Название: Cuéntamelo todo
Автор: Cambria Brockman
Издательство: Bookwire
Жанр: Книги для детей: прочее
Серия: Ficción
isbn: 9788412198935
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Estaría celoso de una mentira.
Gemma permanece en el borde de la fogata, con un cigarrillo en una mano y un chocolate caliente en la otra, y habla con algunos de sus amigos de teatro. Lleva sus pantalones de deporte de Hawthorne y sus abultadas botas de invierno; tiene una toalla envuelta alrededor del torso. Busco a Ruby, pero se ha ido con John y otros en busca de más chocolate caliente para mezclar con whisky. Ésta es mi oportunidad.
—¡Eh! —digo, deslizándome a un lado de Gemma. El calor del fuego muerde mi nariz y mis mejillas. Ella me mira y sonríe mientras arroja su cigarrillo a la fogata. Sabe que aborrezco el humo.
—¿Puedo hablar contigo? —pregunto, asegurándome de sonar preocupada, convirtiendo el momento en algo importante, personal.
—Claro —dice ella con voz tranquila, despreocupada.
—He querido mencionártelo desde hace un tiempo... —arrastro mis palabras, intento cambiar mi cuerpo a una postura insegura, preocupada, algo con lo que ella podría identificarse. Gemma parece confundida, con sus ojos negros entrecerrados.
—¿Va todo bien?
—Supongo —hago una pausa para acentuar el efecto, pateo un trozo de tierra congelada—. Estoy preocupada por Ruby.
Gemma adora el drama; es estudiante de teatro, después de todo. Una defensora de lo dramático, dentro y fuera del escenario.
—Ha estado actuando de una forma tan extraña —comienzo a decir, elijo mis palabras con cuidado—. No me gusta murmurar, pero ha estado un poco de mala leche últimamente, ¿sabes a qué me refiero?
Un destello de comprensión brilla en sus ojos. Sé que entiende de lo que estoy hablando. Ruby la regañó la semana pasada cuando nos dirigíamos a Butternut para esquiar. Terminamos conduciendo veinte minutos en dirección equivocada cuando el GPS no tenía señal. Gemma estuvo diciéndonos que nos habíamos pasado una indicación, pero Ruby se negaba a regresar. Yo guardé silencio, plenamente consciente del error. Gemma tenía razón. Cuando el navegador comenzó a navegar de nuevo y nos ordenó dar la vuelta, Gemma se ofreció para ayudar a Ruby a conducir. La voz de Ruby se volvió desagradable y fría: “Dios, lo siento. Si conoces tan bien el camino, puedes llevarnos directo a casa.” Pero no parecía arrepentida. Después de eso, encendimos la radio y finalmente encontramos el camino a la montaña.
Ahora me concentro en Gemma, esperando poder remarcar los puntos correctos.
—Tengo la sensación de que John va a romper con ella. Ella ha actuado tan distante y coqueta recientemente. Con otros chicos. Y él se está dando cuenta. Me siento mal por él. Los ojos de Gemma se ensanchan casi imperceptiblemente.
—El caso es que —digo—, si se separan, ella se sentirá fatal hasta la graduación, todos los que integramos nuestro grupo tomaremos partido, y será muy incómodo. Me refiero a nosotros seis. Vivimos juntos, estamos demasiado cerca los unos de los otros.
—Sí, sí —dice Gemma. Mira sus manos y comienza a examinar sus uñas mordidas, con la toalla envuelta con firmeza en sus puños.
El viento cambia, las cenizas se arremolinan a nuestro alrededor y se estrellan en nuestras toallas.
—No lo sé —continúo—. No creo que él la engañe o algo así, pero si sucediera, tal vez sería hoy. Quiero decir, él no puede soportar algo así, ¿sabes? Puedo imaginarlo, totalmente borracho, haciendo algo estúpido. ¿Qué opinas? Tú y John todavía os lleváis muy bien, ¿no es cierto? Estaba pensando que tal vez podrías decirle algo, asegurarte de que esté bien, ver si necesita hablar con alguien. Y yo hablaré con Ruby sobre lo que sea que le suceda.
—¿Yo? —dice Gemma con voz inquieta. Pero puedo sentir la emoción. Está ahí, debajo de su preocupación por Ruby—. ¿Crees que soy la persona indicada para hablar con él?
—Sí, quiero decir, él siempre dice que eres su mejor amiga —digo yo. Una pequeña mentira—. Pensé que era obvio.
Las mejillas de Gemma se ruborizan. Las comisuras de su boca se contraen. Se siente especial. Es especial, al menos para esta tarea.
—De acuerdo —dice—, hablaré con él. No hay problema, cariño. Yo me encargo.
Los otros se acercan por un costado de la fogata y se dirigen hacia nosotras. Miro a Ruby con cuidado. Hace todo lo posible por parecer feliz, pero la conozco bien. El tutú cuelga flácido de su mano, goteando agua del lago. Ella y Max llevan tazas humeantes de chocolate caliente, mientras que John y Khaled comparten un porro entre ellos, sin dejar de estar atentos a los profesores.
—Guarda el secreto —le susurro a Gemma.
Asiente con tranquilidad. Tan seria y sincera, agradecida de que haya compartido algo con ella. Sé que se siente más cerca de mí que nunca. Es gracioso que haya terminado siendo una pieza tan esencial. Después de todos estos años en los que nunca la necesité para nada. Siempre está tan dispuesta a complacer, desesperada por ser querida. Y sé la verdad sobre Liam, por eso estoy segura de que hará lo que sea necesario para acercarse a John. Sé que debería sentirme mal por ella. Y si las cosas fueran diferentes, así sería. Pero recuerdo por qué estoy haciendo esto, y ese pensamiento se evapora.
—Eh, chicos —dice Khaled con su amplia sonrisa, siempre presente. Sostiene una muñeca inflable; en su rostro congelado se ve esa expresión perenne y sorprendida—. Denise lo ha hecho muy bien.
—Creo que Denise necesita un descanso —dice Gemma—. Le has dado mucha caña hoy.
Ríen juntos. Organizamos una fiesta de Halloween en nuestra casa en tercer año, y alguien dejó allí la muñeca. Nadie sabía de dónde salió, pero Khaled decidió que teníamos que quedárnosla. La llamó Denise, y ha pasado sus días apoyada en la ventana de la sala, viéndonos ir y venir. La foto de perfil de Facebook de Khaled era él con su brazo alrededor de los hombros plásticos de Denise, ambos mirando a la cámara con la misma mirada estupefacta.
Gemma coge el porro de su mano, y comienzan a conversar. Ella me mira y sus ojos están llenos de comprensión: sabe que debe guardar este secreto para mí.
Siento que John roza mi brazo, llenando el hueco en nuestro círculo. Él me mira y mantenemos contacto visual. Nos hemos estado evitando durante semanas. Él necesita actuar en consecuencia hoy o mi plan no funcionará.
Mi teléfono vibra en la palma de mi mano. Le doy la vuelta y me quedo mirando la pantalla. Un nuevo mensaje de H. Despliego el texto
Necesitamos hablar. Deja de fingir que estás bien. Déjame ayudarte.
Apago la pantalla del teléfono y lo aprieto con fuerza contra mi pecho.
Tuve que mentirle a Gemma. El problema, esa cosa densa y pesada que llevo sobre mis hombros, es algo mucho peor. No se trata de la condición social de Ruby o de nuestro futuro como grupo. Es un problema mucho más serio, pero no se puede confiar en alguien como Gemma para algo así.
CAPÍTULO TRES
Primer año
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