Название: Memorias de Idhún. Saga
Автор: Laura Gallego
Издательство: Bookwire
Жанр: Книги для детей: прочее
Серия: Memorias de Idhún
isbn: 9788467569889
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Pero las cosas no habían ido mal del todo. Ahora, Gerde sabía que Kirtash era vulnerable... Ashran lo sabría también... y, sobre todo..., el propio Kirtash se había dado cuenta de ello. No tardaría en adivinar por qué Ashran le había devuelto la espada... y, lo mejor de todo..., sabría que no tenía más opción que hacer con ella lo que todos esperaban que hiciera.
Por no hablar del hecho de que Victoria no le perdonaría fácilmente lo que había visto aquella noche. Gerde frunció el ceño. Estúpida Victoria. No comprendería nunca lo que implicaba amar a alguien como Kirtash. No lo aceptaría jamás tal y como era. El hada se preguntó, una vez más, qué habría visto él en ella.
Se detuvo cuando el resplandor de la hoguera fue ya claramente visible entre los árboles. Se ocultó en la maleza, consciente de que nadie podría verla ni aunque mirasen fijamente al lugar donde se encontraba, porque en el bosque las hadas eran casi tan difíciles de sorprender como los unicornios. Echó un vistazo, con curiosidad, y entre los renegados que descansaban en torno a la hoguera descubrió a Jack.
Lo observó con interés. El muchacho contemplaba el fuego, sumido en profundas reflexiones. Gerde entrecerró los ojos para observar su aura, y descubrió que, a pesar de lo abatido que parecía, su poder se había incrementado mucho desde su último encuentro. Valía la pena recordarlo.
Dio media vuelta para marcharse... y se topó con unos ojos tan negros como los suyos propios, pero más viejos, sabios... y llenos de disgusto.
—¿Otra vez enredando, pequeña arpía? Gerde retrocedió unos pasos.
—¡Aile! –pudo decir.
Allegra d’Ascoli avanzó hacia ella, muy enfadada.
—¿Qué andas tramando esta vez? Si te has atrevido a acercarte a mi protegida...
Gerde levantó la cabeza, serena y desafiante. Ya había alzado todas sus defensas mágicas en torno a ella y, aunque sabía que Allegra era una rival peligrosa, también intuía algo que ella había intentado mantener en secreto.
—¿Qué? –le espetó–. ¿Me matarás? ¿Te arriesgarás a enfrentarte a mí?
Allegra entrecerró los ojos.
—No lo dudes, Gerde.
—¿De verdad? –rió ella–. ¿Lucharás contra mí... en tu estado? Sé que esos quince años que has pasado en la Tierra han menguado tu poder, Aile. Y que aún tardarás mucho tiempo en recuperarlo.
Allegra vaciló; fue solo un breve instante, pero bastó para que Gerde adivinara que había acertado.
—Lo sabía –se rió el hada–. No puedes hacerme daño. Pero entonces la mano de Allegra salió disparada y abofeteó la mejilla de Gerde, que chilló y retrocedió, furiosa.
—Puede que mi magia no sea la que era, pero mis reflejos siguen siendo excelentes, niña –le advirtió Allegra con frialdad.
—Te mataré por esto –susurró Gerde–. Y también a esa chica a la que tanto proteges.
—Eres una maga, Gerde –replicó Allegra, reprimiendo su ira–. Fue un unicornio quien te entregó el poder que tienes, quien te hizo como eres. ¿Cómo te atreves a levantar la mano contra el último de ellos?
Los bellos rasgos de Gerde se contrajeron en una mueca de odio.
—Porque, cuando la miro... no veo en ella a un unicornio.
—Entiendo. Ves en ella a la mujer que te ha robado a Kirtash.
¿Actúas así por celos... o solo por ambición? ¿Qué significa para ti ese muchacho? ¿Es para ti algo más que el hijo de tu señor, el que podría haber sido el futuro soberano de Idhún?
El hada dejó escapar una risa cantarina.
—Dejaré que te quedes con la duda, Aile.
Aún sonriendo, Gerde dio un paso atrás... y desapareció.
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