Un Rito De Espadas . Морган Райс
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Читать онлайн книгу Un Rito De Espadas - Морган Райс страница 11

СКАЧАТЬ quedarse con Thor, luchar a su lado dentro de la ciudad. Pero Thor no le daría la oportunidad.

      "Ésta es mi batalla", insistió él. "Y necesito que lleves a Gwen a un lugar seguro".

      Mycoples parecía ceder. De repente, ella se inclinó de nuevo y arrojó fuego a la puerta de hierro, hasta que finalmente se derritió.

      Thor se inclinó hacia Mycoples.

      "¡Vamos!", le susurró. "Lleva a Gwendolyn a un lugar seguro".

      Thor saltó de su espalda y al hacerlo, sintió que la Espada del Destino palpitaba en su mano.

      "¡Thor!", le gritó Gwen.

      Pero Thor ya estaba corriendo hacia las puertas derretidas. Escuchó que Mycoples despegaba y sabía que estaba llevando a Gwen a un lugar seguro.

      Thor corrió a toda velocidad a través de las puertas abiertas y hacia el patio, justo en el corazón de la ciudad, entre los miles de hombres. La Espada del Destino vibró en la mano de Thor como un ser viviente, llevándolo como si fuera más ligero que el aire. Todo lo que tenía que hacer era aguantar.

      Thor sintió que su brazo y su muñeca y su cuerpo se movían, acuchillando y atacando en todas las direcciones, la espada sonando en el aire al cortar hombres como si fueran mantequilla, matando a docenas de ellos en un solo golpe. Thor giró y causó daño en todas las direcciones. Al principio, el Imperio intentó atacarlo también; pero después de que Thor atravesara los escudos, las armaduras y otras armas como si no estuvieran allí, después de que él matara a fila tras fila de hombres, se dieron cuenta de a qué se enfrentaban: un torbellino de destrucción mágico, imparable.

      La ciudad entró en caos. Los miles de soldados del Imperio se dieron vuelta y trataron de huir de la ciudad, para alejarse de Thor. Pero no había ningún lugar a dónde ir. Liderado por la Espada, Thor era demasiado rápido, como un rayo propagándose por la ciudad. Los soldados, llenos de pánico, corrieron hacia las murallas de la ciudad, hacia unos y otros, en estampida para salir.

      Thor no les dejó escapar. Él corrió a través de todos los rincones de la ciudad, la Espada llevaba con él una velocidad como nadie había conocido, y cuando él pensó en Gwendolyn, y lo que Andrónico le había hecho a ella, mató a un soldado tras otro, exigiendo venganza. Era tiempo de rectificar los errores que Andrónico había causado en el Anillo.

      Andrónico. Su padre. El pensamiento le quemaba como fuego. Con cada cuchillada de la Espada, Thor imaginaba matarlo, eliminando su ascendencia. Thor quería ser otra persona, provenir de otra persona. Quería un padre del cual estar orgulloso. Cualquiera, menos Andrónico. Y si mataba a bastantes de estos hombres, tal vez, sólo tal vez, podría librarse de él.

      Thor luchó apabullado, girando para todos lados, hasta que finalmente se dio cuenta de que estaba dando cuchilladas a la nada. Él miró a su alrededor y vio que todos los soldados, cada uno de los miles de hombres de Andrónico, estaban en el suelo, muertos. La ciudad estaba llena de cadáveres. No había nadie más a quien matar.

      Thor estaba solo en la plaza de la ciudad, respirando con dificultad, la Espada brillando en su mano, y ni un alma se movía.

      Thor escuchó una ovación distante; reaccionó, salió corriendo por la puerta de la ciudad y vio a lo lejos, a los hombres de Kendrick, yendo a la carga, persiguiendo al resto del ejército, haciéndolos retroceder.

      Mientras Thor salía corriendo por la puerta de la ciudad, Mycoples lo vio y descendió, esperando su regreso, Gwen estaba aún en su espalda. Thor montó al dragón, y una vez más se elevaron en el aire.

      Volaron sobre el ejército de Kendrick y Thor los vio desde arriba, como hormigas debajo de él. Lo ovacionaron cantando victoria mientras volaba sobre ellos. Finalmente estaban frente al ejército de Kendrick, frente a la gran masa de hombres y caballos y polvo. Más adelante estaban los restos dispersos de las legiones de Andrónico.

      "Abajo", susurró Thor.

      Se zambulleron y llegaron a la parte posterior donde estaban los hombres de Andrónico, y al hacerlo, Mycoples escupió fuego, eliminando fila tras fila, la gran muralla de fuego avanzaba rápidamente. Surgieron gritos y pronto Thor aniquiló a la retaguardia entera.

      Finalmente, no había nadie más a quién matar.

      Ellos continuaron volando, cruzando las llanuras expansivas, Thor quería asegurarse de que no quedara nadie. A lo lejos, Thor vio la gran cordillera, las tierras altas, dividiendo el Este del Oeste. De aquí a las tierras altas y no quedaba un solo soldado del Imperio vivo. Thor estaba satisfecho.

      Todo el Reino occidental del Anillo había sido liberado. Había sido suficiente matanza por un día. El sol comenzó a ponerse, y fuera lo que fuera que hubiera adelante, en el lado oriental de las tierras altas, podía quedarse allí, por ahora.

      Thor dio vuelta en círculo y voló hacia Kendrick. El campo estaba debajo de él y pronto escuchó los gritos y aplausos de los hombres, mirando al cielo, vitoreando su nombre.

      Descendió ante el ejército, desmontando y ayudando a Gwendolyn a bajar.

      Ellos fueron recibidos por el enorme grupo, todos corriendo hacia adelante, con una gran ovación de victoria elevándose mientras los soldados presionaban de todos lados. Kendrick, Godfrey, Reece y sus otros hermanos de La Legión, Los Plateados – a todos los que Thor había conocido y querido, se abalanzaron para abrazarlo a él y a Gwendolyn.

      Finalmente, todos estaban unidos. Finalmente, eran libres.

      CAPÍTULO NUEVE

      Andrónico irrumpió en su campamento y en un arranque de ira, estiró la mano y con sus largos dedos cortó la cabeza del joven soldado quien, para su gran desgracia, estaba parado cerca de él. Mientras marchaba, Andrónico decapitó a un soldado tras otro, hasta que finalmente sus hombres entendieron el mensaje y corrieron para mantenerse alejados de él. Debían haber imaginado que era mejor no estar cerca de él cuando estaba en un estado de ánimo como éste.

      Los soldados se alejaron mientras Andrónico salía hecho una furia por su campamento de decenas de miles de hombres, todos manteniendo una sana distancia. Incluso sus generales se mantuvieron alejados y a salvo, caminando detrás de él, sabiendo que era mejor no acercarse cuando estaba así de molesto.

      La derrota era una cosa. Pero una derrota como ésta – no tenía precedentes en la historia del Imperio. Andrónico nunca había experimentado una derrota antes. Su vida había sido una larga cadena de victorias, cada una más brutal y satisfactoria que la siguiente. No sabía qué se sentía ser derrotado. Ahora lo supo. Y no le gustaba.

      Andrónico repitió mentalmente una y otra vez lo que había sucedido, cómo es que las cosas habían salido tan mal. Apenas ayer parecía que su victoria era completa, que el Anillo era suyo. Él había destruido la Corte del Rey y había conquistado Silesia; había subyugado a todo los MacGil y humillado a su gobernante: a Gwendolyn; él había torturado a sus soldados de mayor rango en las cruces, ya había asesinado a Kolk y había estado a punto de matar a Kendrick y a los demás. Argon se había entrometido en sus asuntos, le había arrebatado a Gwendolyn antes de que él pudiera matarla, y Andrónico había estado a punto de corregir eso, de recuperarla y ejecutarla, junto con todos los demás. Había sido un día de victoria completa y de grandeza.

      Y entonces todo había cambiado, rápidamente, para empeorar. Thor y el dragón habían surgido en el horizonte como una mala aparición, había descendido como una nube y con sus grandes llamas y la Espada del Destino había conseguido acabar con divisiones СКАЧАТЬ