Название: Breviario de pequeñas traiciones
Автор: Ramón Bueno Tizón
Издательство: Bookwire
Жанр: Языкознание
Серия: Candaya Narrativa
isbn: 9788418504143
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–¿María Gracia?
Pero María Gracia no responde porque está zampadísima, mucho más que la otra noche en su cuarto, contigo y con Fernandita. Valeria se muerde los labios, escucha cómo suena Guns N’ Roses en el minicomponente, Sweet Child O’Mine. La botella gira con fuerza, la bulla aumenta. Tú también has estado tomando, pero no tanto como María Gracia. Valeria la vuelve a llamar, la jala del brazo con fuerza. ¡María Gracia! ¡María Gracia! Nada, ni caso te hace. She’s got a smile that it seems to me, reminds me of childhood memories, where everything was as fresh as the bright blue sky… Quieres que María Gracia deje de jugar a la botella borracha para que te lleve por ahí y te bese de nuevo. ¿En serio, Valeria? No es verdad, no es verdad. Now and then when I see her face, she takes me away to that special place, and if I’d stared too long I’d probably break down and cry… Vamos, no eres tortis, solo quieres sentirlo de nuevo. Te ha gustado besar pero no sientes nada por María Gracia. No eres tortis, no te preocupes, no eres tortis. Valeria observa cómo la botella se detiene. El pico señala a María Gracia, el fondo señala al Juancho, a la bestia del Juancho. Los gritos arrecian.
–No pasó nada más. Ya es bastante, ¿no? Terminé toda empapada.
Otra vez los ojazos de Daniela. Si pudiera, Dani te tragaría con esos ojos. Te gustaría tener los ojos de Dani, te gustaría ser tan blanca como Dani. Valeria se lleva la colilla a los labios y le da una última calada. Sientes el humo que raspa suavemente tu garganta y luego inunda tus pulmones. Ahora Dani debe estar totalmente convencida de que tú también eres una tortis, ¿no? Valeria la mira, los ojos claros de Daniela todavía fijos en ella. ¿Y a ti qué te importa lo que piense o no piense Dani? No eres tortis, eso es lo único que cuenta. Estabas zampada, sentiste curiosidad. Es normal. A cualquiera le puede suceder. Valeria sopla el humo y arroja la colilla al suelo. Daniela baja la cabeza, mira hacia otro lado. En el fondo sientes lástima por Dani, muchacha. Le falta tanta experiencia de vida. Ni siquiera fue a la bendita fiesta, todo tuviste que contárselo.
–¿Tú por qué no fuiste?
–Porque mis papás no me dejaron.
Valeria se limpia las cenizas que han caído sobre la falda. Entonces suena la sirena del Lincoln. Es un aullido largo, lastimero. Una campana estaría muchísimo mejor, pero lo malo es que podría parecer de colegio nacional, uno de esos colegios fiscales sin nombre, solo con número, como los que salen por televisión en los noticieros de la noche que mira tu papá en la cocina cuando llega del trabajo. Qué horrible, muchacha. La sirena indica que el recreo ha terminado y hay que volver a las clases. Pero Valeria no se mueve de su sitio. Sigues mascando chicle, como si no fuese contigo la cosa. ¿Acaso tienes que correr? Que corran los otros, no por algo estás en quinto de media, caray. Daniela se pone de pie, se arregla el cabello hacia un lado. Ya está la afanosa, ya está la niña bien, apuradita por llegar a clases, ¿no?
–Tenemos que ir al salón –dice Daniela.
Valeria se levanta de su asiento. No sabes muy bien por qué, pero estás algo contrariada con Dani. Las dos comienzan a caminar. Daniela lo hace en silencio. Estará en shock, la muy cojuda. El domingo irá a confesarse, la muy santita. Si no fue nada lo del beso, mucho peor fue lo que le pasó a María Gracia en la fiesta de la botella borracha. Y esa vez también fue a confesarse, la Dani. ¿Se lo dirá a alguien? ¿Se lo dirá al chico con el que saldrá al cine a ver Roger Rabbit después de las clases? Valeria se sube los tirantes de la falda, se acomoda la insignia azul y roja sobre el pecho izquierdo. Tal vez hoy le den su primer beso a Dani. Tal vez el lunes ya esté con enamorado. ¿Y tú?
–Voy a contarte un secreto.
A Valeria le cuesta reconocer la voz. Te avisan que te llama una amiga del colegio. Cuando te pones al teléfono, ella no dice su nombre. Solo dice que quiere verte para despedirse de ti antes de viajar fuera del país. Entonces Valeria abre los ojos, enormes. Ya no tienes dudas. A dónde te vas, le preguntas. María Gracia no responde, la comunicación tampoco es buena. Hay lluvia de fondo. Valeria mira el calendario de Avícola San Fernando colgado en la pared de la cocina, la ventana hacia el patio trasero, la ropa tendida. Insistes. ¿Cuándo regresas? Pero no va a regresar y lo sabes. María Gracia te pide que vayas hoy mismo a su casa, que su avión sale mañana, que tiene que contarte algo.
–¿Un secreto?
Valeria y Daniela llegan al patio que está junto al coliseo. Tú no sabes si creer o no en lo que te contó ese día María Gracia, ¿verdad? Una mancha ploma y blanca de alumnos se dirige hacia las aulas. No sabes si creerlo por todo el escándalo que se armó, no se habló de otra cosa por meses, especialmente sobre ese tema. Y ahora vas a contárselo a Dani, como para meterle un sartenazo tan o más fuerte que el de tus besos con María Gracia, jiji. Valeria levanta la vista. Detrás del cerco vivo, al otro lado de las canchas de fulbito, se alza el pabellón de secundaria. ¿Un secreto?, te vuelve a preguntar Dani. Tú volteas hacia ella. Un secreto, sí.
–María Gracia sigue siendo virgen –dice Valeria–. Nadie la tocó esa noche.
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