Revolución y guerra. Tulio Halperin Donghi
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Название: Revolución y guerra

Автор: Tulio Halperin Donghi

Издательство: Bookwire

Жанр: Документальная литература

Серия: Historia y cultura

isbn: 9789876294263

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СКАЧАТЬ con recursos propios y no comprados, no sólo la mayor parte de su producción está destinada al consumo urbano sino que –en la situación desfavorable en que se encuentran respecto de los comerciantes– un sistema de compras anticipadas y ventas a crédito de semilla para siembra se injerta en el mismo proceso productivo, colocando a los labradores en la misma situación que en el Interior conocen curtidores y tejedoras respecto de sus mercaderes. Con el agravante de que aquí sólo el alimento diario escapa a los circuitos comerciales: la tela con que se cubren los labradores, los enseres (extremadamente modestos) para vivienda y trabajo son comprados con dinero. Pese a que en su mayor parte los agricultores son inmigrantes del Interior, sus mujeres abandonan demasiado pronto el trabajo en el telar; la producción para el mercado, con sus azares marcados desfavorablemente de antemano por la dependencia de los productores respecto de los comercializadores, ocupa casi toda la actividad de los labradores. Dentro del marco de esa misma economía buscan alivio a sus penurias acudiendo al transporte como actividad complementaria: los pueblos agrícolas del oeste –Luján, Pilar, Guardia de Luján, luego Chivilcoy– son los pueblos de carreteros; esta duplicación de funciones se debe, según un agudo observador contemporáneo, a los escasos rendimientos de la agricultura. Al revés de lo que ocurre en el Interior, donde el transporte se halla en manos de los más ricos propietarios y mercaderes, dueños de verdaderas flotas de carretas, en Buenos Aires son enjambres de carreteros, dueños de uno o dos vehículos, los que llevan a la ciudad la voluminosa cosecha de cereales, y emprenden por añadidura la aventura de la ruta norteña.

      En todo caso la agricultura sobrevive pese a tantos elementos negativos; esto tiene causas muy comprensibles. La explotación ganadera había sido primero destructiva; hacia 1750 el éxito mismo de las expediciones contra las vacadas sin dueño obligará a un nuevo tipo de explotación sobre la base de rodeos de estancia. Pero a partir del comercio libre el ganado manso sufre un proceso de explotación destructiva que recuerda al que terminó con el cimarrón: hacia 1795 hay ya motivos para creer que terminará por faltar ganado en Buenos Aires. Ese estilo de explotación ha sido fuertemente censurado, a más de un siglo de distancia, por estudiosos del siglo XX, y no hay duda de que en él se manifiesta ya una tendencia peligrosa a regular el ritmo de producción por el de una demanda externa muy variable; en estos comienzos de la nueva economía rioplatense, abierta al mercado mundial, se advierte ya cuáles serán sus rasgos negativos.

      Pese a esa coyuntura desfavorable, la ganadería seguía siendo el centro de la vida económica de la campaña porteña. La estancia es el núcleo de la producción ganadera, que en ella se combina en casi todas partes con la agricultura cerealera; desde las ya mencionadas tierras eclesiásticas del norte hasta las explotaciones más nuevas del arco de lagunas al norte del Salado, en tierras de Navarro y Monte, las sementeras se extienden en las estancias, según una tendencia que ya en 1790 el Cabildo denuncia como peligrosa por la subsistencia de la ganadería vacuna. En la estancia, una población reunida solamente por la posibilidad de hallar trabajo, sin vínculos familiares ni afincamiento local, se consagra a una tarea que juzga liviana: las faenas en la estancia primitiva, salvo algunas oportunidades fijadas en su sencillo calendario, no exigen en efecto esfuerzos demasiado prolongados. Pero esas tareas especiales (doma, yerra) suelen estar a cargo de muy respetados especialistas que recorren la campaña de estancia en estancia y reciben salarios sin proporción con los de los peones permanentes; esta población itinerante tiene muy poco en común con la de los despreciados braceros agrícolas.