El sombrero de tres picos. Pedro Antonio de Alarcón
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Название: El sombrero de tres picos

Автор: Pedro Antonio de Alarcón

Издательство: Bookwire

Жанр: Языкознание

Серия:

isbn: 4057664155276

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СКАЧАТЬ me va a poner dos letras para

       que me permitan cortar una poca madera en el pinar H.»—«Es

       menester que me haga Usarcé una escriturilla

       que no me cueste nada.»—«Este año no puedo pagar

       el censo.»—«Espero que el pleito se falle a mi favor.»—«Hoy 12-5

       le he dado de bofetadas a uno, y creo que

       debe ir a la cárcel por haberme provocado.»—«¿Tendría

       su Merced tal cosa de sobra?»—«¿Le sirve a

       Usted de algo tal otra?»—«¿Me puede prestar la

       mula?»—«¿Tiene ocupado mañana el carro?»—«¿Le 12-10

       parece que envíe por el burro?»

      Y estas canciones se repetían a todas horas, obteniendo

       siempre por contestación un generoso y desinteresado...

       «Como se pide.»

      Conque ya veis que el tío Lucas no estaba en camino 12-15

       de arruinarse.

      IV

      UNA MUJER VISTA POR FUERA

      La última y acaso la más poderosa razón que tenía

       el señorío de la ciudad para frecuentar por las tardes el molino del tío Lucas, era... que, así los clérigos como los seglares, empezando por el Sr. Obispo y el Sr. Corregidor, podían contemplar allí a sus anchas 13-5 una de las obras más bellas, graciosas y admirables que hayan salido jamás de las manos de Dios, llamado entonces el Ser Supremo por Jovellanos y toda la escuela afrancesada de nuestro país....

      Esta obra... se denominaba «la señá Frasquita.» 13-10

      Empiezo por responderos de que la señá Frasquita,

       legítima esposa del tío Lucas, era una mujer de bien, y

       de que así lo sabían todos los ilustres visitantes del

       molino. Digo más: ninguno de éstos daba muestras

       de considerarla con ojos de varón ni con trastienda 13-15

       pecaminosa. Admirábanla, sí, y requebrábanla en ocasiones

       (delante de su marido, por supuesto), lo mismo

       los frailes que los caballeros, los canónigos que los

       golillas, como un prodigio de belleza que honraba a su

       Criador, y como una diablesa de travesura y coquetería, 13-20

       que alegraba inocentemente los espíritus más melancólicos.—«Es

       un hermoso animal,» solía decir el virtuosísimo Prelado.—«Es una estatua de la antigüedad helénica,» observaba un Abogado muy erudito, Académico correspondiente de la Historia.—«Es la propia estampa de Eva,» prorrumpía el Prior de los Franciscanos.—«Es una real moza,» exclamaba el Coronel de milicias.—«Es una sierpe, una sirena, ¡un demonio!» añadía el Corregidor.—«Pero es una buena 14-5 mujer, es un ángel, es una criatura, es una chiquilla de cuatro años,» acababan por decir todos, al regresar del molino atiborrados de uvas o de nueces, en busca de sus tétricos y metódicos hogares.

      La chiquilla de cuatro años, esto es, la señá Frasquita, 14-10

       frisaría en los treinta. Tenía más de dos varas

       de estatura, y era recia a proporción, o quizás más

       gruesa todavía de lo correspondiente a su arrogante

       talla. Parecía una Niobe colosal, y eso que no había

       tenido hijos: parecía un Hércules... hembra: parecía 14-15

       una matrona romana de las que aún hay ejemplares

       en el Trastévere.—Pero lo más notable en ella era la

       movilidad, la ligereza, la animación, la gracia de su

       respetable mole. Para ser una estatua, como pretendía

       el Académico, le faltaba el reposo monumental. Se 14-20

       cimbraba como un junco, giraba como una veleta, bailaba

       como una peonza.—Su rostro era más movible

       todavía, y, por tanto, menos escultural. Avivábanlo

       donosamente hasta cinco hoyuelos: dos en una mejilla;

       otro en otra; otro, muy chico, cerca de la comisura 14-25

       izquierda de sus rientes labios, y el último, muy grande,

       en medio de su redonda barba. Añadid a esto los

       picarescos mohines, los graciosos guiños y las variadas

       posturas de cabeza que amenizaban su conversación,

       y formaréis idea de aquella cara llena de sal 14-30 y de hermosura y radiante siempre de salud y alegría.

      Ni la señá Frasquita ni el tío Lucas eran andaluces:

       ella era navarra y él murciano. Él había ido a la ciudad

       de ***, a la edad de quince años, como medio

       paje, medio criado del obispo anterior al que entonces 15-5

       gobernaba aquella iglesia. Educábalo su protector

       para clérigo, y tal vez con esta mira y para que no careciese

       de congrua, dejole en su testamento el molino; pero el tío Lucas, que a la muerte de Su Ilustrísima no estaba ordenado más que de menores, ahorcó los hábitos en 15-10 aquel punto y hora, y sentó plaza de soldado, más ganoso de ver mundo y correr aventuras que de decir misa o de moler trigo.—En 1793 hizo la campaña de los Pirineos Occidentales, como ordenanza del valiente General Don Ventura Caro; asistió al asalto de Castillo 15-15 Piñón, y permaneció luego largo tiempo en las provincias del Norte, donde tomó la licencia absoluta.—En Estella conoció a la señá Frasquita, que entonces sólo se llamaba Frasquita; la enamoró; se casó con ella, y se la llevó a Andalucía en busca de aquel molino que 15-20 había de verlos tan pacíficos y dichosos durante el resto de su peregrinación por este valle de lágrimas y risas.

      La señá Frasquita, pues, trasladada de Navarra a

       aquella soledad, no había adquirido ningún hábito

       andaluz, y se diferenciaba mucho de las mujeres 15-25

       campesinas de los contornos. Vestía con más sencillez,

       desenfado y elegancia que ellas, lavaba más sus carnes,

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