Название: Italia oculta
Автор: Giuliano Turone
Издательство: Bookwire
Жанр: Зарубежная прикладная и научно-популярная литература
Серия: Serie Derecho
isbn: 9788498798180
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Comenzaron los americanos, beneméritos por la ayuda en la derrota de la dictadura, contribuyendo, después del desembarco en Sicilia, a poner diversos municipios sicilianos y calabreses en manos de alcaldes que eran los boss mafiosos locales, para conjurar lo más posible el riesgo de abrir el camino a regidores comunistas3. Es un hecho que confirió a las mafias históricas una tremenda fuerza de inserción en los ganglios del nuevo Estado, que ya nacía en un país sometido a duras pruebas durante el fascismo y por las pesadas consecuencias de la guerra.
Como se verá, posteriormente entraron en funcionamiento otros mecanismos destinados a prolongar lo más posible el aislamiento y la lejanía del poder del temido PCI. Mecanismos que siguieron existiendo y operando de diversas maneras para mantener vivo el llamado factor K (del ruso Kommunizm)4 incluso cuando ya, a partir de los tiempos de la Primavera de Praga, el PCI se había distanciado del bloque soviético. Además, concurrieron impulsos que, al margen del peligro soviético, provenían de ambientes interesados en mantener invariables los equilibrios políticos y en no perder las ventajas derivadas de la permanencia de una estrategia de la tensión: mafias históricas, ambientes diversos de negocios sucios y de la subversión, que no desdeñaban hacer uso de medios extremos como las masacres, pero también ambientes políticos a los que, para mantenerse en el poder, interesaba seguir enarbolando la bandera del peligro comunista.
Por eso Gladio, Rosa de los vientos, Anello, la P2, después el golpismo, la masacre de Piazza Fontana, la de Brescia e incluso la P2 con el famoso «Plan de resurgimiento democrático», del que se hablará enseguida (y estamos a mediados de los años setenta). Más tarde, el trauma del secuestro de Aldo Moro, otras masacres —la estación de Bolonia— y las operaciones de despiste organizadas por Gelli y Pazienza, el intrigante por antonomasia, y por los servicios secretos implicados en la P2. De todo se ocupará este libro.
Como se ve, este excurso nos lleva de nuevo al tema de la logia secreta P2, que alcanza el máximo de su poder precisamente en el trienio maldito 1978-1980, periodo aquí definido como de la «Italia oculta». La centralidad o, en todo caso, la presencia del fenómeno P2 en todas las vicisitudes de las que se va a dar cuenta hace que esta exposición deba comenzar precisamente por este asunto.
2. El itinerario hacia el descubrimiento de la logia P2
El sistema de poder oculto de la logia P2 fue descubierto a través de la entrada y registro del 17 de marzo de 1981, llevados a cabo de forma simultánea en todos los domicilios conocidos de Licio Gelli, acordados en el marco del proceso penal milanés contra el banquero quebrado Michele Sindona, en relación con el homicidio de Giorgio Ambrosoli (11 de julio de 1979). Los dos jueces instructores encargados de esta causa eran el autor de este libro y su colega Gherardo Colombo.
El mandamiento de entrada y registro fue emitido el 12 de marzo, delegando la ejecución de las diligencias en la GF de Milán. Esto es algo que resultó necesario al haberse advertido la existencia de relaciones relevantes entre Sindona y Gelli en el periodo en que aquel permaneció de forma clandestina en Palermo (agosto-octubre de 1979), fingiendo haber sido secuestrado por un supuesto e improbable «Comité proletario de subversión por una justicia mejor».
Además, Gelli era uno de los personajes que más se habían manifestado a favor de los «planes de salvamento» fraudulentos en beneficio del banco de Sindona, que, de haber sido acogidos, habrían hecho recaer el peso de la vorágine financiera de aquella sobre la colectividad. Él era también uno de los firmantes de los affidavit [declaraciones juradas] remitidos a la autoridad judicial de los Estados Unidos a finales de 1976 para tratar de impedir la extradición de Sindona a Italia. En su affidavit, Gelli, entre otras cosas, había declarado que Sindona era un perseguido político anticomunista y que su entrega a Italia habría tenido como consecuencia la celebración de un proceso no imparcial contra él, y un grave peligro para su propia vida.
En fin, tras el fracaso de la aventura del falso secuestro y la definitiva detención de Sindona en Nueva York, las autoridades americanas, en noviembre de 1979, entregaron a las italianas una agenda intervenida a Sindona poco tiempo antes, en la que el financiero había anotado todas las direcciones de Licio Gelli.
En el momento en que se tomó la decisión de abrir una investigación judicial sobre Licio Gelli —decisión adoptada, no por casualidad, en el Palacio de Justicia de Milán, donde las vicisitudes de Sindona daban pie para hacerlo— se había percibido ya de forma más que suficiente que este debía ser el gestor superprotegido de un centro de poder oculto, enmascarado dentro de la misteriosa logia masónica. Tal impresión se había hecho patente cuando, en el Corriere della Sera del 5 de octubre de 1980, apareció una inquietante y extensa entrevista del periodista Maurizio Costanzo a Licio Gelli (en ese momento no se sabía, pero luego se supo que Maurizio Costanzo estaba inscrito en la logia, del mismo modo que Franco Di Bella, director del periódico). Ya el título de la entrevista era significativo en extremo: «El discreto encanto del poder oculto. Habla, por vez primera, el ‘señor P2’»; y no se diga la larga entradilla, de la que se trascriben solo las primeras líneas: «Licio Gelli, jefe indiscutido de la más secreta y potente logia masónica, ha aceptado someterse a una entrevista exponiendo también su punto de vista – La organización: ‘un Centro que acoge y reúne solo elementos dotados de inteligencia, cultura, sabiduría y generosidad para hacer mejor a la humanidad’».
Por tanto, ya que corría la voz de que el «maestro venerable» Licio Gelli tenía un gran número de hermanos de logia de la máxima confianza, ubicados un poco por todas partes en las instituciones públicas, los magistrados instructores impusieron a los hombres de la GF de Milán encargados de los registros del 17 de marzo (todos por ejecutar fuera del propio territorio) una particularísima medida de precaución: abstenerse de seguir la práctica habitual que, por razones de cortesía institucional, habría requerido prevenir a los comandos locales de las operaciones que se iban a realizar.
Entre las direcciones de Licio Gelli contenidas en la agenda de Sindona remitida por las autoridades americanas había una que —al menos para los jueces de Milán— era del todo nueva e inesperada: la de una firma de ropa masculina, la Giole, del grupo Lebole, en Castiglion Fibocchi, provincia de Arezzo5. Tenía todo el aspecto de ser una dirección totalmente «a cubierto» y de particular interés. En efecto, pues fue precisamente en ella, una dependencia reservadísima del «venerable», donde el registro del 17 de marzo de 1981 tuvo efectos decididamente decisivos. Todas las demás diligencias de esta clase —la de Villa Wanda, casa de Gelli en Arezzo, y las practicadas en dos direcciones de Roma y Frosinone, respectivamente— habían dado un resultado negativo.
Francesco Carluccio, un enérgico salentino de cuarenta y tres años, uno de los más hábiles investigadores del cuerpo, fue designado jefe de la patrulla destinada a registrar la sede de Castiglion Fibbocchi. No era oficial, sino mariscal mayor, pero, por su gran habilidad profesional y su total fiabilidad, gozaba de la plena confianza de los dos oficiales superiores que coordinaban las operaciones de aquel día: el coronel Vincenzo Bianchi y el mayor Vincenzo Lombardo.
Francesco Carluccio ha redactado una suerte de memorial sobre la entrada y registro —efectivamente memorable— de Castiglion Fibocchi6.
3. El memorial del mariscal Francesco Carluccio sobre la entrada y registro de la sede de Gelli en Castiglion Fibocchi
«La operación de policía judicial debía llevarse a cabo en varias sedes por patrullas al mando de un oficial y coordinadas por el comandante del Núcleo Regional de Policía Tributaria de Milán, el coronel Vincenzo Bianchi, auxiliado por el mayor Vincenzo СКАЧАТЬ