Название: Helter Skelter: La verdadera historia de los crÃmenes de la Familia Manson
Автор: Vincent Bugliosi
Издательство: Bookwire
Жанр: Языкознание
isbn: 9788494968495
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Aunque Capote hizo suya la teoría de un solo sospechoso, los inspectores del caso Tate ya la habían abandonado. La única razón para adoptarla en un primer momento —Garretson— ya no era un elemento a tener en cuenta. Por el número de víctimas, la ubicación de los cadáveres y el uso de dos o más armas, estaban convencidos ya de que había implicados «al menos dos sospechosos».
Asesinos. Plural. Pero en cuanto a la identidad, no tenían la menor idea.
A finales de agosto se hizo una recapitulación para los inspectores del caso Tate y del caso LaBianca.
El «Primer informe del progreso de la investigación de los homicidios del caso Tate» alcanzaba las treinta y tres páginas. En ningún momento mencionaba los asesinatos del caso LaBianca.
El «Primer informe del progreso de la investigación de los homicidios del caso LaBianca» tenía diecisiete páginas. A pesar de las numerosas semejanzas entre los dos crímenes, no contenía referencia alguna a los homicidios del caso Tate.
Siguieron siendo dos investigaciones totalmente separadas.
Aunque el teniente Bob Helder tenía a más de una docena de inspectores trabajando a tiempo completo en el caso Tate, los sargentos Michael McGann, Robert Calkins y Jess Buckles eran los investigadores principales. Todos ellos eran viejos veteranos en el cuerpo y habían escalado con esfuerzo hasta el rango de inspectores empezando de policías rasos. Recordaban la época en que no había Academia de Policía, y la antigüedad era más importante que la formación o la evaluación de méritos. Tenían experiencia y tendencia a hacer las cosas a su manera.
El equipo del caso LaBianca, bajo el mando del teniente Paul LePage, consistió, en diversos momentos, entre seis y diez inspectores, siendo los sargentos Frank Patchett, Manuel Gutiérrez, Michael Nielsen, Philip Sartuchi y Gary Broda los principales investigadores. Los inspectores del caso LaBianca eran por lo general más jóvenes, tenían más formación y mucha menos experiencia. La mayoría de ellos se había titulado en la Academia de Policía y tendía más a utilizar las técnicas de investigación modernas. Por ejemplo, obtenían las huellas dactilares de casi todas las personas con las que hablaban, hacían más pruebas del polígrafo y pasaban más los modus operandi (MO) y las huellas dactilares por la Brigada de Investigación Criminal del Estado de California (CII). También ahondaban más en los antecedentes de las víctimas, y llegaron a comprobar las llamadas al exterior que había realizado Leno LaBianca desde un motel siete años antes, estando de vacaciones.
También tendían más a plantearse teorías «extrañas». Por ejemplo, mientras que el informe del caso Tate no trató de explicar aquella palabra escrita con sangre de la puerta principal, el del caso LaBianca especuló sobre el significado de las pintadas halladas dentro del domicilio de Waverly Drive. Sugirió incluso una relación tan remota que ni siquiera podía considerarse una corazonada. El informe señaló: «La investigación reveló que el último disco del grupo The Beatles, ref. SWBO 101, tiene canciones tituladas “Helter Skelter”, “Piggies” y “Blackbird”. La letra de la canción “Blackbird” dice a menudo “Arise, arise37”, que podría ser el significado de la palabra “rise” al lado de la puerta principal».
La idea fue incluida como de pasada, nadie recordaría después por quién, y olvidada igual de rápido.
No obstante, los dos grupos de inspectores tenían una cosa en común. Aunque hasta aquel momento el equipo del caso LaBianca había hablado con unas ciento cincuenta personas, y los investigadores del caso Tate con más del doble, ninguno de los dos se encontraba mucho más cerca de «resolver» el caso que cuando se hallaron los cadáveres.
El informe del caso Tate enumeró a cinco sospechosos: Garretson, Wilson, Madigan, Pickett y Jones, todos ellos ya descartados.
El informe del caso LaBianca enumeró a quince, pero incluyó a Frank y Susan Struthers, Joe Dorgan y muchos más que en ningún momento habían sido sospechosos serios. De los quince, solo Gardner seguía siendo un buen posible sospechoso, y, aunque no disponían de ninguna huella suya de la palma de la mano para descartarlo de forma definitiva (se había hallado una en un recibo de un depósito bancario en la mesa de trabajo de Leno), sus huellas dactilares se habían cotejado ya con las halladas en el domicilio, sin que coincidieran con ninguna.
Los informes del progreso eran estrictamente intradepartamentales. La prensa jamás los vería.
Pero unos cuantos periodistas ya empezaban a sospechar que el motivo real del silencio oficial era que no había nada de que informar.
SEPTIEMBRE DE 1969
El lunes 1 de septiembre de 1969, en torno a mediodía, Steven Weiss, de diez años, estaba arreglando el aspersor en la colina detrás de su casa cuando encontró un arma.
Steven y sus padres vivían en el 3627 de Longview Valley Road, en Sherman Oaks. Encima de la colina, Beverly Glen se extendía en paralelo a Longview.
El arma estaba al lado del aspersor, debajo de un arbusto, a unos veintidós metros —o a medio camino— subiendo por la empinada colina. Steven había visto por televisión Dragnet. Sabía cómo se manejaban las armas. La recogió con mucho cuidado por la punta del cañón para no destruir huellas y la llevó a casa para enseñársela a su padre, Bernard Weiss. Weiss padre le echó un vistazo y telefoneó al LAPD.
El agente Michael Watson, de patrulla por la zona, respondió a la llamada de radio. Más de un año después pedirían a Steven que relatara el episodio desde el estrado de los testigos:
P. ¿Le enseñaste [a Watson] el arma?
R. Sí.
P. ¿Tocó el arma?
R. Sí.
P. ¿Cómo la tocó?
R. Con las dos manos, por todas partes.
Adiós a Dragnet.
El agente Watson sacó los cartuchos del tambor. Había nueve, siete casquillos vacíos y dos balas. El arma en sí era un revólver Hi Standard Longhorn del calibre veintidós. Tenía tierra encima y estaba oxidado. El seguro estaba roto, el cañón suelto y un poco torcido, como si lo hubieran utilizado para dar martillazos a algo. También le faltaba la parte derecha de la empuñadura.
El agente Watson llevó el revólver y los cartuchos de vuelta a la División del Valle del LAPD, ubicada en Van Nuys, y después de registrarlos como «prueba encontrada», los entregó a la Sección de Pruebas y Objetos Perdidos, donde los etiquetaron, los metieron en sobres de papel Manila y los archivaron.
Entre el 3 y el 5 de septiembre el LAPD envió la primera tanda de «folletos» confidenciales sobre el arma que se buscaba en el caso Tate. Además de una fotografía del revólver Hi Standard Longhorn del calibre veintidós y de una lista de puntos de venta de Hi Standard proporcionada por Lomax, el subjefe de la policía Robert Houghton envió una carta adjunta donde pedía a la policía que hablara con cualquiera que hubiera comprado una pistola así, y la «comprobación visual del arma para ver si la empuñadura original está intacta». Para evitar filtraciones a los medios de comunicación, sugirió la siguiente tapadera: se había recuperado un arma así junto con otros objetos robados y la policía quería determinar de quién era.
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