Название: La fábrica mágica
Автор: Морган Райс
Издательство: Lukeman Literary Management Ltd
Жанр: Героическая фантастика
Серия: Oliver Blue y la escuela de Videntes
isbn: 9781640299290
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—¿Por qué no prueba con una goma elástica? Como un tirachinas.
—Esa es una buena idea —dijo la Sra. Belfry asintiendo—. Pero hay algo que no os he dicho. Este palito en realidad mide tres metros.
—¡Entonces hay que hacer un tirachinas de tres metros! —gritó alguien.
—¡O ponerle un lanzacohetes! —se metió otra voz en la conversación.
La clase empezó a reír. Oliver se movía en su asiento. Él sabía exactamente cómo podía volar el palito de helado. Todo se reducía a la física.
La Sra. Belfry consiguió que la clase se calmara de nuevo.
—Este es exactamente el problema al que se enfrentaron los hermanos Wright cuando estaban intentando crear el primer aeroplano. Cómo imitar el vuelo de los pájaros. Cómo convertir esto —sujetó el palito de forma horizontal— en alas que puedan aguantar el vuelo. Así que ¿alguien sabe cómo lo hicieron?
Inmediatamente fijó la mirada en Oliver. Él tragó saliva. Por mucho que deseara no hablar en voz alta, otra parte de él deseaba desesperadamente demostrarle a la Sra. Belfry lo inteligente que era.
—Tiene que crear sustentación —dijo en voz baja.
—¿Cómo dijiste? —dijo la Sra. Belfry, aunque Oliver sabía de sobra que lo había oído a la perfección.
—Con reticencia, habló un poco más alto.
—Tiene que crear sustentación.
En cuanto terminó de hablar, Oliver sintió que se le sonrojaban las mejillas. Notó el cambio en el aula, la tensión de los otros alumnos a su alrededor. Demasiada para no tener treinta pares de ojos mirándolo embobados; Oliver casi podía sentir cómo le quemaban en la espalda.
—¿Y qué es exactamente la sustentación? —continuó la Sra. Belfry.
Oliver se mojó sus secos labios y se tragó la angustia.
—Sustentación es el nombre de la fuerza que contrarresta la gravedad. La gravedad siempre está atrayendo objetos al centro de la tierra. La sustentación es la fuerza que la contrarresta.
Desde algún lugar por allí atrás, oyó la voz de Paul en un susurro y gimiendo en tono de burla imitándolo:
—La sustentación lo contrarresta.
Una risita nerviosa se extendió entre los alumnos que había detrás de él. Oliver sintió que los músculos se le tensaban como defensa en respuesta.
La Sra. Belfry estaba claramente ajena a la burla silenciosa que estaba sufriendo Oliver.
—Mmm —dijo, como si esto fuera nuevo para ella—. Parece complicado. ¿Contrarrestar la gravedad? ¿Eso no es imposible?
Oliver se movía incómodamente en su asiento. En realidad, quería dejar de hablar, tener un pequeño descanso de los susurros. Pero era evidente que nadie más conocía la respuesta, y la Sra. Belfry lo estaba mirando con su mirada centelleante y alentadora.
—Para nada —respondió Oliver, mordiendo el anzuelo—. Para crear sustentación lo único que tienes que hacer es cambiar la rapidez con la que el aire fluye alrededor de algo, que puedes hacerlo sencillamente cambiando la forma del objeto. Así que el palito de helado solo necesita una cuña en el lado superior. Eso significa que mientras el palito avanza el aire que fluye por encima y por debajo de él tiene trayectorias con diferentes formas. Por encima del lado abultado del ala la trayectoria es curva, mientras que por debajo del ala, la trayectoria es plana y continua.
Oliver terminó de hablar e inmediatamente apretó los labios. No solo había contestado la pregunta, había ido más allá en la explicación. Se había dejado llevar y ahora se iban a burlar de él sin piedad. Se preparó.
—¿Podrías dibujárnoslo? —preguntó la Sra. Belfry.
Le tendió un rotulador de pizarra a Oliver. Él lo miró con los ojos abiertos como platos. Hablar era una cosa, ¡pero estar delante de todo el mundo como un blanco era otra muy distinta!
—Preferiría no hacerlo —murmuró por un lado de la boca.
Vio un destello de comprensión en la expresión de la Sra. Belfry. Debía haberse dado cuenta de que lo había presionado hasta el límite de su zona de confort, incluso más allá de la misma, y que lo que le estaba pidiendo ahora era algo imposible.
—De hecho —dijo—, ¿quizás a alguien le gustaría intentar dibujar lo que Oliver explicó?
Samantha, una de las chicas atrevidas que quería llamar la atención, se levantó de un salto y le quitó el rotulador a la Sra. Belfry. Fueron juntas hacia la pizarra y la Sra. Belfry ayudó a Samantha a dibujar un diagrama de lo que Oliver estaba describiendo.
Pero en cuanto la Sra. Belfry se puso de espaldas, Oliver sintió que algo le golpeaba detrás de la cabeza. Se giró y vio una bola de papel arrugado en sus pies. Se agachó y lo cogió, pero no quería abrirlo porque sabía que dentro habría una nota cruel.
—Eh… —dijo Paul entre dientes—. No me ignores. ¡Lee la nota!
Con tensión, Oliver abrió la bola de papel que tenía en las manos. La aplanó sobre la mesa que tenía delante. Las palabras «¿Sabes qué más puede volar?» estaban escritas con una horrible letra ininteligible.
Justo entonces, notó otra cosa que le golpeaba la cabeza. Otra bola de papel. Seguida de otra, y otra y otra.
—¡EH! —gritó Oliver, levantándose de golpe y girándose enfadado.
La Sra. Belfry también se giró. Frunció el ceño al ver la escena que tenía delante.
—¿Qué está pasando? —preguntó.
—Solo intentábamos encontrar cosas que volaran —dijo Paul inocentemente—. Una debe haber chocado contra Oliver por accidente.
La Sra. Belfry parecía escéptica.
—¿Oliver? —preguntó, dirigiendo la mirada hacia él.
Oliver volvió a sentarse en su silla y se agachó.
—Es verdad —murmuró.
Para entonces, la escandalosa Samantha ya había terminado su diagrama y la Sra. Belfry pudo dirigir de nuevo su atención a la clase. Señaló hacia la pizarra, donde ahora había el diagrama de un ala, no recta sino curva como una lágrima alargada hacia un lado. Dos líneas de puntos indicaban las trayectorias del aire pasando por encima y por debajo del ala. El flujo de aire que pasaba por encima del ala abultada parecía diferente en comparación con el flujo que iba directamente por debajo.
—¿Así? —dijo la Sra. Belfry—. Pero todavía no entiendo cómo esto produce la sustentación.
Oliver sabía de sobra que la Sra. Belfry lo sabía todo, pero al haber sido bombardeado por bolas de papel se sentía reticente a hablar de nuevo.
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