Novelas completas. Jane Austen
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Название: Novelas completas

Автор: Jane Austen

Издательство: Bookwire

Жанр: Языкознание

Серия: Colección Oro

isbn: 9788418211188

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СКАЧАТЬ puedo vanagloriarme de conocer más que a una media docena que sean totalmente perfectas.

      —Ni yo, es verdad —dijo la señorita Bingley.

      —Entonces —observó Elizabeth— debe ser que su concepto de la mujer perfecta es muy exigente.

      —Sí, es muy exigente.

      —¡Oh, ciertamente! —exclamó su fiel compañera—. Nadie puede estimarse realmente perfecto si no sobrepasa en mucho lo que se encuentra por regla general. Una mujer debe tener un conocimiento profundo de música, canto, dibujo, baile y lenguas modernas. Y además de todo esto, debe poseer un algo singular en su aire y manera de andar, en el timbre de su voz, en su amabilidad y modo de expresarse; pues de lo contrario solo merecería el calificativo más que a medias.

      —Debe poseer todo esto —añadió Darcy—, y a ello hay que añadir algo más implícito en el desarrollo de su inteligencia por medio de abundantes lecturas.

      —No me asombra ahora que conozca únicamente a seis mujeres perfectas. Lo que me extraña es que conozca a alguna.

      —¿Tan estricta es usted con su propio sexo que duda de que esto sea posible?

      —Yo jamás he visto una mujer con este perfil. Jamás he visto tanta capacidad, tanto gusto, tanta aplicación y tanta elegancia juntas como usted las define.

      La señora Hurst y la señorita Bingley protestaron contra la injusticia de su tácita duda, afirmando que conocían muchas mujeres que respondían a dicha descripción, cuando el señor Hurst las llamó las hizo callar quejándose con amargura de que no prestasen atención al juego. Como la conversación parecía haber finalizado, Elizabeth no tardó en abandonar el salón.

      —Elizabeth —dijo la señorita Bingley cuando la puerta se hubo cerrado tras ella— es una de esas muchachas que tratan de hacerse queridas por el sexo opuesto desacreditando al suyo propio; no diré que no dé resultado con muchos hombres, pero en mi opinión es un truco rastrero, una mala artimaña.

      —Indudablemente —respondió Darcy, a quien iba dirigida principalmente esta observación— hay bajeza en todas las artes que las damas a veces se rebajan a utilizar para cautivar a los hombres. Todo lo que tenga algo que ver con la astucia es abominable.

      La señorita Bingley no quedó lo bastante satisfecha con la contestación como para seguir con el tema. Elizabeth se reunió de nuevo con ellos solo para decirles que su hermana se había agravado y que no podía dejarla. Bingley decidió enviar a alguien a buscar rápidamente al doctor Jones; mientras que sus hermanas, convencidas de que la asistencia médica en el campo no era útil, propusieron enviar a alguien a la capital para que viniere uno de los más afamados doctores. Elizabeth no quiso ni oír hablar de esto último, pero no se opuso a que se hiciese lo que deseaba el hermano. De forma que se acordó mandar a buscar al doctor Jones casi después del alba de la mañana siguiente si Jane no se encontraba mejor. Bingley estaba bastante preocupado y sus hermanas se encontraban muy afligidas. Sin embargo, más tarde se consolaron cantando unos dúos, mientras Bingley no podía hallar mejor alivio a su nerviosismo que ordenar a su ama de llaves para que se prestase toda la atención necesaria y más a la enferma y a su hermana.

       Cheapside: Puede entenderse como zona (side) barata (cheap), lo que provocó la burla de las hermanas Bingley.

       Loo: juego de cartas en el que los jugadores debían pagar prenda cada vez que perdían.

      Capítulo IX

      Elizabeth pasó la mayor parte de la noche en la habitación de su hermana, y por la mañana tuvo la alegría de poder transmitir una respuesta satisfactoria a las múltiples preguntas que ya muy temprano venía recibiendo, a través de una sirvienta de Bingley; y también a las que más tarde recibía de las dos elegantes damas de compañía de las hermanas. A pesar de la mejoría, Elizabeth rogó que se mandase una nota a Longbourn, pues deseaba que su madre viniese a visitar a Jane para que ella misma juzgase la situación. La nota fue despachada acto seguido y la contestación a su contenido fue cumplimentada con la misma rapidez. La señora Bennet, acompañada de sus dos hijas menores, llegó a Netherfield poco después del desayuno de la familia.

      Si hubiese encontrado a Jane en peligro aparente, la señora Bennet se habría entristecido mucho; pero estuvo satisfecha al ver que la enfermedad no era de peligro inmediato, no tenía ningún deseo de que se curase pronto, ya que su convalecencia significaría marcharse de Netherfield. Por este motivo se negó a secundar la petición de su hija de que se la llevase a casa, cosa que el médico, que había llegado casi al mismo tiempo, tampoco juzgó oportuna. Después de estar sentadas un rato con Jane, apareció la señorita Bingley y las invitó a pasar al comedor. La madre y las tres hijas la siguieron. Bingley las recibió y les preguntó por Jane con el deseo de que la señora Bennet no hubiese encontrado a su hija peor de lo que esperaba.

      —Pues ciertamente, la he encontrado muy mal —respondió la señora Bennet—. Tan mal que no es posible llevarla a casa. El doctor Jones dice que ni pensamiento de trasladarla. Tendremos que abusar un poco más de su amabilidad.

      —¡Trasladarla! —exclamó Bingley—. ¡Ni mencionarlo! Estoy seguro de que mi hermana también se opondrá a que se vaya a casa.

      —Puede usted confiar, señora —repuso la señorita Bingley con fría cortesía—, en que a la señorita Bennet no le ha de faltar nada mientras esté con nosotros.

      —Estoy segura —añadió— de que, a no ser por tan generosos amigos, no sé qué habría sido de ella, porque está muy malita y sufre mucho; aunque eso sí, con la mayor resignación del mundo, como hace siempre, porque posee el carácter más dulce que conozco. Muchas veces les manifiesto a mis otras hijas que no valen nada a su lado. ¡Qué bonita habitación es esta, señor Bingley, y qué encantadora vista tiene a los senderos de jardín! Nunca he contemplado un lugar en todo el país comparable a Netherfield. Espero que no pensará dejarlo súbitamente, aunque lo haya alquilado por poco tiempo.

      —Yo todo lo hago de pronto —respondió Bingley—. Así que si decidiese dejar Netherfield, probablemente me marcharía en cinco minutos. Pero, por ahora, me encuentro satisfactoriamente aquí.

      —Eso es en realidad lo que yo me esperaba de usted —dijo Elizabeth.

      —Comienza usted a entenderme, ¿no es así? —exclamó Bingley volviéndose hacia ella.

      —¡Oh, sí! Le comprendo totalmente.

      —Desearía tomarlo como un cumplido; pero me temo que el que se me conozca fácilmente es terrible.

      —Es como es. Ello no significa ni mucho menos que un carácter profundo y reservado sea más o menos estimable que el suyo.

      —Lizzy —exclamó su madre—, recuerda dónde estás y deja de comportarte con esa conducta intratable a la que nos tienes acostumbrados en casa.

      —No sabía que se dedicase usted a estudiar el carácter de las personas —prosiguió Bingley rápido—. Debe ser un estudio apasionante.

      —Sí; y los caracteres complejos son los más subyugantes de todos. Por lo menos, tienen esa ventaja.

      —El campo —dijo Darcy— no puede ofrecer muchos sujetos para tal estudio. En un pueblo se mueve uno en una sociedad inmóvil y muy limitada.

      —Pero СКАЧАТЬ