Atrayendo . Блейк Пирс
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СКАЧАТЬ meses en una tienda de segunda mano. La mayoría de los otros pasantes estaban en una mejor situación económica que ella… y mejor vestidos también. No ansiaba ver la foto que acababa de ser tomada.

      Luego, el grupo se separó para disfrutar de los aperitivos y refrescos dispuestos en otra mesa en el centro de la sala. Todos se agruparon y, como de costumbre, Riley se sintió aislada.

      Se dio cuenta de que Natalie Embry estaba abrazando a Rollin Sloan, un pasante al que le habían ofrecido un empleo muy bien pagado como analista de datos en una gran oficina de campo del oeste medio.

      Riley oyó una voz a su lado decir: —Bueno, Natalie de seguro consiguió lo que quería.

      Riley se volvió y vio a John Welch a su lado. Sonrió y le dijo: —Venga, John. ¿No estás siendo un poco cínico?

      John se encogió de hombros y dijo: —¿Me estás diciendo que estoy equivocado?

      Riley volvió a mirar a Natalie, quien le estaba mostrando su nuevo anillo de compromiso a alguien.

      —No, creo que no —le respondió.

      Natalie había estado mostrando ese anillo a todo el mundo desde que Rollin le había pedido que se casara con él hace unos días. Había sido un romance relámpago, ya que ella y Rollin se habían conocido apenas en el programa de pasantías.

      John soltó un suspiro de compasión fingida. —Pobre Rollin —dijo—. Ahí estaría yo si no fuera por la gracia de Dios.

      Riley se echó a reír. Sabía exactamente lo que John quería decir. Desde el primer día del programa, Natalie había estado buscando un prometido. Incluso había ido tras John, pero él le había dejado claro que no estaba interesado en ella.

      Riley se preguntó si Natalie realmente había estado interesada en el programa. Después de todo, había logrado lo suficiente para ser aceptada en las prácticas.

      «Probablemente no», pensó.

      Natalie parecía haberse unido al programa por la misma razón que algunas de las amigas de Riley habían ido a la universidad: para encontrar un esposo exitoso.

      Riley trató de imaginarse cómo sería vivir la vida con las prioridades de Natalie. Las cosas sin duda serían más fáciles, dado que las decisiones que tendría que tomar serían más claras…

      Encontrar a un hombre, mudarse a una casa bonita, tener bebés…

      Riley no pudo evitar sentir envidia por la seguridad de la que gozaba Natalie.

      Aun así, Riley estaba segura de que una vida así la aburriría mucho, razón por la cual las cosas estaban mal entre ella y Ryan ahora mismo.

      Luego John dijo: —Supongo que te diriges directo a Quantico.

      —Sí —dijo Riley—. ¿Supongo que tú también?

      John asintió con la cabeza. A Riley le pareció emocionante que ella y John estaban entre el pequeño puñado de pasantes que seguirían a la Academia del FBI.

      La mayoría de ellos seguirían otros caminos. Algunos se dirigían a la escuela de postgrado para estudiar campos que habían llamado su interés este verano. Otros pronto empezarían nuevos trabajos en los laboratorios u oficinas del edificio Hoover o en la sede de la Agencia en otras ciudades. Comenzarían carreras en el FBI como informáticos, analistas de datos, técnicos… trabajos con horarios normales que jamás pondrían sus vidas en peligro.

      «Trabajos que Ryan aprobaría», pensó Riley con melancolía.

      Riley estuvo a punto de preguntarle a John cómo se iba a Quantico hoy. Pero luego recordó que tenía un auto lujoso. Riley consideró pedirle un aventón. Después de todo, se ahorraría el dinero de un taxi y un billete de tren.

      Pero no se atrevía a hacerlo. No quería admitirle que Ryan ni siquiera la llevaría a la estación de tren. John era astuto, y de seguro percibiría que las cosas no estaban bien entre ellos. Prefería que no se enterara de eso, al menos no en este momento.

      Mientras ella y John seguían hablando, Riley no pudo evitar notar una vez más lo atractivo que era—robusto y atlético, con el pelo rizado y una sonrisa agradable.

      Aunque era adinerado y llevaba un traje caro, Riley no pensaba menos de él por su riqueza y privilegios. Sus padres eran abogados prominentes que estaban muy involucrados en la política, y Riley admiraba a John por haber elegido una vida más humilde de aplicación de la ley.

      Era un buen tipo, un verdadero idealista, y le gustaba mucho. Habían trabajado juntos para resolver el caso del Asesino de Payasos, comunicándose con el asesino de forma encubierta para sacarlo de su escondite.

      Mientras que se encontraba disfrutando de su sonrisa y la conversación, Riley se preguntó si su amistad crecería en la Academia.

      Quizá pasarían mucho tiempo juntos… y ella estaría lejos de Ryan.

      Se advirtió a sí misma que no debía darle rienda suelta a su imaginación. Por un lado, los problemas que tenía con Ryan probablemente solo eran temporales. Tal vez lo único que necesitaban era tiempo separados para recordar por qué se habían enamorado.

      Los pasantes finalmente terminaron de comer y comenzaron a irse. John se despidió de Riley con la mano, y ella sonrió y le devolvió el despido. Todavía pegada a Rollin, Natalie siguió mostrando su anillo todo el camino hasta la puerta.

      Riley se despidió de Hoke Gilmer, el supervisor de entrenamiento, y también del subdirector Marion Connor, los cuales habían dado discursos de felicitación hace un rato. Luego salió de la recepción y se fue al vestuario para buscar su maleta.

      Se encontró sola en el vestuario grande y vacío. Miró a su alrededor con melancolía. Todos los pasantes se agrupaban allí cada vez que tenían una reunión. Dudaba que jamás volvería.

      ¿Echaría de menos el programa? No estaba segura. Había aprendido mucho aquí, y había disfrutado mucho de la experiencia. Pero sabía que definitivamente era hora de seguir adelante.

      «Entonces, ¿por qué me siento triste?», se preguntó.

      Rápidamente entendió que era por cómo había dejado las cosas con Ryan. Recordó sus propias duras palabras:

      —Disfruta el resto de la comida. Hay pastel de queso en el refrigerador. Estoy cansada. Me ducharé y luego me iré a la cama.

      No habían hablado desde entonces. Para cuando Riley despertó esta mañana, Riley ya se había ido a trabajar.

      Se arrepentía de haberle hablado así. Pero ¿qué otra opción le había dado? No había demostrado mucha sensibilidad a sus sentimientos, esperanzas y sueños.

      El anillo de compromiso se sintió extraño en su dedo. Lo acercó a su rostro y lo miró. A medida que la joya modesta pero preciosa brillaba bajo la luz fluorescente del techo, recordó el dulce momento cuando Ryan se había arrodillado ante ella para pedirle matrimonio.

      Parecía que había sucedido hace mucho tiempo.

      Y después de su separación nada amistosa, Riley se preguntó si seguían comprometidos. ¿Su relación había terminado? СКАЧАТЬ