Название: Por siempre
Автор: Caroline Anderson
Издательство: Bookwire
Жанр: Языкознание
Серия: Bianca
isbn: 9788413751184
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Holly sonrió.
–Soy Holly –respondió ella, dándole directamente derecho a que la tuteara. No le gustaban las ceremonias e intuía que a él tampoco. Tal vez lo había deducido por los viejos vaqueros con que la había recibido o por el jersey casero de lana gorda, seguramente cortesía de su madre.
Le soltó la mano y cerró la puerta.
Al fondo, Holly vio una estufa de hierro forjado que ocupaba el hogar de la chimenea y, tendidos junto a ella, dos perros. Uno de ellos la observaba con curiosidad, mientras el otro, mucho más grande, estaba demasiado cómodo en su postura para molestarse en abrir los ojos.
En el sillón más cercano, había un gato de color canela que reposaba plácidamente panzarriba sobre un cojín.
Holly sonrió al hombre que estaba a su lado.
–Por lo que se ve, te gustan los animales también. Mi casa estaba siempre llena.
–La verdad es que aquí han llegado siempre por efecto del azar. El gato me adoptó. Ese perro grande y horroroso me lo trajeron de cachorro. Fue el regalo que me dio un paciente después de mi accidente. Tenía que caminar para recuperarme y lo del perro debió parecerle una buena idea. ¡Desde luego que hice ejercicio! No hice más que recoger excrementos durante los primeros meses. El otro también fue regalo de un paciente, o algo parecido. Me lo dejó una temporada, pero él acabó en un asilo.
–De modo que te lo tuviste que quedar.
Él se encogió de hombros.
–Una vez que tienes uno, te da lo mismo tener dos.
–O tres o cuatro –sonrió ella–. Mi padre es veterinario. Siempre teníamos varios perros y gatos y, por supuesto, el eventual erizo recobrándose de una herida, dos gansos, etc… Además, le fascinan las razas raras, así que teníamos un pequeño rebaño de ovejas, siempre dos o tres caballos recuperándose de alguna operación y alguna vaca en observación.
–No parece que lo vieras con frecuencia.
Holly se rió.
–Sí, la verdad es que sí lo veía. Iba con él a todas su visitas y lo ayudaba con los animales.
–¿Por qué no te hiciste veterinaria?
Ella lo miró a los ojos.
–Porque quería trabajar con personas. ¿Por qué no te hiciste tú veterinario?
–Porque todo el mundo dio siempre por hecho que sería médico. Además, jamás había conocido a un verdadero veterinario hasta que llegué aquí. En Londres, no pasaban de tratar gatos de angora con indigestión y algún que otro pez tropical resfriado. Jamás habrían sabido que parte de la vaca debían evitar.
Holly se rió. Le caía bien aquel hombre. Tenía sentido del humor y eso siempre era de agradecer.
Extendió la mano y señaló la entrada al cuarto de estar.
–Sentémonos un rato y te contaré en qué consiste el trabajo y lo que busco. Después, si te parece bien, te enseñaré el lugar. No sé si lo ponía en el anuncio, pero la consulta está aquí mismo, porque no puedo conducir. Eso implica que la gente se presenta a veces a horas intempestivas. También se da alojamiento.
–Eso podría estar muy bien –dijo ella y se preguntó por qué él no podía conducir–. Mis padres no viven muy lejos de aquí, pero las carreteras son bastante precarias en esta zona y en invierno es mejor no tener que viajar.
–No hace falta que me lo digas. Vamos. Será mejor que yo me siente en el sillón o acabarás llena de pelo.
Se acercó y empujó suavemente al gato, que protestó ligeramente. Se sentó y pronto el minino ya estaba sobre su regazo, acurrucado y feliz.
Holly se dirigió al sofá y esperó a que el doctor Elliott pronunciara las palabras que tan cuidadosamente parecía estar elaborando.
–Tuve un accidente el pasado mes de Enero, hace ya casi un año. No puedo conducir y eso hace de las visitas a pacientes algo realmente complicado. A pesar de mis dificultades, querían que volviera, así que llegué a un acuerdo. Durante el día, no hago visitas y por la noche voy en taxi a donde me requieren. Cuando una visita es imprescindible durante el día, también la hago. Pero la verdad es que es tremendamente caro e ineficaz. Además, es demasiado trabajo para una sola persona. Siempre lo fue y por eso tuve el accidente.
–¿Estabas demasiado cansado para concentrarte?
Él bajó la mirada sin expresión alguna en el rostro.
–Me dormí al volante. El otro médico que compartía conmigo la zona se había marchado hacía algunos meses y yo cada vez estaba más y más cansado. Es casi imposible conseguir un colaborador permanente en esta zona. Los médicos en prácticas consideran que no aprenden lo suficiente, que no hay bastantes clínicas y que el trabajo es muy duro.
Se encogió de hombros. No podía olvidar que aún no sabía cómo sería Holly.
–Tuvimos una epidemia de gripe muy fuerte y yo estaba agotado. Me dormí y me choqué contra un árbol. Estuve cuatro meses en el hospital.
–¿Cuatro meses? –Holly abrió los ojos realmente impactada–. ¡Dios Santo! Debió de ser grave.
Él se encogió de hombros.
–El fémur, las costillas, la cadera…
–¡Tuvo que ser horrible!
Él se rió.
–Bueno, no me enteré. Se me ha olvidado mencionar que me rompí el cráneo y estuve tres semanas en coma. Cuando me desperté lo peor ya había pasado. Lo único que tuve que hacer luego fue rehabilitación.
–¿Fisioterapia? –preguntó ella.
–Un poco. Pero funcionó y estoy andando. Lo malo es que hasta dentro de dos años al menos no podré conducir, pues tuve una serie de ataques convulsivos cuando estaba en la UCI y no saben si pueden volver a darme.
Ella frunció el ceño.
–¿Algo parecido a epilepsia?
–Sí, algo así. Tengo que esperar a ver que pasa. No me ha vuelto a dar ningún ataque desde entonces, pero sólo el tiempo podrá decir si fue algo ocasional o no. Mientras tanto, he enseñado a mis pacientes que son ellos los que deben visitarme a mí, cuando es posible. Lo que necesito ahora es alguien que haga guardias nocturnas una noche sí y otra no, que atienda las visitas diarias y cubra las horas normales de atención al público. Yo me ocuparía de las clínicas, las horas extraordinarias de atención al público y todas la emergencias que se den aquí durante las veinticuatro horas.
Eso era mucho trabajo aún incluso para dos personas.
–¿Quién te ayudaba hasta ahora?
Él soltó una curiosa carcajada.
–¿Estás СКАЧАТЬ