Morir en las grandes pestes. Maximiliano Fiquepron
Чтение книги онлайн.

Читать онлайн книгу Morir en las grandes pestes - Maximiliano Fiquepron страница 6

Название: Morir en las grandes pestes

Автор: Maximiliano Fiquepron

Издательство: Bookwire

Жанр: Документальная литература

Серия: Hacer Historia

isbn: 9789878010205

isbn:

СКАЧАТЬ style="font-size:15px;">      Desde el oeste hacia el río, de La Boca a La Recoleta

      Alejándonos del centro de la ciudad hacia el oeste, las casas edificadas cambiaban su fisonomía, y se alternaban con zonas de baldíos, mataderos, corrales, depósitos de maderas y otros lugares similares. Algunos kilómetros más al oeste comenzaban las quintas, hogares de residencia de las familias acomodadas para vacacionar, así como las huertas productoras de frutos que se comercializaban en los mercados de la ciudad. En esta dirección nos acercamos a los pueblos de San José de Flores y Belgrano. Ambos eran asentamientos modestos y pequeños, aunque Flores contaba con una historia un poco más larga, y con una población también mayor (6579 habitantes en 1869).

      Fundado como curato en 1806, y como pueblo en 1811, San José de Flores fue un sitio conocido por sus grandes quintas, generalmente usadas en temporada estival por personalidades destacadas de la época. Juan Manuel de Rosas tenía su establecimiento de campo cerca de allí, además de ser un asiduo visitante de la quinta de la familia Terrero, socio, compadre y apoderado judicial del Restaurador. El pueblo fue muy dinámico desde sus comienzos dado que se encontraba sobre el Camino Real, la ruta que conectaba Buenos Aires con Córdoba. Asimismo, era uno de los muchos poblados que abastecía a la ciudad de Buenos Aires de comestibles y mercaderías. Belgrano, por su parte, había cobrado estatus de pueblo en 1855, ya que hasta entonces era un conjunto de asentamientos bajos que, para 1869, contaba con 2760 habitantes. Bautizado en homenaje a Manuel Belgrano, el pueblo se encontraba sobre otra ruta comercial, la que conectaba Buenos Aires con Santa Fe, además de otras zonas como San Isidro y Olivos, también abastecedores de alimentos para la ciudad. Ambos, Flores y Belgrano, también eran ruta de paso de mercaderías hacia el puerto de Buenos Aires, nodo principal de la red comercial.

      Si desde el pueblo de San José de Flores un visitante se dirigía hacia el centro de Buenos Aires, se encontraba con la ciudad en la extensa parroquia de Balvanera, donde la zona de quintas y huertos dejaba paso, poco a poco, a un área conformada por manzanas y calles. La actividad comercial de la parroquia gravitaba sobre las calles Rivadavia, Piedad (hoy Bartolomé Mitre) y Cangallo (hoy Tte. Gral. Juan Domingo Perón), lugar de comercio de productos provenientes de pueblos vecinos y del interior del país. Sus principales comercios eran los almacenes y bodegones, que ofrecían muchos de los productos que llegaban a la plaza, además de ser un lugar de sociabilidad por el expendio de bebidas. Luego de los almacenes, las carnicerías predominaban en la zona; se contabilizaron 47, cantidad sobrepasada solamente por dos parroquias: Santa Lucía (hoy el barrio de La Boca) con 50, y Concepción con 57. En general, en estas parroquias periféricas también aparecen actividades vinculadas con oficios como carpintería, zapatería, alpargatería, así como otras asociadas al tratamiento de cueros.[15] El principal centro comercial de esa zona lo constituían los corrales de Miserere, bautizados con el nombre de Mercado 11 de Septiembre en homenaje al levantamiento contra Urquiza de 1852. Este emplazamiento había servido durante décadas como mercado de ventas al por mayor, en especial de granos, lanas y cueros. Su importancia comercial aumentó tras convertirse en terminal del primer ferrocarril del país, el Oeste, inaugurado en 1857; esta línea corría hasta Flores, para luego extenderse hasta las localidades provinciales de Merlo, Luján, Mercedes y Chivilcoy.[16]

      Además del centro comercial que representaba el Mercado 11 de Septiembre, en esta parroquia también se encontraba el Cementerio Protestante. Ubicado entre las actuales Hipólito Yrigoyen, Paso, Pichincha y Adolfo Alsina, había sido creado el 31 diciembre de 1831, cuando las colectividades anglicana inglesa, evangelista alemana y protestante norteamericana compraron la quinta perteneciente a la familia De la Serna. Desde entonces –y hasta su cierre definitivo en 1892– enterraron allí a los difuntos.[17] Algunos kilómetros más al noroeste, se encontraba otro conjunto de quintas que tendrá gran protagonismo en nuestra investigación: La Chacarita de los Colegiales, un predio de 2700 hectáreas (alrededor de cinco kilómetros cuadrados de extensión), destinados al cultivo de frutas, verduras y forraje. Además, La Chacarita contaba con una capilla y un edificio monacal del período en que esas tierras eran utilizadas por la Compañía de Jesús para casa de veraneo de los estudiantes del Colegio Nacional de Buenos Aires, fundado en 1863.

      Figura 6. Mercado 11 de Septiembre hacia mediados de 1860, Archivo General de la Nación

      Sobre la calle Rivadavia hacia el puerto, las casas y calles continuaban siendo modestas, en general con techos de materiales más sólidos que la madera y la paja, pero de un solo ambiente. La edificación más característica era la casa de una planta construida alrededor de uno o dos patios interiores. Las calles, al igual que en la mayoría de la ciudad, eran de tierra, por lo que cambios climáticos ocasionaban grandes polvaredas durante los días secos, y verdaderos pantanos durante las lluvias. Las aceras increíblemente estrechas, construidas por cada propietario por encima de la calzada para librar al peatón de la tierra, el barro o una ocasional correntada, presentaban una variedad de superficies y niveles que con frecuencia constituían un riesgo para los incautos. Estas aceras estaban encerradas entre la calle y las fachadas de las casas, que llegaban hasta la misma esquina de cada manzana.[18] Acercándonos cada vez más al puerto, se arribaba a la plaza Monserrat, otro gran centro de sociabilidad vinculado al comercio, la religión y los locales de expendio de bebidas como los almacenes, bodegones, fondas y, en mayor medida que Balvanera, también cafés y confiterías. Ubicada en la manzana rodeada por las calles Lima, Moreno, Belgrano y Buen Orden (actual Bernardo de Irigoyen), y a un kilómetro del río, desde la plaza podemos realizar una breve caminata por la calle Lima hacia Victoria, donde comienzan a aparecer diversos comercios que van conformando poco a poco una atmósfera de riqueza, elegancia y prestigio que se acentúa a medida que nos acercamos a la Plaza de Mayo. Encontramos las primeras cigarrerías, confiterías, casas de fotografía y sastrerías. Quizás lo más llamativo de esta parroquia sea la presencia de gran cantidad de músicos: allí residían 34 organistas (no había otros en toda la ciudad), dos arpistas y dos afinadores de órganos. Esta particularidad de Monserrat puede entenderse si recordamos que en la zona se había establecido la población negra libre de la ciudad, conocida desde principios del siglo XIX junto a la parroquia de Concepción como el “barrio del tambor”.

      Una vez que atravesamos la calle Piedras, ingresamos a una de las parroquias de mayor prestigio y antigüedad: Catedral al Sur. Las elegantes tiendas y negocios alineados en las seis cuadras que mediaban hasta Plaza de Mayo ofrecían una extensa variedad de bienes suntuosos, lo mismo que las concentradas en la calle Perú y su continuación en Florida, hacia el norte de Rivadavia. Allí, joyerías, peluquerías, relojerías, mueblerías, “tiendas de ropa hecha”, sombrererías y restaurantes convivían con las viviendas de grandes familias de la élite porteña como los Alvear, Mansilla, Azcuénaga, Elizalde y Frías, entre otras.[19] Además, tanto la parroquia de Catedral al Sur como la de Catedral al Norte concentraban el grueso de la actividad comercial de exportación e importación, como también las instituciones y centros culturales y profesionales más importantes. En Catedral al Sur tenían su despacho 64 de los 85 abogados de la ciudad, y 71 de los 194 introductores de productos importados. La parroquia de Catedral al Norte igualaba esos valores, y de esta manera concentraba casi el total de los profesionales en estas parroquias. En el caso de Catedral al Sur, además, poseía un área vinculada con la intelectualidad y la política en la llamada Manzana de las Luces. Allí se encontraban la Iglesia de San Ignacio, los claustros del Colegio Nacional de Buenos Aires, la Legislatura de la Provincia de Buenos Aires, la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires, la Biblioteca Nacional, el Departamento de Salud Pública, el Museo, los Departamentos de Educación y Topografía y los tribunales comerciales. Por otra parte, Catedral al Sur además de contar con la mayor concentración de actividades comerciales dirigidas a atender la demanda de los grupos de altos ingresos y los centros culturales, estaba marcada por la presencia de la Iglesia. Además de tener a la Catedral de Buenos Aires dentro de sus límites, sobre la calle Defensa, dirigiéndose desde la Plaza de Mayo dos cuadras hacia el sur, se llegaba a la “Manzana de las Iglesias”: allí estaban la capilla de San Roque –patrono de las epidemias– dentro СКАЧАТЬ