Las Celebraciones Dominicales en ausencia de presbítero. Varios autores
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СКАЧАТЬ sus corazones, también ellos viven por virtud del Espíritu Santo en comunión con la Iglesia, cuerpo vivo de Cristo, y con el mismo Señor... y reciben los frutos del sacramento».32

      Capítulo III

      LA CELEBRACIÓN

      35. El orden a seguir en la reunión del domingo cuando no se celebra la misa, consta de dos partes: la celebración de la Palabra de Dios y la distribución de la comunión. No se introduzca en esta reunión lo que es propio de la misa, especialmente la presentación de los dones y la plegaria eucarística. El rito se ordene de tal manera que favorezca totalmente la oración y ofrezca la imagen de una asamblea litúrgica y no de una simple reunión.

      36. Los textos de las oraciones y de las lecturas de cada domingo o solemnidad han de tomarse habitualmente del Misal o del Leccionario. De este modo los fieles, siguiendo el curso del Año Litúrgico, orarán y escucharán la Palabra de Dios en comunión con las restantes comunidades de la Iglesia.

      37. El párroco, al preparar la celebración con los laicos designados, puede hacer adaptaciones teniendo en cuenta el número de los participantes y la capacidad de los animadores, y atendiendo a los instrumentos que acompañan el canto y ejecutan la música.

      38. Cuando preside la celebración el diácono, debe comportarse de acuerdo con su ministerio, en los saludos, oraciones, y proclamación del evangelio y homilía, distribución de la comunión y despedida de los participantes con la bendición. Viste los ornamentos propios de su ministerio, esto es, el alba con la estola, y según la oportunidad la dalmática, y usa la sede presidencial.

      39. El laico que modera la reunión actúa como uno entre iguales, como ocurre en la Liturgia de las Horas, cuando no preside el ministro ordenado, y en las bendiciones, cuando el ministro es laico («El Señor nos bendiga...», «Bendigamos al Señor...»). No debe emplear las palabras reservadas al presbítero o al diácono, y debe omitir aquellos ritos que remiten de manera directa a la misa, por ejemplo: los saludos, especialmente «El Señor esté con vosotros» y la fórmula de despedida que haría aparecer al laico moderador como un ministro sagrado.33

      40. Lleve un vestido que no desdiga de esta función, o la vestidura que oportunamente señale el obispo.34 No use la sede presidencial, sino prepárese otra sede fuera del presbiterio.35

      El altar, que es la mesa del sacrificio y del convite pascual, será usado solamente para poner en él el Pan consagrado antes de la distribución de la Eucaristía.

      Al preparar la celebración se ha de procurar una adecuada distribución de las funciones, por ejemplo, para las lecturas, para los cantos, etc., y para la disposición y ornato del lugar.

      41. El esquema de la celebración consta de los siguientes elementos:

      a) los ritos iniciales, cuya finalidad es hacer que los fieles que se reúnen constituyan la comunidad y se preparen dignamente para la celebración;

      b) la liturgia de la Palabra, en la cual Dios mismo habla a su pueblo para manifestarle el misterio de la redención y de la salvación; el pueblo responde mediante la profesión de fe y la plegaria universal;

      c) la acción de gracias, con la que Dios es bendecido por su gloria inmensa (cf. núm. 45);

      d) los ritos de la comunión, mediante los cuales se expresa y se realiza la comunión con Cristo y con los hermanos, sobre todo con aquellos que en el mismo día participan en el sacrificio eucarístico;

      e) los ritos de conclusión, con los que viene indicada la relación entre la liturgia y la vida cristiana.

      La Conferencia Episcopal, o el mismo obispo, teniendo en cuenta las circunstancias de lugar y de las personas, pueden concretar más la celebración con subsidios preparados por la Comisión Nacional o diocesana de Liturgia. No obstante, este esquema no debe cambiar sin necesidad.

      42. En la monición inicial, o en otro momento de la celebración, el moderador hace mención de la comunidad con la que, aquel domingo, el párroco celebra la Eucaristía, y exhorta a los fieles a unirse espiritualmente a ella.

      43. Para que los participantes puedan asimilar la Palabra de Dios, hágase una explicación de las lecturas o un sagrado silencio para meditar lo que se ha escuchado. Puesto que la homilía está reservada al sacerdote o al diácono,36 lo mejor es que el párroco transmita la homilía al moderador del grupo, para que la lea. No obstante, obsérvese lo que haya dispuesto la Conferencia Episcopal sobre este punto.

      44. La plegaria universal se desarrollará según la serie establecida de las intenciones.37 No se omitan las intenciones por toda la diócesis, que el obispo proponga eventualmente. Asimismo, propóngase con frecuencia la intención por las vocaciones al Orden sagrado, por el obispo y por el párroco.

      45. La acción de gracias tendrá lugar de acuerdo según uno de estos dos modelos:

      a) después de la plegaria universal o después de la distribución de la comunión, el moderador invita a todos a la acción de gracias, con la cual los fieles exaltan la gloria de Dios y su misericordia. Esto puede hacerse con un salmo, por ejemplo, los salmos 99, 112, 117, 135, 147, 150, o con un himno o un cántico, como el «Gloria a Dios en el cielo», el Magníficat, etc., o también con una plegaria litánica, que el moderador dice con los demás vuelto al altar, estando todos de pie;

      b) antes del Padrenuestro el moderador se acerca al tabernáculo o al lugar donde está reservada la Eucaristía y, hecha la reverencia, deposita sobre el altar el copón con la santísima Eucaristía; a continuación, arrodillado delante del altar, juntamente con los fieles, dice el himno, el salmo o la plegaria litánica, que en esta circunstancia debe ir dirigida a Cristo presente en la santa Eucaristía.

      Pero esta acción de gracias no debe tener de modo alguno la forma de una plegaria eucarística. Los textos del prefacio y de la plegaria eucarística contenidos en el Misal no se han de usar, a fin de evitar todo peligro de confusión.

      46. Para el desarrollo del rito de la comunión, se observará cuanto viene dicho en el Ritual Romano acerca de la comunión fuera de la misa.38 Recuérdese a los fieles con frecuencia que, al recibir la comunión fuera de la misa, se unen también al sacrificio eucarístico.

      47. Si es posible, para la comunión úsese el Pan consagrado el mismo domingo, en la misa celebrada en otro lugar, y llevado por el diácono o por un laico en un recipiente apto (copón o portaviático) y colocado en el sagrario antes de la celebración. También se puede usar el Pan consagrado en la última misa celebrada allí. Antes de la oración del Padrenuestro el moderador se acerca al tabernáculo o al lugar donde está depositada la Eucaristía, toma el recipiente con el Cuerpo del Señor, lo deja sobre la mesa del altar e inicia la oración del Padrenuestro, a no ser que en este momento se haga la acción de gracias, de la que se habla en el núm. 45, b.

      48. El Padrenuestro se canta o recita siempre por todos, aunque no se distribuya la santa comunión. Puede hacerse el rito de la paz. Después de la distribución de la comunión «según la conveniencia puede observarse el sagrado silencio durante un cierto tiempo o cantar un salmo o un cántico de alabanza».39 Se puede también hacer la acción de gracias descrita en el núm. 45, a.

      49. Antes de finalizar la reunión, se darán los avisos y las noticias que afecten a la vida parroquial o diocesana.

      50. «Jamás se apreciará suficientemente la gran importancia de la asamblea dominical, como fuente de vida cristiana del individuo y de las comunidades, y como expresión de la voluntad de Dios: reunir a todos los hombres en el Hijo Jesucristo.

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