Название: La fábrica mágica
Автор: Морган Райс
Издательство: Lukeman Literary Management Ltd
Жанр: Героическая фантастика
Серия: Oliver Blue y la escuela de Videntes
isbn: 9781640299290
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Abrió la boca de golpe. ¿Eran imaginaciones suyas? Quizás había recibido una sacudida con el golpe en la cabeza.
La lluvia continuaba descargando sobre Oliver. Las luces de dentro de la fábrica brillaban como una especie de faro que lo atraía hacia ella.
Oliver fue corriendo a toda prisa. Llegó a la hierba que rodeaba la fábrica y chapoteaba bajo sus pies, estaba cenagosa por el chaparrón. Entonces rodeó el lateral del almacén, pisoteando la yedra y las ortigas con prisa por llegar a la puerta trasera, bajo cobijo. Encontró la puerta tal y como la había dejado, entreabierta, y con la anchura justa para que él se metiera. Rápidamente, lo hizo y fue a parar a la misma habitación oscura, con el mismo olor de polvo, el mismo eco de abandono.
Oliver se paró, aliviado por no estar bajo la lluvia. Esperó a que la vista se le ajustara. Cuando lo hubo hecho, vio que todo estaba igual que la última vez que había estado aquí, con máquinas polvorientas, con telarañas, en desuso y en mal estado. Excepto…
Oliver vio una línea recta amarilla y muy delgada que se extendía por el suelo. No era pintura, sino luz. Un fragmento de luz. Bueno, Oliver sabía que un fragmento de luz necesitaba un origen, así que fue a toda prisa hacia ella, siguiéndola como si fuera un camino de migas de pan. Llegaba hasta una pared de ladrillos sólidos.
—«Qué raro» —pensó Oliver mientras paraba y apretaba los dedos contra la pared—. «Se supone que la luz no atraviesa los objetos».
Buscaba a tientas en la tenue luz, intentando averiguar cómo la luz podía atravesar un objeto sólido. Entonces, de repente, tocó algo diferente con la mano. ¿Un pomo?
Oliver sintió que un subidón repentino de esperanza se apoderaba de él. Giró el pomo y saltó hacia atrás cuando retumbó un enorme ruido chirriante.
El suelo tembló. Oliver se tambaleó al intentar mantenerse recto mientras el suelo se movía bajo sus pies.
Estaba girando. No solo él, también la pared. ¡Debieron construirla sobre una plataforma giratoria! Y mientras giraba, estalló un enorme fragmento de luz dorada.
Oliver parpadeó por el repentino y cegador brillo. Sentía las piernas inestables por el movimiento del suelo giratorio.
Pero tan pronto como empezó el movimiento, terminó. Se oyó un clic cuando la pared encontró su nueva posición. Oliver se tambaleó, esta vez por la repentina desaceleración.
Miró a su alrededor y se quedó atónito con lo que vio. Ahora estaba en una la de la fábrica completamente nueva. ¡Estaba llena de inventos increíbles y fantásticos! No las reliquias con telarañas, chirriantes y oxidadas del almacén de antes, sino, del suelo hasta el techo, hasta que la vista alcanzaba, había máquinas gigantescas, brillantes, nuevas y relucientes.
Oliver no pudo evitarlo. Lleno de emoción, fue corriendo hasta la primera máquina. Tenía un brazo movible que giraba justo por encima de su cabeza. Se agachó justo a tiempo y vio que la mano al final del brazo dejaba un huevo hervido dentro de una taza para huevos. Justo a su lado, dos manos autómatas sin cuerpo se deslizaban por las teclas de un piano, mientras a su lado un mecanismo de relojería de latón muy grande hacía tictac.
Oliver estaba tan absorto y deleitado con los inventos que tenía alrededor, que ni tan solo vio el extraño aparato con forma de cuenco del día anterior, ni al hombre que lo trasteaba. Hasta que el cuco de un reloj no echó a volar, haciendo que él se tambaleara hacia atrás y chocara contra el hombre, Oliver nos e dio cuenta de que no estaba solo.
Oliver se quedó sin aliento y dio una vuelta allí mismo. De repente, se dio cuenta de a quién estaba mirando. Aunque tenía muchos más años que en la foto de su libro, Oliver supo que estaba mirando a los ojos a Armando Illstrom.
Oliver respiraba agitadamente. No podía creerlo. ¡Su héroe estaba realmente allí, delante de él, vivo y bien!
—¡Oh! —dijo Armando, sonriendo—. Me preguntaba cuándo aparecerías.
CAPÍTULO CINCO
Oliver parpadeó, atónito ante lo que estaba viendo. Al contrario que la parte polvorienta y cubierta de telarañas de la fábrica, que estaba al otro lado de la pared mecanizada, este lado de la fábrica era luminoso y acogedor, relucía por la limpieza y rebosaba de señales de vida.
—¿Tienes frío? —preguntó Armando—. Parece que has estado bajo la lluvia.
Oliver fijó rápido la vista otra vez hacia el inventor. Estaba estupefacto por estar realmente cara a cara con su héroe. A pesar de que pasaban los segundos, estaba completamente mudo.
Oliver intentaba decir que sí, pero el único sonido que salió de su garganta fue una especie de gruñido incoherente.
—Ven, ven —dijo Armando—. Te prepararé una bebida caliente.
Aunque sin lugar a dudas era el Armando de su libro de inventores, su cara había sido desolada por el tiempo. Oliver hizo algunos cálculos rápidos en su cabeza; por su libro de inventores sabía que la fábrica de Armando estaba abierta y en funcionamiento durante la Segunda Guerra Mundial, y que Armando era un joven de apenas treinta años durante el auge de la fábrica, ¡lo que significaba que ahora estar bien entrado en los noventa! Vio por primera vez que Armando tenía un bastón para apoyar su frágil cuerpo.
Oliver empezó a seguir a Armando por la fábrica, la luz era demasiado débil para averiguar qué eran exactamente las grande sombras oscuras que había a su alrededor, aunque sospechaba que eran más de los magníficos inventos de Armando, en funcionamiento, no como los que había al otro lado de la pared mecanizada.
Bajaron por un pasillo y Oliver todavía era incapaz de creer realmente que nada de eso fuera real. Continuaba esperando despertar en cualquier momento y descubrir que era un sueño provocado por el golpe que se había dado en la cabeza dentro del cubo de basura.
Lo que para Oliver hacía que las cosas parecieran aún más fantásticas e irreales era la misma fábrica. Estaba diseñada como los túneles de los conejos, un laberinto lleno de puertas y arcos, de pasillos y escaleras, que salían todos del piso principal de la fábrica. Ni tan solo cuando había andado por todo el perímetro externo de la fábrica el día anterior no había notado nada extraño en su arquitectura, ninguna señal de escaleras exteriores o algo parecido. Pero pensó que la fábrica era tan enorme que desde fuera solo parecía un enorme prisma rectangular de ladrillos. Desde fuera, nadie imaginaría cómo estaba diseñado el interior. Ni tampoco lo esperarían. Sabía que se decía que Armando estaba chiflado, ¡pero la forma en la que la fábrica estaba estructurada era realmente estrambótica!
Oliver miraba a izquierda y derecha mientras andaba y, al mirar a través de una puerta, vio una máquina enorme que se parecía al primer prototipo de ordenador de Charles Babbage. Al otro lado de otra puerta había una habitación con un tejado en punta, como en una iglesia y un entresuelo, sobre el que había una inmensa de enormes telescopios de latón, dirigidos hacia una enorme ventana de cristal.
Oliver continuaba siguiendo al tembloroso inventor, con la respiración continuamente atrapada en la garganta. Echó un vistazo dentro de otra habitación al pasar. Estaba llena de autómatas que tenían un aspecto siniestramente humano. La siguiente contenía un tanque militar entero, que estaba montado con las armas de aspecto СКАЧАТЬ