incluso tienen su propio símbolo, el foco. Esto viene de 1919, la época del cine mudo, una década antes de Mickey Mouse, cuando el animal más famoso del mundo era el gato Félix. Éste era negro, blanco y malicioso. Símbolos y números aparecían sobre su cabeza, y a veces él los tomaba para utilizarlos como accesorios. Signos de interrogación se convertían en escaleras, notas musicales en vehículos, signos de admiración en bats y el número 3 en cuernos para medirse con un toro. Uno de esos símbolos sobrevivió al gato: cuando Félix tenía una idea, sobre su cabeza aparecía un foco.50 Los focos han representado ideas desde entonces. Los psicólogos adoptaron la imagen: después de 1926, llamaron con frecuencia iluminación a tener una idea.51
El mito de la creatividad confunde tener ideas con el trabajo real de crear. Libros con títulos como Haz realidad tus ideas, Cómo tener ideas, El cazador de ideas y Detección de ideas enfatizan la generación de ideas, para la cual abundan técnicas. La más famosa es la lluvia de ideas, inventada en 1939 por el ejecutivo de publicidad Alex Osborn, quien la dio a conocer en 1942 en su libro How to Think Up.52 He aquí una descripción representativa de ella por James Manktelow, fundador y director general de Mind Tools, empresa que promueve la lluvia de ideas como una forma de “desarrollar soluciones creativas a problemas de negocios”:
La lluvia de ideas suele emplearse en un entorno de negocios para animar a equipos a dar con ideas originales. Es un formato de reunión de “rienda suelta” en el que el líder expone el problema por resolver. Los participantes sugieren entonces ideas para resolverlo, basándose también en ideas sugeridas por otros. Una regla esencial es que estas ideas no deben criticarse; pueden ser completamente absurdas y extravagantes. Esto permite a la gente explorarlas en forma creativa y romper los patrones establecidos de pensamiento. Además de generar excelentes soluciones a problemas específicos, la lluvia de ideas puede ser muy divertida.53
Osborn reivindicó el éxito de su técnica. Como ejemplo de su eficacia, se refirió a un grupo de empleados del Departamento del Tesoro de Estados Unidos que produjeron 103 ideas para vender bonos de ahorro en 40 minutos. Corporaciones e instituciones como DuPont, IBM y el gobierno estadunidense adoptaron pronto la lluvia de ideas. A fines del siglo XX, ya olvidados sus orígenes, se había convertido en un acto reflejo para crear en muchas organizaciones, y entrado en la jerga de negocios como sustantivo y como verbo. Ahora es tan común que pocos la cuestionan. Todos la practican, así que debe ser buena. Pero ¿funciona?
Las afirmaciones acerca del éxito de la lluvia de ideas descansan en supuestos fáciles de poner a prueba. Uno de ellos es que los grupos producen más ideas que los individuos. Investigadores de Minnesota probaron esto con científicos y ejecutivos de publicidad de la 3M Company.54 La mitad de los sujetos trabajaron en grupos de cuatro; los de la otra mitad trabajaron solos, tras de lo cual sus resultados se combinaron al azar como si hubieran operado en grupo, contando como una sola las ideas duplicadas. En cada caso, cuatro personas que habían trabajado en forma individual generaron entre 30 y 40% más ideas que cuatro que lo habían hecho en grupo. También sus resultados fueron de más calidad: jueces independientes evaluaron la labor y determinaron que los individuos produjeron mejores ideas que los grupos.
En una investigación complementaria se probó si acaso grupos más grandes se desempeñaban mejor.55 En un estudio, 168 personas fueron divididas en equipos de cinco, siete o nueve, o se les pidió trabajar solas. Esta investigación confirmó que trabajar individualmente es más productivo que hacerlo en grupo. También demostró que la productividad decrece cuando el tamaño del grupo aumenta. La conclusión: “La lluvia de ideas en grupos de muy diversos tamaños inhibe antes que facilitar el pensamiento creativo”. Los grupos produjeron resultados de menor cantidad y calidad porque tenían más probabilidades de aferrarse a una idea y porque, pese a las exhortaciones en contrario, algunos de sus miembros se sintieron inhibidos y se abstuvieron de participar plenamente.
Otro supuesto de la lluvia de ideas es que suspender la crítica es mejor que evaluar las aportaciones cuando aparecen. Investigadores en Indiana probaron esto pidiendo a estudiantes pensar en marcas de tres productos.56 A la mitad de los grupos se les pidió no criticar y a otra la mitad criticar mientras avanzaban. También en este caso, jueces independientes evaluaron la calidad de cada idea. Los que no se detuvieron a criticar produjeron más ideas, pero ambos tipos de grupos produjeron el mismo número de buenas ideas. Aplazar la crítica sólo añadió malas ideas. Estudios subsecuentes han reforzado esto.57
Las investigaciones sobre la lluvia de ideas llegan a una conclusión clara: la mejor forma de crear es trabajar solo y evaluar las soluciones cuando se presentan. La peor forma de crear es trabajar en grupos grandes y posponer la crítica. Steve Wozniak, cofundador de Apple con Steve Jobs e inventor de la primera computadora de esa compañía, da el mismo consejo: “Trabaja solo. Podrás diseñar productos y funciones revolucionarios si trabajas por tu cuenta. No en comité. No en equipo”.58
La lluvia de ideas fracasa porque es un rechazo explícito hacia el pensamiento ordinario —sólo saltos, ningún paso—, y a causa de su supuesto tácito de que tener ideas es lo mismo que crear. Una de las consecuencias de esto es que casi todos tienen la creencia de que las ideas son importantes. Según el novelista Stephen King, la pregunta que más se hace a los autores cuando presentan un libro —y que ellos son menos capaces de responder— es: “¿De dónde sacó sus ideas?”.59
Las ideas son como las semillas: abundantes, pero pocas de ellas fructifican. También es raro que sean originales. Pide a grupos independientes hacer una lluvia de ideas sobre el mismo tema al mismo tiempo, y es probable que obtengas muchas ideas iguales. Esto no es una limitación de la lluvia de ideas; se aplica a la creación en general. Puesto que todo resulta de pasos, no de saltos, casi todo se inventa en varios lugares simultáneamente cuando personas diferentes recorren el mismo camino, sin saber de las demás. Por ejemplo, cuatro personas descubrieron por separado las manchas solares en 1611; cinco inventaron el buque de vapor entre 1802 y 1807; seis concibieron el ferrocarril eléctrico entre 1835 y 1850 y dos inventaron el chip de silicio en 1957. Cuando los especialistas en ciencia política William Ogburn y Dorothy Thomas estudiaron este fenómeno, encontraron 148 casos de grandes ideas procedentes de muchas personas al mismo tiempo y concluyeron que su lista aumentaría con más investigación.60
Tener ideas no es lo mismo que ser creativo. Creación es ejecución, no inspiración. Muchos tienen ideas; pocos dan los pasos necesarios para hacer realidad lo que imaginaron. Uno de los mejores ejemplos de esto es el avión. Los hermanos Orville y Wilbur Wright no fueron los primeros en tener la idea de producir una máquina voladora, ni los primeros en empezar a hacerla, pero sí fueron los primeros en volar.
7 CÓMO VOLAR UN CABALLO
La historia de los hermanos Wright se inicia en las montañas Rhinow, en Alemania, el domingo 9 de agosto de 1896. El cielo estaba despejado como una sábana, la luna mordisqueaba al sol en un eclipse solar parcial y una forma blanca se elevó entre los picos.61 Tenía alas con falanges como las de un murciélago y una cola en forma de media luna. Un hombre barbado colgaba del aparato: Otto Lilienthal, quien piloteaba el nuevo planeador, maniobraba inclinándose a un lado u otro y persiguiendo la creación de una máquina voladora propulsada. Una ráfaga de viento se abatió sobre el planeador y lo inclinó hacia arriba. Lilienthal se columpió, pero no pudo enderezarlo. Su gran murciélago blanco cayó 15 metros, y él se dio de bruces. Se fracturó la espalda y murió al día siguiente. Sus últimas palabras fueron: “Hay que hacer sacrificios”.62
Orville y Wilbur Wright leyeron la noticia en su tienda Wright Cycle Company en Dayton, Ohio. El sacrificio de Lilienthal les pareció absurdo; nadie debía manejar un vehículo sin poder dirigirlo, especialmente en el cielo.
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