Название: Una reunión familiar
Автор: Robyn Carr
Издательство: Bookwire
Жанр: Языкознание
Серия: Top Novel
isbn: 9788413751801
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—¿No? ¿Y eso por qué?
—Pues, para empezar, por la locura de nuestro padre y su código genético. Vamos, Connie. Me muero de sueño.
Dakota miró su reloj.
—Sois un grupo muy entretenido —dijo. Se levantó para despedirse y besó a su hermana en la mejilla—. Te veo por la mañana. Y, por cierto, tienes muy buen aspecto.
—Gracias —contestó ella, sonriente—. Tú también. Un poco greñudo pero bien.
Dakota le dedicó una sonrisa resplandeciente detrás de su barba oscura.
Sierra le puso los dedos en las mejillas y le peinó la barba con ellos.
—Empieza a haber canas ahí, Cody.
—Me las he ganado —respondió él. La besó en la frente—. Nos vemos por la mañana.
En los diecisiete años que hacía que Dakota había dejado a su familia para alistarse en el Ejército, el tiempo pasado con ellos había sido infrecuente y breve. Cal y Sedona se esforzaban por no perder el contacto y él los visitaba en acontecimientos importantes. En la boda de Cal con Lynne, y después en la boda con Maggie. Había ido a conocer a los hijos de Sedona, pero nunca se había quedado mucho tiempo. Sierra, quien era muy especial para él, había sido bastante impredecible hasta que se había vuelto sobria. Él había ido a verla un par de días de vez en cuando y nada más. No había querido encariñarse demasiado con sus hermanos.
Esa vez era distinto. Pasaron dos días, tres y cuatro. Caminó primero con Sierra, luego con Cal y después solo con los perros. Cavó el huerto de Sully para las plantaciones de primavera, arregló las parrillas y las mesas de pícnic y habló bastante. Sully era un hombre mayor muy interesante. Le contó que había vuelto de Vietnam con trastorno de estrés postraumático y le preguntó cómo le había ido a él en ese terreno.
—Tengo TEPT, sí —contestó Dakota—. Probablemente más por mi vida personal que por mi experiencia militar.
—En ese caso, tú no eres uno de los afortunados —comentó Sully.
Dakota limpió los canalones de la casa y la tienda y lanzó pelotas a los perros. Luego tuvo que bañarlos porque había llovido y se habían metido en la tierra recién removida y fertilizada del huerto. En el Crossing conoció a Tom Canaday, el hombre que había ayudado a Cal a remodelar el granero y convertirlo en una casa espectacular. Tom era muy amigo de Sully, un manitas a tiempo parcial y padre soltero con dos hijos en la universidad y dos en el instituto. Cuando Tom le habló de todos los trabajos que había tenido mientras criaba a sus hijos, Dakota tuvo una inspiración.
Tal vez no fuera necesario que tomara grandes decisiones permanentes sobre su trabajo o dónde se iba a instalar. Quizá pudiera hacer distintas cosas por un tiempo.
—¿Crees que un hombre como yo puede trabajar en una cuadrilla de mantenimiento de caminos? —le preguntó a Tom—. ¿O llevar un camión de basura?
Tom se echó a reír.
—¿Un veterano que ha servido en el Ejército y tiene vínculos con el pueblo? ¡Demonios, Dakota! A ti te contrataría cualquiera. Te daré una recomendación. Solo tienes que decidir lo que quieres hacer. Yo llevo casi veinte años trabajando para el condado.
—Creo que debería recoger basura. En penitencia por todas mis fechorías.
—¿Fechorías? —preguntó Tom, riendo—. Cal me dijo que eres un soldado condecorado.
—Pero me descondecoré antes de terminar —repuso Dakota. Se rascó la barba—. Creo que debería cortarme el pelo. ¿Necesito afeitarme también?
Tom se echó a reír.
—Esto es Colorado, tío. Pareces uno de los nuestros.
—Mejor. Le he tomado cariño —Dakota sonrió—. Por así decir.
—Averiguaré para qué están contratando y te traeré un formulario de solicitud.
Cuando Dakota volvió a casa desde del Crossing después de un día productivo, encontró a Cal en su despacho, colgando el teléfono.
—O sea que sigues aquí —dijo—. Llevas ya cinco días. Creo que eso es un récord.
—¿Molesto? —preguntó Dakota.
—Casi no sé que estás —contestó Cal—. ¿Tú tienes la sensación de molestar?
Dakota negó con la cabeza, apoyado en la jamba de la puerta.
—¿Te molesta la niña? —preguntó Cal.
—La niña es fantástica —repuso su hermano—. Pero no voy a hacer de canguro.
Cal se echó a reír.
—Nos hemos arreglado antes de que llegaras y seguiremos arreglándonos.
—¿Y qué pasa si me quedo?
—¿Qué pasa? —le devolvió Cal la pelota.
—¿Eso te resultaría raro?
—No. Me caes bien. Más o menos —Cal se puso serio—. Eres bienvenido aquí, Dakota. Y gracias por ayudar a Sully. Te lo agradecemos.
—Todos lo hemos ayudado a preparar la tierra, pero creo que ahora va a llover durante días.
—Eso he oído. En marzo llega siempre la lluvia y Sully prepara la zona del camping para el verano. Bueno, para la primavera y el verano. Todos ayudamos. Tú no tenías por qué hacerlo, así que gracias. ¿Y ahora qué?
—Bueno —Dakota se rascó la barbilla—. Me voy a cortar el pelo, recortarme un poco la barba, buscar trabajo, un lugar para vivir…
—Yo no te echo —dijo Cal—. Si puedes soportar a Elizabeth, puedes quedarte aquí. El alquiler es barato.
—Elizabeth es una maravilla, pero creo que alquilaré algo porque eso va más conmigo. Lo que no significa que no pase tiempo con vosotros.
—Eso suena un poco a largo plazo —dijo Cal.
—Dentro de lo que es largo plazo para mí —clarificó Dakota—. Unos meses por lo menos. Me gusta el Crossing, los senderos, el lago y la gente. Parece un buen lugar para ordenar mis pensamientos.
—Nos encantará tenerte cerca —declaró Cal—. Oye, ¿crees que estarás bien aquí solo unos días? Maggie tiene que irse otra vez a Denver. Opera y ve pacientes tres o cuatro días a la semana. Tiene una niñera allí, pero esta semana no tengo clientes ni juicios y me voy a ir con ellas. Solo volveré si me llama alguien porque me necesita.
Dakota rio y se pasó una mano por la cabeza.
—Tanta flexibilidad me va a producir un sarpullido. Estoy acostumbrado a una rutina estricta.
—Muy СКАЧАТЬ