Название: Vencedor, Derrotado, Hijo
Автор: Морган Райс
Издательство: Lukeman Literary Management Ltd
Жанр: Героическая фантастика
Серия: De Coronas y Gloria
isbn: 9781640299061
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Thanos negó con la cabeza.
—Todavía no. Aún tienen que llegar más hombres.
—Pero si los hombres de Felldust nos localizan …
—He dicho que todavía no —repitió Thanos.
Los guerreros continuaron llegando, y Thanos dejaba pasar a tantos de los suyos como podía. Cuando el primero de los guerreros de Felldust fue hacia él, Thanos paró el golpe con el mango de su mazo y, a continuación, atacó de nuevo, sintiendo que las costillas cedían por el golpe. otro se adelantó y allí estaba Haven para derribarlo.
—Este no es un lugar para ti, mi príncipe —dijo.
—Pensaba que había dicho que yo no era su príncipe —remarcó Thanos.
Oyó que el hombre suspiraba.
—No lo eres, pero tienes razón. Vine a esta isla para ser un asesino. Es el momento de ser algo más.
Hizo una señal con la cabeza y Thanos notó unas manos fuertes que le agarraban los brazos. Dos soldados del Imperio lo echaban hacia atrás mientras Haven se hacía con el martillo que sostenía Thanos.
—Haven, no lo haga —dijo Thanos.
Pero era demasiado tarde. El viejo general ya estaba balanceando el martillo, junto a los pocos hombres elegidos de Haylon. Lo balanceaba con toda la fuerza de un hombre mucho más joven, los golpes impactaban contra la plataforma, mientras las rocas crujían por encima suyo.
Cuando estas cedieron, fue como un trueno, parecía que el mundo entero desaparecía bajo la lluvia de piedras que caía. El General Haven desapareció bajo esa avalancha, dejando tan solo un sólido muro de losas.
Thanos miró al montón asombrado.
Aun así, sabía que esto solo les daba un poco más de tiempo.
Haylon estaba perdida.
Solo esperaba que las cosas fueran más fáciles para Ceres.
CAPÍTULO DOS
Ceres alzó la vista desde el hoyo, hacia el círculo de hechiceros medio muertos que lo rodeaban e intentaba ocultar su miedo. Consiguió reunir resistencia mientras observaba cómo se reunían, agarrando con fuerza las empuñaduras de sus espadas iguales, manteniéndose a la espera. No iba a permitir que la vieran asustada allá abajo.
—Podrías habernos liberado —dijo el líder como vieja.
—Liberaros para que destruyerais cosas —respondió Ceres—. Nunca.
—En ese caso tomaremos tu sangre y seremos lo que fuimos por lo menos por un rato.
Ceres se quedó quieta, esperándolos. ¿Cuál de ellos atacaría primero? ¿Se limitarían a disparar su magia hacia el hoyo y destruirla? No, no podían, ¿verdad? No ahora que necesitaban su sangre. Entonces tuvo una idea. Un modo en el que realmente podría salir de este hoyo. Pero sería peligroso. Muy peligroso.
—¿Pensáis que tengo miedo de vosotros? —preguntó Ceres—. Yo ya he luchado en hoyos. Venga, venid todos.
Esto no funcionaría a no ser que todos fueran hacia ella. Aun así, fue aterrador cuando descendían en silencio hasta llegar a la dura piedra del hoyo y echaban a correr a toda prisa para atacarla.
Ceres atacaba y se movía. Había tan poco espacio en el hoyo que existía el peligro de que se arremolinaran a su alrededor. Cortó una mano que la agarró y se agachó para esquivar el golpe de unas garras que se dirigían a su garganta. Notó el arañazo de una mano en el costado y lanzó una patada, derribando a uno de los hechiceros.
No eran tan fuertes como habían sido. Ceres imaginaba que habían usado más poder del que deseaban al lanzarle la magia. Continuaba atacando, continuaba esquivando dentro del hoyo mientras esperaba el momento en el que algunos de ellos se alinearan como ella quería.
Ceres lo vio y no dudó. Puede que no tuviera la fuerza y la velocidad superiores que le proporcionaba su sangre, pero todavía era lo suficientemente rápida y fuerte para esto. Derribó a uno que estaba delante de ella, haciéndolo caer de rodillas, lanzó sus espadas fuera del hoyo y usó la espada del hechicero como trampolín mientras este aún se estaba recuperando. Brincó sobre los hombros del siguiente enemigo y, a continuación, saltó con todas sus fuerzas hasta el borde del hoyo. Si esto salía mal, se había deshecho de las únicas armas que tenía para protegerse.
Impactó contra la piedra del muro del hoyo y se agarró al borde con las manos mientras luchaba por subir. Ceres sintió que algo se le agarraba a la pierna y lanzó una patada por instinto, sintiendo el crujido del hueso cuando dio de lleno en el cráneo de un hechicero. Ese impulso fue lo único que necesitó para continuar escalando y, rápidamente, Ceres subió por el borde del hoyo en el que había caído.
Agarró sus espadas y se levantó mientras los hechiceros chillaban furiosos.
—¡Te perseguiremos! —prometieron.
Entonces uno rugió furioso y lanzó magia en su dirección. Ceres se apartó, pero esto fue como una señal para que los demás también atacaran. Las llamas y los rayos la seguían mientras marchaba corriendo del lugar en el que estaba el hoyo y, a su alrededor, Ceres oyó que los muros retumbaban. Al principio cayeron piedras pequeñas y después más grandes.
Ceres continuaba corriendo desesperadamente, mientras caían piedras a su alrededor, rebotando al impactar contra el suelo y rodando en el caso de las más grandes. Se abalanzó hacia delante y, al levantarse, vio que el túnel que había detrás suyo ahora estaba bloqueado.
¿Detendría esto a los antiguos hechiceros? Posiblemente no para siempre. Si no morían, al final conseguirían abrirse camino a través de él, pero eso no era lo mismo que poder perseguir a Ceres ahora. Al menos, por ahora estaba a salvo.
Continuó por los túneles, sin saber en qué dirección ir, pero confiando en el instinto bajo el tenue resplandor de la luz de la cueva. Ceres vio que, más adelante, esta daba a una caverna con estalactitas colgando del techo. Allí también se oía el sonido del agua y Ceres se sorprendió al ver un ancho arroyo que pasaba por el medio.
Además, había un poste de amarre a la que estaba atada una barca de fondo plano. Ceres imaginó que la barca debía llevar allí atada más años de los que ella podía pensar, pero, de alguna manera, todavía parecía fuerte. Río abajo, Ceres vio una luz que no se encontraba en el resto de las cuevas y algo le decía que era hacia donde debía dirigirse.
Subió a la barca, la soltó y se dejó llevar por la corriente. El agua golpeaba el lado de la pequeña embarcación y Ceres sentía que la expectación crecía en su interior mientras esta avanzaba. En otra ocasión, podría haberse preocupado por una corriente así, pensando que podría llevar hasta un dique, o peor aún, hasta una cascada. Sin embargo, ahora la corriente parecía ser algo intencionado, pensada para llevarla hasta su destino.
La barca pasó a través de un túnel tan estrecho que Ceres podría haber tocado las paredes de ambos lados. Más adelante había una luz brillante, después de la penumbra de las cuevas. El túnel daba paso a un lugar que no era roca, ni piedra. En СКАЧАТЬ